Bogotá. Con el nombramiento de tres nuevas ministras provenientes “del petrismo puro y duro” y la designación de un político con una larga y voluble carrera en los partidos tradicionales, el presidente Gustavo Petro terminó el ajuste de su gabinete en medio de no pocas controversias sobre el rumbo que dará a su gobierno en la segunda parte de su mandato que concluye en agosto de 2026.

Tras anunciar hace dos semanas que haría cambios en su equipo, Petro despertó de inmediato una ola de especulaciones y cábalas sobre las carteras que serían sustituídas y sobre el perfil que tendrían sus nuevos ministros. La mayoría de analistas apostó a que -insatisfecho por los pocos cambios logrados en dos años, durante los cuales las fuerzas de derecha y el empresariado hicieron hasta lo imposible para que no prosperara su agenda de reformas sociales- el jefe de Estado nombraría funcionarios muy cercanos ideológicamente, provenientes de partidos y movimientos de izquierda.

El primer relevo, anunciado el 1 de julio, confirmó el prónostico de los expertos. Para reemplazar al liberal Néstor Osuna, el presidente designó en el ministerio de Justicia a Ángela María Buitrago, cuyo nombre ya era familiar en el mundo de las cortes y los tribunales pues fue candidata a Fiscal General (Procuradora) en marzo pasado. Jurista aguerrida, enfrentó a carteles de la droga y a políticos asociados a la mafia, pero además hizo parte del grupo de expertos nombrado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos para atender el caso de los 43 jóvenes mexicanos desaparecidos en Ayotzinapa en septiembre de 2014.

Al día siguiente, por la misma vía de su cuenta de X, el primer mandatario informó que la nueva ministra de agricultura será Martha Carvajalino, una joven abogada, dedicada desde hace 17 años a los temas agrarios y ambientales y quien se desempeñaba como vice ministra de desarrollo rural, nombrada por la saliente Jheniffer Mujica.

Con la enorme responsabilidad de sacar adelante la reforma agraria, una de las banderas del presidente, Carvajalino proviene de una modesta familia de intelecuales que estuvieron vinculados durante años al M-19, la guerrilla de la que hizo parte Petro en los 80 y 90.

Una larga trayectoria laboral al lado del presidente, cuando este se desempeñaba como alcalde de Bogotá, hizo que Constanza García fuera nombrada nueva ministra de Transporte. García no sólo es reconocida como una experta en el medio, sino como una fiel escudera de Petro, quien la promovió del cargo de viceministra de infraestructura al de ministra de esta cartera.

Hasta aquí, las cábalas no fallaron. Petro apostaba por un gabinete de gente cercana y confiable, con excelente desempeño en sus respectivas áreas.

Un Cristo en el camino

Hasta que se anunció el nombre del nuevo ministro del Interior, la cartera de la política, el cargo al que todos huyen porque siempre se sale “quemado” de allí, el encargado de las relaciones con los partidos, con el poder legislativo y con los gobernadores departamentales en un país centralista que poco mira a la periferia.

Aceptó el cargo Juan Fernando Cristo, político tradicional, curtido en mil batallas, vinculado por décadas al Partido Liberal y ahora -según los analistas locales- ficha importante de las fuerzas que encabeza el ex presidente Juan Manuel Santos.

“Le damos la bienvenida a Juan Fernando Cristo como nuevo ministro del Interior, quien tendrá las funciones de adelantar las reformas sociales en el congreso, articular el cumplimiento del acuerdo de paz firmado y además hacer los puentes sociales y políticos para el acuerdo nacional que promueva el poder constituyente”.

Apenas unas horas después de su nombramiento, Cristo ya vivía su propio viacrucis, expresado en una catarata de críticas de los sectores más radicales del petrismo y la izquierda que lanzaban latigazos como “Petro se entregó nuevamenta al santismo” o “Cristo es un politiquero corrupto, vendrá choque con el movimiento social y popular”.

Desde las fuerzas tradicionales, la ex ministra Cecilia López, resumió en una breve y contundente frase la decisión del presidente: “El nombramiento de Cristo es reconocer que Petro no pudo con su radicalización”.

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