Madrid. En algunos pueblos de Valencia, como Paiporta, Chiva o Massanassa, el tiempo se detuvo hace justo un mes, cuando una depresión atmosférica aislada (DANA) o “gota fría” provocó una riada monumental que arrasó calles, casas e infraestructuras. El saldo provisional de esa jornada trágica, que vivió sus peores momentos durante la madrugada, es de 230 fallecidos, cuatro desaparecidos y decenas de miles de afectados. Para rememorar ese día y para exigir responsabilidades a los dirigentes políticos se celebraron una serie de concentraciones silenciosas en las que se encendieron veladoras para recordar a los muertos y se entonó de nuevo el grito de “ayuda” en las tareas de reconstrucción y en la vuelta a la “normalidad”.

Las lluvias torrenciales desbordaron aquel día presas y barrancos, lo que provocó que de forma inesperada muchos pueblos, en los que ni siquiera había llovido horas antes, sufrieran los estragos de una riada gigantesca que dejó a su paso destrucción y muerte. La DANA afectó a varias comunidades autónomas, si bien los principales daños se registraron en Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla-La Mancha.

Sólo en Valencia se vieron afectados 70 municipios, si bien en pueblos como Paiporta, Chiva, Aldaia, Pincanya, Sedaví, Benetússer y Alfafar prácticamente fueron destruidos todos los comercios, la mayoría de las escuelas y las principales vías de acceso. Y un mes después la situación sigue siendo crítica, con el tejido comercial paralizado, en las calles no se ven niños, la mayoría de ellos trasladados a otros lugares para seguir su escolarización o evitar peligros, y la desesperación y el hartazgo empieza a hacer mella en la población.

Juan es un trabajador del ayuntamiento de Paiporta y así explicó la situación un mes después: “Hay sótanos que siguen llenos de lodo tras un mes con el riesgo sanitario que eso conlleva. Se ha quitado lo gordo, el barro y el lodo, pero no tenemos parque ni polideportivo ni colegios.Y sentimos que la ayuda empieza a desaparecer”. Otro vecino afectado, José Murat, un jubilado de 70 años, insistió en que “hace falta mucha ayuda. Además psicológicamente estamos muy tocados. Físicamente, muy cansados y si no fuera por empresas privadas, por el voluntariado estaríamos aún peor. Las administraciones públicas, cero”.

El sentir de la mayoría de los afectados con los responsables políticos es adversa; en primer lugar contra sus propios alcaldes, a quienes en ocasiones les han reclamado más celeridad a voz en grito, pero también contra el presidente autonómico, el derechista Carlos Mazón, al que le exigieron su dimisión en la multitudinaria manifestación de 130 mil personas del pasado 9 de noviembre, y, finalmente, contra el gobierno central, presidido por el socialista Pedro Sánchez, al que le señalan por la lentitud en la respuesta del Ejército, la falta de ayuda en los días posteriores y que las supuestas ayudas que han aprobado no están llegando a los afectados.

Una percepción que contrasta con los datos oficiales, que sostienen que un mes después, 20 mil efectivos profesionales siguen desplegados en las zonas afectadas, donde los trabajos están centrados en extraer el lodo de los garajes y retirar los 120 mil vehículos destrozados. Además de los cuantiosos recursos económicos que supuestamente ya hay disponibles y que superan los 17 mil millones de euros. Además los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por fuerza mayor afectan ya a casi 27 mil trabajadores.

Pero los damnificados insisten en su clamor: “Estamos muy cansados porque esto no avanza”, resumió Carlos, un vecino de Aldaia que imploró que “¡por favor, no nos dejen solos!”. 

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