En unos 15 años la presencia de las mujeres en la investigación de las matemáticas se podría consolidar para dejar de tener sólo casos esporádicos, consideró Alma Saraí Hernández Torres, quien recibió la Beca para las Mujeres en la Ciencia 2024, que otorgan el instituto L’Oréal México y la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), en conjunto con la oficina de la Unesco en nuestro país y la Comisión Mexicana de Cooperación con ese organismo internacional.

En entrevista con La Jornada, la también académica mencionó que la participación de las mujeres en esta área del conocimiento es baja y dependiendo del nivel de estudios (licenciatura, maestría, doctorado o plaza de investigación) se reduce aún más.

Contó que cuando ella estudió el doctorado, era la única mujer en el seminario de probabilidad, y no había una reflexión en torno a la importancia de que estuviéramos involucradas en la ciencia.

Ahora, dijo, en las instituciones de educación pública se han hecho esfuerzos para revalorar nuestra contribución y se ha avanzado, pero quizás los cambios más importantes los veamos en 15 años, cuando las chicas que hoy ingresan en licenciatura se postulen para una plaza de investigación.

Originaria de Guadalajara, Jalisco, Hernández Torres es egresada de la Universidad de Guanajuato y del Centro de Investigación en Matemáticas. Obtuvo su maestría y doctorado en la Universidad de Columbia Británica, en Canadá. Después realizó una estancia posdoctoral en el Instituto Tecnológico de Israel y desde julio de 2022 es parte del Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Obtuvo la Beca para las Mujeres en la Ciencia L’Oréal-Unesco-AMC 2024 por su trabajo Geometría emergente en procesos estocásticos discretos: transiciones de fase y criticalidad, que analiza una forma de ver algo que cambia con el tiempo de manera aleatoria o impredecible, pero con ciertas reglas matemáticas. Aunque el concepto parece alejado del ciudadano común, en realidad no lo es, explica, ya que tiene que ver con la probabilidad de que una moneda caiga águila o sol en un volado, la variación en la bolsa de valores o el número de clientes en la fila de un banco y el tiempo que tardan en ser atendidos.

La investigadora ve las matemáticas como una actividad social y considera que gran parte de tener éxito en ellas radica en la calidad de los intercambios entre compañeros.

“Nuestros experimentos son una construcción lógica, la forma en que comprobamos nuestro trabajo es diciéndole a otra persona nuestros pasos, quien al escucharlos puede identificar si el planteamiento es claro o no, o sugerir cómo puede arreglarse. Si uno está solo, es fácil confundirse.

Nuestros laboratorios son los pizarrones, las conversaciones que tenemos con nuestros colegas y las simulaciones por computadora, de tal manera que puede haber momentos solitarios, pero una gran parte transcurre en charlas con nuestros pares.

Hernández Torres reconoció que se inspira en la iraní Maryam Mirzakhani, la primera mujer en ganar la Medalla Fields –considerado el premio Nobel de las Matemáticas–, por sus contribuciones en los campos de la geometría y los sistemas dinámicos. Mirzakhani murió de cáncer de mama en 2017, a los 40 años de edad.

Ella habló de una forma muy apasionada sobre esta área del saber, pero su historia de vida no debió ser sencilla al nacer en un país como Irán, y después mudarse a Estados Unidos. Debió sobreponerse a muchas dificultades para perseguir su sueño y hacerlo de una manera excepcional. Solía decir que la belleza de las matemáticas sólo se revela a los seguidores más pacientes.

Muchos de los modelos que trabaja Hernández Torres pueden generar avances en áreas como la computación o la inteligencia artificial.

En un mensaje a las nuevas generaciones, la galardonada resaltó que quien se dedica a la ciencia de los números tiene un privilegio enorme, porque tiene un mundo hermoso y fascinante por delante. Invitaría a los estudiantes a que acepten el desafío y se dejen cautivar por las matemáticas.

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