Moscú. El Comité de Instrucción de Rusia (CIR), a cargo de la investigación de la reciente matanza de la sala de conciertos de la capital rusa, afirmó este jueves, en un comunicado, que “tiene datos confirmados de que los terroristas recibieron fuertes sumas de dinero y transferencias en criptomonedas desde Ucrania que se usaron para preparar el atentado”.

El CIR hizo este anuncio al informar que “se identificó y detuvo a un nuevo sospechoso que participó en el esquema de financiamiento de los terroristas” y que después de “trabajar con los detenidos” y de analizar los equipos requisados “se obtuvieron pruebas de sus nexos con nacionalistas ucranios”.

La dependencia que dirige Aleksandr Bastrykin, compañero de estudios del presidente Vladimir Putin en la facultad de derecho de la universidad de San Petersburgo, no precisó el nombre del “financista” ni quiénes son esos “nacionalistas ucranios”.

A raíz de esta revelación, un reportero de la fuente presidencial preguntó al portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, “¿Se puede decir ya con toda seguridad que se confirma la huella ucrania (en el atentado)?”:

No, no se apresure tanto –respondió al reportero de Izvestia, que subió a la página web de su periódico el fragmento de su conversación–, como puede darse cuenta, todavía nadie ha dado a conocer una versión oficial. Por eso, hay que esperar a que ello suceda. Los servicios de seguridad están trabajando para reforzar las versiones que se están manejando y más tarde seleccionar solo una”.

La relación de víctimas en la tragedia ocurrida en el Crocus City Hall, el viernes de la semana pasada, siguió incrementándose y, de acuerdo con los datos oficiales publicados este jueves por el ministerio ruso de Situaciones de Emergencia, llegó a 143 muertos y 360 heridos.

Nada se sabe, sin embargo, de las 95 personas que se dan por desaparecidas, que tenían boleto comprado para asistir al concierto del grupo de rock Picnic, no volvieron a casa desde hace casi una semana y no se han comunicado desde entonces, según la lista que se elaboró en redes sociales a partir de los testimonios de los familiares que, tras buscarlos en hospitales y morgues de la ciudad, imploran que alguien les proporcione alguna información.

Tampoco ha trascendido nada más de los interrogatorios de los cuatro “islamitas radicales” que participaron directamente en el atentado. Cuando los mostraron ante un juez para que les dictara prisión preventiva, al ver el estado en que se encontraban los detenidos (uno no podía caminar, lo llevaron en silla de ruedas y no podía ni abrir los ojos) hasta Tatiana Moskalkova, comisionada para los derechos humanos, instancia dependiente de la presidencia rusa, declaró que “es inadmisible obtener confesiones bajo tortura”.

Moskalkova se refería a que los propios servicios de seguridad que detuvieron a los atacantes grabaron y difundieron, a través de los canales de Telegram que utilizan para sus filtraciones, cómo le cortaron la oreja a uno y lo obligaron a comérsela o le colocaron electrodos en los genitales a otro que estaba tirado en el suelo con los pantalones bajados.

En cambio, las autoridades están siendo implacables con quienes se permitieron publicar en Internet comentarios inapropiados. Es el caso del empresario Nikolai Konasheka detenido el martes anterior por publicar en Facebook, que además es una red social prohibida en Rusia, “¿Por qué Crocus y no el Kremlin?, ¿Se equivocaron?”.

Konasheka se disculpó en un video distribuido por la policía de San Petersburgo y una corte lo condenó a catorce días de prisión administrativa. Su mujer, Roksana Shatunovskaya, tuvo que renunciar al cargo de directora general del centro de ocio “Novaya Golandiya” (Nueva Holanda) de San Petersburgo que ocupó los trece años recientes.

La filial del Comité de Instrucción en la Ciudad del Neva informó que abrió una causa penal contra Konashenka por “enaltecer el terrorismo”. Circulan al menos 11 videos de disculpa como el suyo.

Rusia no planea atacar Europa

Al conversar con graduados de una academia de pilotos del ministerio de Defensa en Torzhok, región de Tver, el presidente Vladimir Putin enfatizó que “es una rotunda estupidez afirmar que, después de Ucrania, estamos pensando en atacar Europa. (…) No tenemos ninguna intención agresiva respecto a estos países (de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN). Es absurdo pensar que podemos atacar Polonia, los países del Báltico o ahora están asustando a los checos. Es una sandez, el enésimo método para engañar a su población y sacarle más dinero, para que cargue sobre sus hombros todo el peso (del gasto militar). Y nada más”.

Putin también señaló que si la OTAN suministra a Ucrania aviones F-16, “los vamos a destruir, como estamos haciendo con los tanques, carros blindados y otro tipo de armamento occidental”. Y advirtió: “Pero si esos F-16 despegan de aeródromos de la OTAN, están donde estén, para nosotros serán un blanco legítimo”.

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