Ciudad de México. En las próximas cinco semanas, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) inspeccionará más de medio millón de árboles de navidad importados, aunque en las zonas forestales del país hay áreas que se dedican a la producción de estos ejemplares que cuentan con certificación internacional.

El riesgo de las importaciones, que en los últimos cinco años se han reducido, es que los árboles naturales de los géneros Pinus y Abies traigan plagas como insectos, ácaros u hongos patógenos.

Por ello, la Profepa desplegó un operativo desde ayer y hasta el próximo 7 de diciembre en ocho puntos de entrada ubicados en los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en donde sus inspectores revisarán cada lote de árboles para prevenir riesgos fitosanitarios que pudieran afectar a los ecosistemas forestales mexicanos y evitar repercusiones en las cadenas de valor asociadas al sector forestal y agrícola.

Para este 2024 entrarán al país 550 mil árboles de navidad, principalmente de Estados Unidos. Esta cantidad es similar a la de los últimos cinco años, pues entre 2019 y 2023 se registraron importaciones de alrededor de 600 mil ejemplares anuales.

En contraste, entre 2011 y 2014 fueron los años de mayor ingreso de árboles al país, con un promedio de poco más de un millón, indican datos de la Profepa.

En las inmediaciones de la Ciudad de México hay sitios donde la gente puede seleccionar y comprar árboles producidos de manera sustentable por comunidades como la de Villa del Carbón, estado de México, que cuenta con la certificación internacional Forest Stewardship Council (FSC), de acuerdo con la organización Reforestemos.

También hay sitios autorizados en las alcaldías Milpa Alta, Magdalena Contreras y Tlalpan, como en las comunidades de Parres y San Miguel Ajusco.

Entre las principales especies nacionales que se producen se encuentran el pino vikingo o pino navideño, el cual es de precio muy accesible, olor intenso y agradable; otros ejemplares son el pinabete, el pino prieto, el oyamel y el cedro blanco.

Al adquirir un árbol de navidad en estos lugares, donde se colabora con el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales –ya que se plantan para satisfacer la demanda sin afectar los bosques naturales, proporcionan oxígeno y nutren el suelo–, se generan empleos y recursos para las comunidades que los producen, indica la organización.

Contrario a lo que se piensa, que un árbol artificial es una mejor opción porque se utiliza varias veces, en realidad éste producto tardará cientos de años en degradarse, ya que son de un plástico y contiene plomo y otras sustancias tóxicas.

En contraste, un arbolito de navidad natural, cuando se recicla son utilizados como composta o fertilizantes orgánicos que ayudan a continuar nuevamente con el ciclo de vida de nuevos ejemplares.

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