La sede de Universal Music México fue el centro de un acto histórico en la música clásica: la presentación de la versión orquestal de la Serenata en Do K 648 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), recientemente descubierta en la Biblioteca Municipal de Música de Leipzig.

Este hallazgo fue posible gracias al arduo trabajo de investigadores de la Fundación Internacional Mozarteum, que, al compilar la última edición del catálogo Köchel, encontraron esta joya escondida, que se remonta a más de 250 años.

La obra, conocida ahora como A Very Little Night Music, fue creada por Mozart cuando tenía entre 10 y 13 años y es un testimonio más de su genio precoz.

Elisa Schmelkes, investigadora musical y compositora, lideró una sesión de escucha a la que acudieron representantes de medios de comunicación.

En su introducción, compartió su asombro y emoción por este descubrimiento, al señalar que esta obra (de 12 minutos) tiene siete movimientos que son miniatura y parecen haber sido escritos en la segunda mitad de la década de 1760. Es impresionante pensar que Mozart se encontraba en esa etapa de su vida cuando la compuso.

Esta observación marcó el tono del encuentro, donde la fascinación por el joven prodigio se entrelazó con la historia de la música clásica.

“La música clásica es un mundo de greatest hits, en el que repetimos las mismas piezas que han encantado a los espectadores desde su estreno. Pero a veces descubrimientos como éste nos recuerdan que aún hay tesoros por hallar”, comentó Schmelkes.

Hay cosas nuevas bajo el sol, como este estreno mundial de Mozart. Su música es un rayo de luz, llena de alegría; todos los que hemos escuchado sus obras tenemos una relación íntima con él.

La serenata para dos violines y bajo, según la investigadora musical, es un tesoro que trae consigo la frescura de un Mozart joven, cuyas creaciones siempre reflejaron su carácter ligero y jovial, en contraste con la pesadumbre de otros autores.

Schmelkes también reflexionó sobre el poder de la música para conectar a las personas a lo largo del tiempo y las culturas.

La música tiene la capacidad de ser un diálogo de corazón a corazón entre compositor, intérprete y oyente, subrayó.

“En momentos oscuros, la música de Mozart puede ser un rayo de luz, un recordatorio de alegría y esperanza. Para muchos, sus obras se convierten en un refugio, como Las bodas de Fígaro, pieza que tiene el poder de elevar el espíritu y traer felicidad instantánea.”

El manuscrito de la Serenata en Do fue hallado en la colección Carl Ferdinand Becker durante la investigación del catálogo Köchel. Schmelkes explicó que “el esfuerzo por grabarla nos permite comprender cómo sonaba en la mente de Mozart.

La interpretación moderna, realizada por la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, con la dirección del venerado Herbert Blomstedt, brinda una perspectiva excepcional sobre el desarrollo musical del genio de Salzburgo.

Deutsche Grammophon lanzó el 11 de octubre pasado dos versiones de música de cámara de la serenata, realizadas por músicos destacados.

Como parte de la sesión organizada por Universal Music México, los asistentes disfrutaron de un video producido por la Fundación Internacional, en el que Leonhard Baumgartner y Margarita Pochebut (violines), Svenja Dose (contrabajo) y Oscar Jockel (clave) ofrecen una ejecución juvenil, en perfecta sintonía con el espíritu con el que Mozart habría compuesto la obra.

Las pistas sonoras, así como fragmentos en video, se encuentran en el sitio web: https://n9.cl/xj2du.

Elisa Schmelkes añadió que “este descubrimiento es más que una curiosidad histórica; es un recordatorio de que la genialidad puede manifestarse desde edad temprana. Aunque no es una de las obras maestras de Mozart, refleja su lenguaje y voz distintivos.

“Contrario a la imagen atormentada de otros grandes compositores, como Beethoven, quien lidiaba con sus demonios, Mozart se caracterizaba por su alegría y su capacidad de conectar con los oyentes a través de su música.

La reciente investigación reveló que Nannerl, prodigiosa pianista y compositora, conservó la partitura de esta obra de cámara. Se cree que, tras la muerte de su hermano, ella la entregó al compositor Ferdinand Becker para que la transcribiera y la mantuviera en su catálogo.

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