Rescatar una historia de la que se ha hablado poco es la intención de Por un arte al servicio del pueblo: Frente Nacional de Artes Plásticas [1952-1963] (Talamantes Editores, 2024), libro que acaba de ser publicado por Raúl Cano Monroy, cuyo punto de partida fue el Archivo Rosendo Soto así como otros fondos documentales.

En esta historia se enfrentan dos “bandos”, los representantes de la Escuela Mexicana vistos como obsoletos y dictatoriales, y los artistas abstractos de la Ruptura, sinónimos de la contemporaneidad. De la generación de la Ruptura “se ha investigado y escrito mucho, pero no de la visión en ese momento de la Escuela Mexicana”.

De acuerdo con Cano Monroy a pesar de que la abstracción estaba fundamentada como una “vanguardia internacional”, no era más que “un plan de homogenización estilística cuyo propósito era diluir el mensaje social en la pintura latinoamericana, justo cuando los tiempos corresponden a la posguerra y, a la vez, a la llamada Guerra Fría”.

Para ser más preciso, a finales de 1951, Soto sufrió un accidente de tránsito que requirió de cierto tiempo de convalecencia. Además de pintar, recibía a sus colegas y amigos con quienes “comenzaron a llegarle ciertos rumores de la gestación de un fuerte ataque a la pintura mexicana de corte realista socialista. Tal agresión se orquestraba desde Estados Unidos, específicamente en la Organización de Estados Americanos y su división latinoamericana de artes visuales, dirigida por el cubano José Gómez Sicre, quien trataría de impulsar la pintura abstracta como un arte de ‘vanguardia’ tanto en México como en toda Latinoamérica mediante el patrocinio y la fundación de museos, desterrando así la pintura de corte social-realista”.

De allí que se formó en 1952 el Frente Nacional de Artes Plásticas (FNAP) para defenderse de este antagonismo. Sus bases estaban en la extinta Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios del Sindicato de Pintores y Escultores, fundada en los años 30, y la Sociedad para el Impulso de las Artes Plásticas, agrupaciones fundadas en .

Se adhirieron artistas de renombre como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo, así como otros que no contaban con una trayectoria relevante, eran relegados y no se incluían en las exposiciones oficiales. La promoción artística y la organización de muestras itinerantes en México y el extranjero, fue una de las actividades del FNAP. En mayo de 1952 se efectuó una Primera Asamblea Nacional del Frente en la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Otra actividad fue la defensa del patrimonio arquitectónico: “Al enterrarse de los atentados contra el patrimonio nacional en la ciudad de Puebla, la sección uno del FNAP convocó a evitar la destrucción del centro histórico poblano, específicamente lo que quedaba aun de la Casa del Deán (siglo XVI), que borraron del catálogo oficial de monumentos coloniales de dicha ciudad y corría peligro de ser demolida totalmente”.

El FNAP desapareció en 1963. Rosendo Soto (1912-1994) guardó en vida su archivo “con la finalidad de que en un futuro se conociera la verdadera historia del Frente, porque hubo intentos de borrar su creación y existencia”, afirma Cano Monroy. El presente libro se complementa con otros fondos documentales, por ejemplo, el fotográfico de Naya Márquez, así como el de Diego Rivera que resguarda Juan Coronel Rivera.

Márquez fue uno de los comisarios –la única mujer– que llevó a Alemania la muestra colectiva Exposición de pinturas y grabados mexicanos, en la que se incluía el mural Gloriosa victoria, retrato de familia (1954), de Rivera, que durante mucho tiempo se consideró “perdido”, hasta que se ubicó en el Museo Puhskin, en Moscú. En el archivo de Coronel Rivera se encuentra correspondencia de su abuelo relativa a la exhibición.

Ésta es la primera vez que se hace un libro con la historia comentada del FNAP, sin embargo, no es exhaustiva porque “eso nunca pasa. Hay muchos artistas que pertenecieron al Frente, en cuyos archivos hay correspondencia, pero no los teníamos identificados. Es muy posible que se haga una segunda parte del libro, a fin de integrar las otras visiones de los artistas que participaron. Está el caso, por ejemplo, de Eloy Cerecero Sandoval, pintor quien hizo obra mural en Coahuila, luego en los años 50 del siglo pasado vivió en la Ciudad de México. Formó parte del comité directivo del FNAP con José Chávez Morado, Francisco Dosamantes, Xavier Guerrero y Rosendo Soto”. Se le dedica un capítulo.

El libro comprende textos de Cano Monroy, Coronel Rivera, Rina Lazo, Karen N. Juárez y Luz Elena Soto Martínez. 

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