¿Cómo describir los desastres humanos del mundo que nos rodea? ¿En forma de tragedia o de comedia?, reflexiona William Kentridge (Johannesburgo, Sudáfrica, 1955) en entrevista con La JornadaNinguno de ellos se siente adecuado. El estado del mundo no es una broma, pero también la idea de una tragedia lo reduce a una arrogancia o falibilidad individual y sabemos que los procesos sociales son mucho más que eso.

Al conversar vía electrónica desde algún lugar de Cataluña, España, el artista sudafricano concluye: Así que para mí una categoría importante es la del absurdo. Con esta visión, el espectador se coloca ante la serie de videos Self-Portrait As A Coffee-Pot (Autorretrato como cafetera), que se estrenó en MUBI, en la que reflexiona en voz alta mientras dibuja paisajes y simbolismos que cobran vida animada.

El absurdo no como broma o algo necesariamente divertido, sino como algo que nota ruptura en la lógica y luego se alegra de seguir esa lógica hasta el enésimo grado, como en los escritos de Gogol, por ejemplo.

En el reciente trabajo para la pantalla digital, el reconocido creador a escala internacional conversa ante sí mismo, en un desdoblamiento íntimo en su estudio de grabación. Cuando tenía tres años de edad yo quería ser elefante. Fallé en eso. Así que fui reducido a ser artista, señala en su monólogo filosófico y político, por supuesto con mucho humor, mientras la pantalla muestra el desarrollo de dibujos al carboncillo y animaciones que caracterizan su trabajo.

Empiezas a pensar que harás una foto del universo entero, pero terminas con una cafetera, expresa en el primer episodio el artista reconocido por sus collages, dibujos y videoarte, así como la producción teatral y operística.

En su conversación con La Jornada, recuerda su feliz experiencia al exhibir su trabajo en México hace algunos años. Con el lanzamiento global de estas filmaciones, considera maravilloso continuar la conversación como si estuviera con las personas que asistieron a la exposición y seguir desarrollando otros temas.

Conexión con el arte mexicano

Comentó que siempre ha tenido conexión cercana con dos momentos del arte mexicano: uno son los extraordinarios murales de Diego Rivera, particularmente, y de los otros muralistas. El segundo son los fantásticos grabados de José Guadalupe Posada: Cada uno de los artistas, de alguna manera, se sienta en algún lugar por encima de mi hombro y dentro de la obra.

Su estudio, al que se es invitado al iniciar la proyección de episodios, funciona como espacio para hablar sobre la forma en que nos construimos a nosotros mismos y el significado. Hay diferentes temas que atraviesan la serie, como es la naturaleza del yo, dónde vivimos y cuál es nuestra relación con el destino. Me interesaban antes de la serie, pero ésta me dio la oportunidad de explorarlos más a fondo.

Los nueve episodios creados y dirigidos por Kentridge están disponibles a escala mundial en la plataforma MUBI desde el 18 de octubre. Las grabaciones fueron realizadas en su casa en Johannesburgo durante y después de la pandemia de covid-19, entre 2020 y 2022. De acuerdo con la productora y canal de transmisión en línea, es un canto a la libertad artística y al poder de la imaginación, incluso cuando se enfrenta al reto del aislamiento en espacios cerrados.

La serie fue pensada alrededor de un año antes de que la enfermedad viral paralizara las actividades, pero requería de mucho tiempo hacerla. Y cuando comenzó la pandemia quedó claro que tendríamos confinamientos y los viajes estarían restringidos. Se hizo posible emprenderlo y los 18 meses sin viajar fueron en extremo productivos.

Al principio fue filmada únicamente con Kentridge y un asistente que vivía en su casa. A medida que se alivió el bloqueo, intervinieron más colaboradores, pero la pandemia y las condiciones del mundo marcaron la pauta del aislamiento, como si uno estuviera encerrado dentro de su cabeza y con los pensamientos moviéndose a través de ella.

Parte de la fama de Kentridge es debida a su trabajo con temáticas del colonialismo y el apartheid. Entre una lista de múltiples premios, en 2017 fue reconocido con el Princesa de Asturias de las Artes. El jurado comentó que el sudafricano ha expresado en su obra emociones y metáforas relacionadas con la historia y la realidad en su país, que trascienden estas últimas y plantean cuestiones esenciales de la condición humana, combinando temas en que predomina la investigación puramente poética y estética con los de contenido sociopolítico.

Al definirse en la portada de la serie en MUBI, el artista declara: “Nunca he intentado hacer ilustraciones del apartheid, pero los dibujos y las películas ciertamente son generados y se alimentan de la sociedad brutalizada que dejó a su paso”.

El collage es fundamental en su forma de expresión. Esta técnica implica tomar diferentes fragmentos del mundo y cortarlos, ya sean imágenes o trozos de material, reorganizarlos y devolver algo al mundo. Es un proceso muy familiar, muy directamente visible desde la perspectiva.

De manera más profunda “alude a la forma en que toda información o todo conocimiento se compone, como un collage, de diferentes fragmentos: una porción más grande de esta memoria, un pedazo más pequeño de ese sueño, este insulto que uno recibió y que uno mismo construye. Pero también una comprensión del mundo más allá de uno mismo de esta manera construida, tomando diferentes fragmentos para crear una coherencia provisional”.

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