San Salvador Atenco, Mex. El grupo de teatro Pahpaki, que tiene el objetivo de rescatar la tradición de los títeres y contar leyendas mexicanas, ha utilizado durante casi 30 años este arte para su labor en el activismo social y se ha presentado lo mismo en el Bordo de Xochiaca ante pepenadores, que frente a campesinos de San Salvador Atenco, en la comunidad de Acatlán en Guerrero, en diversos poblados de Chiapas e incluso en Cuba.

Integran a Pahpaki –palabra náhuatl que significa armonía y/o alegría— Daniel Cebada Castañeda y Andrea Arenas Embarcadero. Cuenta con ocho puestas en escena, entre leyendas tradicionales indígenas y creaciones originales como la obra Polvo de estrellas, cuyo tema es el consumismo, la monotonía que éste genera y que con él se deja de soñar en otros mundos posibles.

“Nuestra idea es llevar el teatro de títeres a los lugares más alejados, donde la gente no puede ir al teatro, no pueda ir al Centro Cultural del Bosque (de la Ciudad de México), es llevarle lo más acercado a un escenario, lo más cercano a un teatro”, dijo Arenas Embarcadero.

Pahpaki nació contando leyendas tradicionales creadas en pueblos, en busca de poner a imaginar a niños y adultos y despertar conciencia de lo valioso de la cultura mexicana. Además, hace de las artes escénicas su herramienta de resistencia.

“Los títeres nacen en la calle para mostrar las historias de los pueblos, de la gente de abajo y obviamente ha llegado a los teatros, pero el origen es en el pueblo”, apuntó Andrea Arenas.

En los últimos años, el grupo de títeres Pahpaki ha acompañado a los agricultores de San Salvador Atenco y viceversa; estuvo durante la lucha que los campesinos del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra mantuvieron contra la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, y pertenecen al movimiento.

“El teatro del títere y el activismo son inseparables, era una forma para protestar contra las injusticias de los reyes”, y ante monarcas “los titiriteros decían que quien estaba reclamando era el títere, no el titiritero, y así salvaban sus cabezas”, comentó Arenas Embarcadero.

“El títere es contestatario por antonomasia, el títere es rebelde, nace de las historias del pueblo, de las personas comunes, del vendedor del mercado, de la señora, del loco del pueblo, cuenta esas historias simples aparentemente, pero con una gran profundidad de cultura. Títere y pueblo siempre tienen que estar unidos”, sostuvo Daniel Cebada.

Para Andrea Arenas la lucha de Atenco significa “un pedacito lleno de luz, de esa luz dorada de una piedrita en el corazón que cada vez que vengo se llena aún más y más de energía, de armonía, al ver la solidaridad, el compañerismo. Cuando me pasa algo en la vida cotidiana, en el trabajo, en la familia, siempre le digo a Daniel ‘vamos a Atenco para llenarme de energía’”.

Los Pahpaki, oriundos del municipio mexiquense de Ixtapaluca, buscan también el rescate de las distintas técnicas de títeres; presentan marionetas, teatros de sombras, guiñol.

“Queremos que conozcan estas tradiciones, algo aparentemente tan simple como una sombra, como un objeto inanimado que le damos movimiento, es fantástico para la imaginación de los niños y de los adultos”, expuso Cebada Castañeda.

Daniel y Andrea consideraron que existe nulo interés de los gobiernos municipales y el estatal en impulsar el teatro de títeres, u otras disciplinas artísticas.

“Acercar la cultura a los niños es fundamental para alejarlos de la violencia, de las adicciones y de los aparatos tecnológicos que lejos de desarrollar su mente, la atrofian. Sería parte fundamental que las autoridades se enfocaran en la cultura, en la educación de los niños, más allá de solamente programitas que embarran un poquito, pero que en realidad no van a la raíz del problema”, afirmaron.

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