Moscú. “Hola, soy Yulia Navalnaya”, con esta paráfrasis del invariable saludo con que su marido, Aleksei Navalny, el principal opositor al Kremlin comenzaba las denuncias en sus canales de Internet de la corrupción de la élite gobernante, muerto en prisión el viernes anterior, su viuda, abogada de 47 años de edad, anunció este lunes que va a continuar la lucha de su esposo.

Lo hizo a través de un video desde Europa, donde asistió como invitada de la conferencia de seguridad de Múnich y este lunes se reunió en Bruselas con los cancilleres de la Unión Europea, que se difundió en sus cuentas en redes sociales y se vio, seis horas después de publicado, más de 3 millones 200 mil veces.

“Hay que luchar por nuestro país, contra la guerra, contra la corrupción y contra la injusticia”, proclamó antes de acusar al presidente Vladimir Putin de “asesinar” a su esposo.

“Sabemos por qué razón Putin mató a Aleksei (Navalny) hace tres días. Y sin falta se lo vamos a contar. Vamos a revelar los nombres de quién y cómo cumplieron la orden de cometer ese crimen. Vamos a decir sus nombres y mostrar sus rostros”, prometió Navalnaya, quien reside fuera de Rusia.

“Al matar a Aleksei, Putin mató la mitad en mí, la mitad de mi corazón y de mi alma. Pero tengo la otra mitad y siento que me dice que no tengo derecho a rendirme. Por eso, voy a continuar la causa de Aleksei Navalny y seguiré luchando por nuestro país”, enfatizó.

“Los invito a ponerse junto a mi lado. A compartir no sólo la inmensa pena y el dolor interminable que sentimos, sino la rabia, ira, odio hacia aquellos que se atrevieron a matar nuestro futuro: una Rusia libre, pacífica, feliz y maravillosa con que soñaba mi marido”, señaló Navalnaya.

Recordó unas palabras de su esposo, pensando en sus compatriotas: “No debe dar pena hacer poco. Da pena no hacer nada” y añadió: “Es una vergüenza tener miedo. Yo no tengo miedo. Y ustedes no deben tenerlo”.

Concluyó su mensaje así: “Sé que parece imposible hacer más, pero tenemos que hacerlo: unirnos en un puño fuerte y golpear con él a este régimen desquiciado, a Putin, a sus amigos y sus bandidos uniformados, a estos ladrones y asesinos que han paralizado nuestro país”.

Yulia Navalnya, de este modo, lanzó su candidatura a encabezar una oposición al Kremlin fragmentada y sin un líder único que pudiera reemplazar a su fallecido esposo, mientras los principales adversarios de Putin se encuentran en el exilio o la cárcel, y una mayoría de potenciales seguidores prefiere guardar silencio para sortear la inevitable represión.

Este mismo lunes, Navalnya se reunió en Bruselas con los cancilleres de los países de la Unión Europea y Josep Borrell, el encargado de la seguridad y política exterior de los 27 miembros, a quienes dirigió un mensaje que no se hizo público.

En ese contexto, por tercer día consecutivo, la madre del opositor, Liudmila, que se desplazó hasta el poblado de Harp, 60 kilómetros al norte del polo ártico, no ha podido recibir el cuerpo de su hijo, que según el Comité de Instrucción de Rusia, a cargo de verificar las causas de su muerte, no le será entregado hasta que terminen los peritajes que ordenaron los servicios forenses.

No hay otra noticia

En Rusia, entretanto, en los programas de la radio y los canales de la televisión públicas no hay otra noticia que el “gran éxito” en el frente de guerra que significa la conquista de la localidad ucrania de Avdiivka que, tras cuatro meses de asedio y a un presumiblemente alto costo en vidas humanas (el mando ruso no proporciona cifras sobre sus bajas y publicar cualquier cifra se considera delito), se confirmó el pasado fin de semana.

Avdiivka, que antes de la “operación militar especial”, tenía 70 mil habitantes y una industria pujante, al ser “liberada” por las tropas rusas contaba con apenas 300 vecinos y se suma a Bakhmut y Soledar como tercera aglomeración de ruinas inhabitables, sembrada de metralla, proyectiles y cadáveres.

El ejéricito ucranio –según Kiev, para “preservar vidas de sus combatientes” que corrían el riesgo de quedar rodeados– se replegó hacia una nueva línea de defensa en la región de Donietsk, que ahora se sitúa en la zona de Konstantinovka–Kramatorsk–Slaviansk, al tiempo que las tropas rusas continúan atacando, desde comienzos de año, en la zona fronteriza de Járkov y Lugansk, y en días recientes en la parte occidental de Zaporiyia.

Al parecer, el mando ruso trata de aprovechar la coyuntura favorable antes de que comience el deshielo primaveral –y de que llegue la nueva partida de ayuda militar de Occidente, frenada en los debates del Congreso estadunidense– para afianzar a sus unidades de asalto en los casi 9 kilómetros de territorio que han ganado en los días recientes, en torno a 30 kilómetros cuadrados, pero la entrega de Avdiivka y lo que está pasando en otras partes del frente, en opinión de expertos como Yuri Fiodorov o Nikolai Mitrojin que siguen cuanto acontece en los campos de batalla, no son la antesala de la capitulación de Ucrania de una guerra que, para desgracia de todos, se perfila muy larga.

Las fuerzas rusas reclamaron el control de una planta de coque de la era soviética en Avdivka, completando la ocupación de la ciudad ucrania después de una de las batallas más intensas de la guerra. Infografía Graphic News

 

 

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