San Sebastián. Fue modelo casi en nómina en Play Boy, vigilante de la playa y protagonista de la prensa rosa por sus relaciones sentimentales y sexuales. Pero ahora, a los 57 años, Pamela Anderson ha encontrado en una película, The Last Showgirl, a concurso en San Sebastián tras presentarse en Toronto, la oportunidad de reinventarse… y ser actriz. “Lo veo como si este fuera el momento adecuado. Y tengo mucha vida por delante, apenas estoy empezando. O eso espero”, confiesa en charla con La Jornada.

The Last Showgirl es una película dramática que sigue la vida de una veterana bailarina de cabaret en Las Vegas, interpretada por Pamela Anderson, quien lucha por encontrar su lugar en un mundo que ha cambiado drásticamente desde sus días de gloria en el escenario. La trama gira en torno a su búsqueda de relevancia y aceptación, mientras lidia con los retos de envejecer en una industria obsesionada con la juventud y la apariencia. En el camino, descubre una nueva pasión por la enseñanza, donde comienza a entrenar a una nueva generación de bailarinas, lo que la lleva a confrontar sus propios miedos y expectativas.

“Siento que esta es la única vez que realmente lo he intentado. Pero esta película me eligió a mí. Quiero decir, Gia (Coppola, la directora) fue quien me trajo el guion a través de mi hijo, en realidad, a través de Brandon, porque realmente no tenía representación. No estaba en modo película ni buscando nada. Y así fue, excepto lo que hice en Broadway y hice el documental y el libro, y así fue como surgió todo”, describe Anderson.

La belleza y su contundencia física fue el motor de los inicios de la actriz canadiense, pero hoy se niega a verse como una mujer utilizada: “No me siento víctima en absoluto. Creo que es fácil que te encasillen o te encasillen, pero entonces tú también formas parte de ese problema. Recuerdo que solía decir que lo estaba fomentando. No me puedo quejar. Fui parte de eso. Tomé esas decisiones. Es decir, sucedieron algunas cosas en mi carrera y en mi vida que tal vez fueron razones para que no fui en la dirección en que realmente quería ir. Pero ahora siento que es muy liberador. Siento que es solo una elección porque podemos aferrarnos a esa amargura o hastío… Y siempre siento que no se te puede juzgar por… No se te puede definir por lo que otras personas te hacen. Se te debe definir por lo que haces tú”.

“Pienso -añade- que sigo volviendo a eso porque así no te sientes una víctima. Sientes que estás al mando. Y estas decisiones que estoy tomando ahora sobre si hacer la película sin maquillaje o hacerla lo mejor que pueda, concentrándome en ella y trabajando muy duro, tenemos que aprovechar al máximo estas oportunidades que tenemos. Creo que cuando vivimos en un ambiente de víctimas, nos quitan el poder. Simplemente tenemos que cambiar nuestra manera de pensar y seguir adelante. Y creo que ese fue un gran cambio en mi vida en los últimos años también, es llevar eso a otro nivel”.

La película toca temas como la fama efímera, la presión de la imagen en la sociedad, y el empoderamiento femenino, y lo hace a través de un retrato íntimo y emocional del personaje principal, cuyas luchas personales y profesionales resuenan con cuestiones universales sobre el paso del tiempo y la reinvención.

Pamela Anderson no se arrepiente. Eso, sí, reconoce que hubiera querido “tener más tiempo y empezar antes en esta nueva faceta, pero esto es lo que el universo tenía reservado para mí. Así que aquí estamos. No tengo quejas porque puedo ver que el solo hecho de tener toda esa experiencia de vida me convertirá en una mejor mujer, una mejor actriz”

La actriz termina celebrando que The Last Showgirl es una película hecha por mujeres y muy femenina: “Definitivamente nos unimos y creamos una camaradería muy sincera y auténtica cuando hicimos la película en 18 días. Fue un rodaje muy breve y todos estábamos juntos en esto, como diciendo: ‘Oh, Dios’. Fue una gran experiencia y todos se involucraron mucho y fue genial. Y, ya sabes, ahora somos muy cercanas”.

 

 

 

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