Nueva York y Washington. Donald Trump dice que algunos inmigrantes “no son personas” y que su “invasión” del país “está envenenando la sangre de Estados Unidos”, amenaza con encarcelar a una republicana que se atrevió a denunciarlo, eleva a nivel de “patriotas” a quienes participaron en el asalto al Capitolio, sugirió que sería “dictador por un día”, y ahora usa la frase “baño de sangre” para advertir lo que sucederá en este país si él no gana la Casa Blanca en noviembre.

No es que haya algo muy nuevo en su retórica -aunque de vez en cuando introduce otros términos diseñados para provocar- pero el efecto sigue definiendo la disputa político- electoral por esta nación de manera cotidiana, y con ello Trump ha logrado mantenerse al centro de la atención. Y eso a pesar de que nadie disputa -más allá de él y sus lugartenientes- que cometió decenas de delitos por los cuales debe dividir su tiempo entre hacer campaña y asistir a sus citas ante procesos judiciales en su contra -algo sin precedente en la historia del país.

Las explosivas palabras de Trump son un ejercicio diario, algo que decenas de miles de sus seguidores esperan con gran anticipación en sus mítines de campaña electoral. Como a una vieja estrella de rock, sus fanáticos esperan sus ya conocidas declaraciones como si fueran canciones favoritas, incluso a veces las repiten con él, y le responden con su mensaje cuando los invita a corear sus criticas y denuncias, pero también están atentos a nuevos versos. Por ejemplo, este martes declaró en una entrevista que los judíos que no votan por él y los republicanos “se odian” a sí mismos y a su fe, y también los criticó por no apoyar lo suficiente a Israel.

Hace unos días, empleó la palabra “baño de sangre” en un discurso supuestamente en referencia a lo que sucederá al sector automotriz si él no es electo de nuevo como presidente, pero la palabra fue citada primero por adversarios como otro ejemplo más de las advertencias y hasta incitación a la violencia política, se volvió el tema de las entrevistas en los principales noticieros, y ahora Trump volvió a usarla en otro de sus temas favoritos, al caracterizar la crisis migratoria como “el baño de sangre de Biden en la frontera”.

En ese mismo discurso, reiteró que, para él, quienes han sido condenados penalmente por su participación en el asalto violento al Capitolio el 6 de enero para frenar la certificación de la eleccion, son “patriotas” que ahora están encarcelados como “rehenes” e insinuó que tal vez los indultará si regresa a la Casa Blanca. Más aún, en varios de sus eventos, como el del sábado en Dayton, pone al inicio el himno nacional cantado por el “Coro de Prision J6” de los encarcelados por sus acciones en ese intento de golpe de Estado.

Trump se ha referido a la violencia política de manera constante durante su carrera política, y ha expresado que habrá “disturbios”, “muerte y destrucción” en las calles, si proceden casos, investigaciones y, sobre todo, si no gana en noviembre. Y sus fanáticos entienden muy bien lo que está diciendo, muchos de ellos opinan en entrevistas que podría haber una “guerra civil” en este país.

Trump nutrió aún más la alarma de que si regresa a la Casa Blanca iniciará una persecución de sus críticos y a aquellos que considera que lo han traicionado. El domingo reiteró su llamado para que la ex diputada federal republicana Liz Cheney “y los demás” deberían de ser encarcelados por participar en el comité que investigó sus acciones en torno al intento de golpe de Estado. Cheney es nadie menos que la hija del ex vicepresidente Dick Cheney.

Trump afirmó el sábado, otra vez, que si no gana la elección eso probablemente marcará el fin de la democracia estadunidense.

Robert Reich, comentarista político y ex secretario de Trabajo bajo Bill Clinton, comentó esta semana en una columna: “es un grave error ignorar las amenazas y advertencias de Trump sobre la violencia. Una y otra vez, se ha comprobado que son reales y peligrosas…. Parte de la estrategia electoral de Trump es incitar activamente a la violencia”.

“Puede que sea un idiota y un racista, pero también es un genio malvado”, sostiene el cineasta y activista Michael Moore. Advirtió que los procesos judiciales en su contra, ni el sistema electoral, ni el equipo de Biden, ni Stormy Daniels “nos salvarán. Los únicos que nos pueden salvar somos nosotros mismos”.

“Un segundo periodo de Trump no será como su primero. Se tratará de venganza. Venganza contra las instituciones que se fueron contra Trump -los medios, las cortes, las agencias de inteligencia, republicanos desleales, artistas, intelectuales… y el Partido Demócrata”, advierte Chris Hedges, ex periodista premio Pulitzer del New York Times y ahora conductor de un noticiero independiente en Real News Network. Concluyó: “el autoritarismo está nutrido en la tierra fértil de un liberalismo en bancarrota. Eso fue cierto en la Alemania del Weimar, fue cierto en la ex Yugoslavia. Y es cierto ahora. Los demócratas tuvieron cuatro años para instituir reformas tipo New Deal. Fracasaron. Ahora pagaremos”.

Al mismo tiempo, este martes Peter Navarro se convirtió en el funcionario de mayor nivel del gobierno del ex mandatario en ingresar a prisión. Navarro, quien fue uno de los operadores de la estrategia para mantener a Trump en el poder después de su derrota electoral, empezará a cumplir una condena de cuatro meses en una prisión federal de seguridad mínima en Miami por desacato al Congreso cuando se negó a cooperar con el comité de la cámara baja que investigó el atentado de golpe de Estado del 6 de enero de 2021.

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