Ciudad de México. Vergüenza, película que acaba de estrenarse en el festival de cine de Guadalajara, pega duro.

Más que abordar temas de violencia y decisiones introspectivas, en la historia de Pedro y Lucio, dos adolescentes cuyas vidas y familias se ven entrelazadas de manera irreversible por un acto traumático, es un retrato actual del país y el estudio de un personaje a partir de la culpa, comenta a La Jornada Miguel Salgado, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) que ha editado un sinfín de trabajos; ahora, con esta historia, presenta su ópera prima echando mano de sus recuerdos de infancia y adolescencia, así como de hechos que a todos duelen en una sociedad descompuesta.

Salgado explora las complejidades de la violencia estructural que enfrentan las juventudes en México, creando una obra de tensión dramática que, además de conmover, conmociona por el sentido de responsabilidad que como sociedad hemos olvidado.

La idea del filme, afirma el director, tiene muchos años. La semilla surgió en 2011, con la noticia del asesinato de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Esa tragedia marcó a muchos, entre ellos a Miguel, quien en sus cortometrajes ya ha abordado temas sociales.

“Siempre he tenido ese interés por el lugar donde crecí, por cómo crecí y porque antes de estudiar en el CCC egresé de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, así que tengo algo de rojillo y no puedo dejar pasar los temas de injusticia”, comenta.

Recuerda que cuando se dio a conocer aquella noticia, “mucha gente, como yo, nos quedamos helados. Surgieron preguntas, unas fueron: ¿qué está pasando en nuestra sociedad, que está tan descompuesta? ¿Por qué habíamos llegado a un lugar tan oscuro del ser? Entonces, entre esta parte social y la otra pregunta existencial o filosófica empiezan a surgir más interrogantes y la necesidad de narrar por qué grupos delictivos reclutan a chavitos para engrosar sus filas, y cómo otros, por falta de oportunidades, entran y dicen: ‘más vale vivir poco y bien, que mal y mucho tiempo’”.

Pero también, como en todo trabajo de creación, el aspecto personal permea la obra. La historia arranca con la anécdota de dos amigos que viven en un contexto bello pero difícil, como algunos municipios del estado de México, ahora tan penetrados por el crimen. Los amigos se van de pinta para buscar una oportunidad para probarse con un equipo de beisbol.

Un lugar olvidado

El director creció en Santa Martha Acatitla, Iztapalapa. Cuando tenía cinco años, ése era un lugar olvidado por Dios y muy peligroso, duro. Un día, su hermano mayor (de 15 años cuando él tenía cinco) simplemente se fue de casa.

“Dormíamos en el mismo cuarto juntos, de hecho lo hacíamos en el piso porque no había recursos. Esa vez se puso su pantalón de mezclilla y su suéter de la secundaria. Me dijo: ‘cuídate carnal’. Se fue… pasaron los días, la semanas. No había teléfono y mi madre lloraba porque tenía un hijo desaparecido. No supimos de él hasta como un mes y medio después, cuando regresó todo flaco, desnutrido, sucio. Se había ido a la frontera norte para hacer una prueba de beisbol porque quería ser jugador. Recuerdo esa agonía de mi mamá y eso es parte del personaje; incluso la madre en la historia se llama Estela, como la mía. Muchas cosas de Pedro (el protagonista), como la búsqueda de sí mismo y tener una familia disfuncional tienen que ver con mi infancia y mi adolescencia.”

En Vergüenza, producida por el CCC y el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad, a través del Instituto Mexicano de Cinematografía, “un personaje se ve envuelto –como nos puede pasar a todos– y obligado a cometer un acto cruel. Comienzan las preguntas existenciales, y por vergüenza empieza a ser el sustituto de un hijo para reparar el daño”.

–¿Cómo frenar esa descomposición que vive nuestra sociedad? ¿A quién le echamos la culpa? ¿o no hemos sido lo suficientemente responsables como sociedad? –se le pregunta al director.

–El título aparece al final de la cinta porque deseaba que el público sintiera vergüenza, como la que debemos sentir todos como sociedad. De una u otra forma, todos somos partícipes de ese estado de descomposición social en que nos encontramos; incluso, ahora con la indiferencia de haber normalizado algo tan fuerte como la violencia, la corrupción. La emoción de Pedro es compleja, de cómo resarcir lo que hizo. La vergüenza es inconsciente, es un acto primigenio que te hace actuar a partir del instinto y sentir asco y los peores deseos por ti mismo. Quisimos ver esa transformación, esa curva dramática partir de una emoción.

Pareciera que por el tema que trata, la distribución del filme no será fácil porque “en México existe el prejuicio de que cuando se muestra un cine personal que explora temas con profundidad, lo catalogan de ‘aburrido’, pero no. En Guadalajara –donde Juan Ramón López recibió el Premio Mezcal a la mejor interpretación y la obra recibió una mención honorífica con Premio de la Federación de Escuelas de Imagen y Sonido de América Latina– la gente estaba conmovida y digo: ‘claro, esta gente sí pagaría un boleto para ver una cinta como ésta’. Esa idea de que el cine personal debe tener un lugar especial para exhibirse se me hace absurda. Mucho del trabajo mexicano que intenta ser personal es uno que puede ver cualquiera… Se desdeña al espectador, y eso tiene que ver con las cadenas de distribución.”

El realizador mencionó el caso de la película Amour, del austriaco Michael Haneke, que vi cuatro veces en cines comerciales y en la Cineteca Nacional. Las salas siempre estaban llenas. La gente va, siempre y cuando las historias la conmuevan.

Vergüenza fue coescrita con Alfredo Mendoza (Huachicolero) y Francisco Vargas (El violín), con la producción de Angélica Ramírez (Love me not) y Janeth Mora (Amores incompletos). La edición corrió a cargo del propio director junto con Gilberto González Penilla; mientras, Liliana Villaseñor (Roza) hizo el sonido directo, Shantal Franceschi el diseño de producción y Jimena Tenorio, el vestuario. En el elenco están Juan Ramón, Myriam Bravo, Marya Membreño, Francisco Mena y Fernando Cuautle.

Producción 27 del programa Ópera Prima del CCC, espera ser distribuida tras su paso por festivales. “En espera de que alguien que se interese –o a través de Janeth Mora, coproductora y socia en Payasito Films junto con Gilberto González Penilla–, sería una distribución pequeña… Es una cinta que se tiene que ver”.

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