El Museo de Arte Moderno (MAM) informó que organizará una actividad para hablar con profundidad sobre el lado surrealista del artista Alberto Gironella (1929-1999), quien tuvo amistad con André Breton (1896-1966), fundador y líder de este movimiento que este 2024 celebra sus 100 años.

Fue su amigo personal por surrealista, no por simpático, explicó a La Jornada su hijo Emiliano Gironella Parra, quien recordó una frase de Breton: Viva Gironella. El surrealismo no ha muerto. Sin em-bargo, expuso, en México no suelen considerarlo así y tienden a olvidarlo cuando se montan exposiciones en torno a aquel movimiento.

Por ejemplo, a Gironella Parra le extrañó que su padre no estuviera incluido en el apartado dedicado al surrealismo en Una tuna y una torre de luz sobre un pupitre, una de las exposiciones del programa Ficciones de la modernidad, que se inau-guró hace unos días en el MAM.

El texto de sala dice: “Las obras en este apartado muestran una serie de imágenes extraordinarias que derivan en un juego entre la percepción de lo real y lo imaginario; trabajos tanto de extranjeros que reformularon su liga con el surrealismo durante su estancia en México (Remedios Varo, Wolfgang Paalen o Alice Rahon) como de aquellos artistas nacionales que rechazaron ser vinculados con el surrealismo a pesar del carácter fantástico de su obra (Frida Kahlo, Manuel Álvarez Bravo o María Izquierdo).

También participan creadores mexicanos que absorbieron parte del lenguaje enigmático del surrealismo y la pintura (Rufino Tamayo, Roberto Montenegro o Carlos Mérida), así como nuevas generaciones que a las creencias populares locales, le sumaron los mecanismos insólitos del surrealismo (Enrique Guzmán, Xavier Esqueda, Pedro Friedeberg o Gelsen Gas).

Brenda Caro, curadora en jefe del MAM, explicó a este diario que Una tuna… no es una exposición sobre el surrealismo, y que toda la obra incluida proviene del propio acervo del recinto, no hay ningún préstamo externo.

Detalló que el museo cuenta sólo con seis obras de Gironella, entre arte objeto o mixta, estampa y pintura. Para su programa de exhibiciones se decidió trabajar con el acervo que “podíamos exponer con seguridad, porque algunas de las obras se encuentran en un proceso de conservación para asegurar su duración. Una de las obras de Alberto, Al alimón (1994), mixta sobre tela, estuvo todo el año pasado exhibida en la muestra Pop, político, punk; tenía que descansar”.

De acuerdo con Caro, el recinto no cuenta con obras de Gironella vinculadas a su época de surrealista. De haberlas tenido, por supuesto que hubieran sido expuestas. El óleo Reina Riqui (1974), por ejemplo, necesita un trabajo de intervención preventiva y nos parecía riesgoso colocarlo en sala.

Entre las piezas del acervo hay unas con tema de tauromaquia, por-que hubo una exposición, Pinturerías, en la que participaron muchos artistas. De esta muestra nos donaron una gran parte de las obras; sin embargo, “no nos parecían pertinentes en el marco de la lectura planeada de las exposiciones para celebrar los 60 años del MAM.

Alberto está incluido en el programa general de las seis décadas. Por supuesto, no podría estar afuera. Es tan relevante que su obra figura en el catálogo de las piezas más representativas de la colección, editado con motivo del aniversario, porque estamos completamente conscientes de su figura.

La curadora reconoció que no hay obras de Gironella en Una tuna.., pero sí la hay en En pugna, otra de las exhibiciones del programa Ficciones de la modernidad. Se trata del óleo El mesón (1959), incluido porque “desde el punto de vista del área curatorial permitiría dar una lectura mucho más amplia de la gran relevancia que tuvo Alberto, más allá de su parte surrealista, aunque entendemos que algunos consideran que toda su obra es surrealista, algo que puede estar a discusión.

En pugna es una exposición que habla precisamente sobre las disputas que fueron relevantes en las transformaciones y cambios de la conceptualización del arte en México. Se insertó allí la obra de Gironella a fin de entender la importancia que tuvo su producción en general, más allá de su vinculación específica con el surrealismo, sino cómo su obra fue disruptiva, en el buen sentido del término, desde el punto de vista de lo que implicó para la pintura y la manera de entender el arte en nuestro país en un contexto dado”, puntualizó Caro.

A Gironella se relaciona más con la generación de la Ruptura. Pero incluso, cuando se desmontó la casa parisina de André Breton y se subastó su contenido, un fragmento de ella, la sección detrás de su escritorio que era lo que más apreciaba, fue reconstruida en el Centro Cultural George Pompidou. Al centro del conjunto de obras y objetos se encuentra un cuadro de Alberto Gironella, el único de un artista del continente americano, indicó su hijo.

Gironella Parra añadió que si el óleo Francisco Lazcano en su taller (1965-66), que don Alberto dedicó a Breton, se incluyó en una muestra sobre el surrealismo en el Museo Nacional de Arte en 2012 fue porque él insistió. El cuadro, uno de los tres de Gironella en la casa de Breton, por azares del destino llegó a México y fue subastado por la Casa López Morton en 135 mil dólares.

Actualmente, en el Centro Vlady-UACM se presenta la exhibición Gironella y Vlady, los pintores del tiempo, que incluye varios libros de Breton dedicados a su amigo mexicano.

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