Con 41 años de labor artística, la compañía Barro Rojo Arte Escénico mantiene su esencia de llevar al escenario temas sociales y humanos profundos, al explorar en sus obras la realidad desde un ángulo crítico y sensible, como es el caso de la coreografía Travesía, creada por Francisco Illescas, Miguel Gamero y Laura Rocha, que se presenta del 8 al 10 de noviembre en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).

“Como coreógrafa abordar temas sociales y políticos en mi trabajo significa asumir una responsabilidad profunda con el contexto en el que vivimos. La danza no es sólo una expresión estética; es una herramienta poderosa para cuestionar, reflexionar y provocar diálogo sobre las realidades que nos rodean.

A través del movimiento, puedo dar voz a historias y conflictos que a menudo permanecen invisibles, permitiendo que el escenario se convierta en un espacio de resistencia y transformación. Para mí, cada coreografía es una oportunidad de conectar con la audiencia en un nivel más allá de lo físico, tocando temas que nos afectan como sociedad y que merecen ser escuchados y sentidos. Es una forma de contribuir, desde el arte, a un cambio de consciencia y una invitación a mirar el mundo con una nueva sensibilidad y compromiso, comparte en entrevista Laura Rocha.

En Travesía, los creadores reflejan el movimiento de hombres y mujeres que dejan sus lugares de origen para ir en busca de mejores oportunidades de vida, y para los mexicanos este fénomeno es algo cercano y concreto, por quienes emigran al país del norte.

La agrupación, que dirigen Laura Rocha y Francisco Illescas, se ha distinguido por abordar temáticas de violencia, resiliencia, dignidad y la identidad y Travesía sigue esta línea, enfocándose en la migración. Con esta obra volvemos a esos elementos característicos de nuestra compañía, el viaje interno, la lucha y la esperanza, expresándolos mediante un lenguaje corporal intenso y honesto. Cada pieza de Barro Rojo se conecta con la anterior porque todas buscan abrir un espacio de reflexión, alentar la empatía y dejar una huella en quien nos observa, creando un hilo común que resuena en la experiencia humana, desde el dolor hasta la posibilidad de transformación. Es una propuesta de más de 40 años.

Al recordar el origen de la coreografía, la directora de Barro Rojo, enfatiza que la pieza “explora el ancestral y constante flujo migratorio de la humanidad, una experiencia humana que atraviesa generaciones y geografías.

“La obra surge de la necesidad de reflexionar sobre cómo miles de personas, cada día, dejan el lugar que conocen para buscar un bienestar que parece esquivo en su tierra natal. En cada movimiento y segmento de la obra, queremos visibilizar el acto de partir, una acción que nace de la esperanza de hallar un destino mejor, y que al mismo tiempo, trae consigo una profunda sensación de pérdida y desarraigo.

“El mensaje central es la empatía hacia quienes, por distintas circunstancias, enfrentan el dolor de dejar atrás lo que aman. Buscamos que el espectador comprenda el impulso común en todos los seres humanos: esa búsqueda de seguridad, dignidad y una vida mejor. Queremos también que Travesía sea un espejo en el que todos puedan ver reflejados los deseos y desafíos que compartimos como humanidad.”

En la danza los bailarines encapsulan las emociones y desafíos que enfrentan hombres y mujeres en su desplazamiento. Mediante diferentes pasajes y personajes, la obra se convierte en una narrativa viva de ese duro tránsito. “Desde la partida, llena de esperanza y miedo, hasta los momentos de agotamiento y resistencia, la coreografía crea un mosaico de experiencias individuales y colectivas. Travesía no sólo cuenta historias, sino que encarna el peso de dejar atrás, de adaptarse y de buscar un lugar en el mundo a través de metáforas visuales y de movimiento”, sostiene la coreógrafa.

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