Washington y Nueva York. Donald Trump está seleccionando a su gabinete y jefes de agencias casi exclusivamente con base a la lealtad al próximo jefe supremo, y no por ser expertos o calificados, con lo cual buscará consolidar su poder personal para transformar partes clave del gobierno y también recompensar a los donantes ricos que invirtieron en su campaña (resulta que no fue sólo por apoyo, sino por negocio).
Aunque la falta de experiencia y hasta acusaciones contra algunos de los nombrados para encabezar el Departamento de Justicia y el Pentágono han provocado titulares, Trump y su equipo de transición ya trabajan para asegurar que el Senado ratifique a los nominados y, si no, que le permitan instalarlos sin aprobación legislativa a través de una maniobra parlamentaria.
En 2016, el triunfo de Trump fue una sorpresa para casi todos, incluyendo el propio magnate, y su equipo ha admitido que no estaban preparados para tomar poder. Muchos de los secretarios y jefes del Departamento de Justicia y de las fuerzas armadas revelaron después de salir de su gobierno que habían desobedecido o desviado órdenes del mandatario por considerarlas peligrosas y anticonstitucionales.
Por ello, al nombrar a cómplices leales a su gabinete en formación, como el ex diputado Matt Gaetz como secretario de Justicia, el comentarista de Fox News Pete Hegseth como secretario de Defensa y la ex diputada Tulsi Gabbard como jefa de inteligencia -todos sin experiencia en esas secretarías- Trump supone que serán leales solo a él. De hecho, durante la campaña el ahora presidente-electo prometió que realizaría una “purga” de lo que llama el “gobierno permanente”, incluyendo altos burócratas en Justicia, Defensa y las agencias de inteligencia, y hasta proceder penalmente contra algunos, que se atrevieron a criticar o no cumplir sus órdenes durante su primer periodo.
Asesores de Trump han filtrado a medios que ya han preparado listas de funcionarios y oficiales en Justicia -el mandatario ha amanezado abiertamente al fiscal especial Jack Smith encargado de dos casos criminales contra el ex presidente- como en Defensa e Inteligencia que podrían ser cesados en los primeros días de la nueva presidencia (algunos, como Smith, ya se están retirandos).
“Claramente desea el poder para el propósito de derrocar las prácticas establecidas de gobernar”, explicó el ex senador republicano John Danforth al Wall Street Journal. Adam Jentleson, ex asesor demócrata en el Senado agregó que “es imposible observar lo que se pinta aquí y no ver un presidente con la intención de tomar un nivel sin precedente de control”.
A la vez, Trump también está buscando asegurar no sólo control total de su equipo y gabinete, sino también sobre el gasto federal. Por ejemplo, el Congreso aprobó una ley en 1974 requiriendo que el presidente gaste fondos sobre las prioridades establecidas por la legislatura, pero como candidato Trump declaró que esa ley no es constitucional y que buscará anularla, algo que es posible ya que el presidente-electo tiene a una Suprema Corte alineada a él.
Detrás de esto no sólo está la consolidación de mayor poder ejecutivo sino también razones empresariales. Cambiar esa ley será parte clave para la tarea otorgada por Trump a los multimillonarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy de hacer “más eficiente” el gobierno. Musk ha propuesto reducir el presupuesto federal de 7 billones por 2 billones en dos años y reducir el número de agencias federales de más de 400 a 99. Recortes de esa magnitud enfrentarían amplia oposición de ambos partidos en el Congreso y los intereses que representan, y analistas dudan que algo tan ambicioso sea viable. Pero reducir las agencias federales podria resultar en miles de millones de dólares en nuevo negocio para el sector privado que se encargaría de esas tareas antes realizadas por el sector público.
“Los donantes más grandes esperan rendimientos de sus inversiones”, fue el titular del New York Times este fin de semana al citar una larga lista de millonarios que ahora esperan ser beneficiados por el nuevo gobierno. La empresa privada de prisiones GEO Group, por ejemplo, comentó a ejecutivos de Wall Street que esperan que la deportación masivas de inmigrantes indocumentados llene decenas de miles de espacios en sus centros de detención.
En abril, en una cena en su club Mar-a-Lago en Florida, Trump fue explícito al comentar a sus invitados -ejecutivos de empresas petroleras- que si contribuían colectivamente mil millones de dólares a su campaña, él se comprometería a revertir regulaciones ambientales impuestas por el gobierno de Joe Biden sobre ese sector, ampliar las exportaciones de gas líquido congeladas bajo el gobierno actual y poner fin al crédito fiscal para vehículos eléctricos. Trump ya ha empezado a cumplir al nombrar a Chris Wright, ejecutivo de una empresa de fracking como su próximo secretario de Energía y prometió que desde su primer día en la Casa Blanca anulará las regulaciones ambientales sobre el sector petrolero.
Ejecutivos en empresas de tecnología militar también contribuyeron con millones a la campaña de Trump, reportó el New York Times, y ahora esperan ser recompensados con contratos en torno al presupuesto militar de 850 mil millones de dólares que antes solo se ofrecían a las empresas de defensa tradicionales. Por otro lado, inversionistas en crypto monedas irritados por actuales regulaciones a su sector también invirtieron en la campaña de Trump, quien al triunfar incrementó el precio de la crypto moneda más popular, Bitcoin, en anticipación de lo que viene con el nuevo gobierno.
El mayor beneficiado por el triunfo de Trump -quien no ha sido nada discreto- podría ser el hombre más rico del planeta, Elon Musk. Una investigación del Times reveló que el año pasado, Musk gozaba de casi 100 contratos con un total de 17 diferentes agencias del gobernó federal con un valor total de unos 3 mil millones de dólares.
Una parte del mensaje central de la campaña de Trump fue denunciar que una clase corrupta de políticos y funcionarios tenían el control del gobierno y que él se encargaría de “drenar el pantano” de Washington. Es posible que Trump cumplirá en parte su promesa y sacar a funcionarios corruptos, pero todo indica que sólo los sustituirá con los suyos.