Ciudad de México. En diferentes calles de la colonia Ignacio Zaragoza, las autoridades de la alcaldía Venustiano Carranza advierten en carteles gigantes que reservar espacios de estacionamiento y cobrarlos para asistir al Gran Premio de México está estrictamente prohibido y quien resulte responsable de acomodar coches en doble fila será acreedor de una multa de mil 108 a 2 mil 171 pesos, según el Reglamento de Tránsito. Los vecinos los miran, algunos se quejan de que las autoridades no han atendido sus demandas para que instalen cámaras de seguridad que cubran toda la vía. Pero muy pocos cumplen las disposiciones.

En el negocio de renta y apartado de lugares, la tarifa por un día de actividades en la Fórmula 1 puede variar entre 200 y 300 pesos. Muchas veces depende de qué tan cerca está la casa de la avenida, afirma la señora Irma, comerciante y con al menos dos cajones disponibles en su garaje. Cientos de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana vigilan la zona colindante al autódromo Hermanos Rodríguez, sin que ningún habitante atienda el mensaje de los carteles.

Piedras, botes y huacales

¿Buscas lugar? ¿Adentro o afuera?, preguntan varios jóvenes con un trapo en la mano, señalando vías colmadas de piedras, botes, llantas y huacales de madera que sirven para que ninguna persona se estacione sin antes pagar su cuota. Doscientos cincuenta por todo el evento, es seguro, insisten. La única garantía para los automovilistas que aceptan el trato es la palabra de quienes cuidan el lugar. No hay recibos ni ningún tipo de respaldo.

Por casi todo el cuadrante, los vecinos aprovechan esta clase de fenómenos deportivos para tener ganancias con los servicios más básicos, como el uso del baño (10 pesos), la venta de agua, cervezas y bebidas energizantes en paquetes de promoción, además de un sinfín de artículos no oficiales de las escuderías de F1. Ahí está San Checo para que nos pase la primera curva, mi gente, llévelo y así seguro terminamos la carrera, grita un vendedor con una imagen modificada del piloto mexicano Sergio Pérez, convertido en una deidad.

La avenida 16, la más cercana al cruce con Ciudad Deportiva, sirve en la primera y segunda sesiones de prácticas del Gran Premio como resguardo para los vehículos policiales. Está cerrado, jefe, tiene que darle vuelta hasta la 47, indica un oficial mientras en los alrededores difícilmente quedan huecos para avanzar. Los seguidores de Ferrari y Red Bull que pasan cerca quedan impresionados por el rumbo que va tomando el deporte motor en estas calles.

Se detienen a hacer fotos, lanzan teorías de qué puede suceder en la carrera del domingo y regatean precios de gorras con el número 11 del tapatío. Tengo de 100 y 200 pesos, ofrece una vendedora en los límites del Viaducto Río de la Piedad, afectado por la presencia de manifestantes en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Por unas horas, el bloqueo sobre Circuito Interior y el bulevar Capitán Carlos León produce retrasos en la circulación y sus efectos son inmediatos en las zonas aledañas.

El color que predomina es el azul de Red Bull. En los puestos de comida, tiendas de abarrotes y estaciones del Metro todo parece encontrar el mismo cauce. ¡Vamos, Checo!, se lee en un anuncio publicitario en la estación Ciudad Deportiva, donde otros espacios promueven también la nueva serie del tricampeón mundial de la Fórmula 1, Ayrton Senna, que se-rá estrenada el 29 de noviembre en la plataforma de streaming estadunidense Netflix.

Como cada edición del Gran Premio en México, la colonia Ignacio Zaragoza se convierte en una vía muy transitada durante el día y poco activa de noche. Por esa razón, ningún vecino alarga su jornada después del final de un día de carrera. Todo vuelve a empezar hasta horas después, cuando los puestos, la comida y los objetos que apartan lugares en las calles retornan a su sitio sin pensar en los riesgos de multa.

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