Madrid. En la campaña de las elecciones autonómicas catalanas del próximo 12 de mayo ha calado entre los principales partidos políticos una idea: arrinconar a las dos fuerzas de extrema derecha que existen en la región, la españolista Vox y la ultranacionalista Alianza Catalana, que se autoproclama abiertamente “islamófoba” y contraria a la entrada de migrantes de países de tradicional musulmana. En el último debate electoral, precisamente, salió a colación el complejo fenómeno de la migración, que para algunas formaciones políticas es la única manera de garantizar la pensiones y la subsistencia del Estado y, para otros, un riesgo de perdida de identidad y de aumento de la violencia y la criminalidad.

Los comicios en Cataluña tendrán un resultado complejo, que requerirá de acuerdos a varias bandas para alcanzar la mayoría suficiente para formar gobierno y evitar así el escenario que muchos ven como muy probable, la repetición electoral. De ahí la importancia del compromiso que fijaron la mayor parte de los candidatos en el último debate electoral, que fue el de no alcanzar pactos con la extrema derecha y no apoyarse en ningún caso en esas fuerzas para lograr la investidura. Así lo hicieron tanto los principales partidos independentistas, Junts per Catalunya (JxCat), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Candidatura de Unidad Popular (CUP), así como los partidos autonomistas, el Partido Socialista de Cataluña (PSC), el Partido Popular (PP) y En Comú Podem.

Todos ellos miran con preocupación el crecimiento electoral en la región de dos partidos de discurso ultraderechista, muy en la línea de este tipo de partidos en otros países europeos, como son Vox, que en las últimas elecciones autonómicas sumó más de 215 mil votantes y logró hasta 11 diputados en el Parlamento regional. La otra fuerza política de extrema derecha es Alianza Catalana, de nueva creación y que es fruto de una escisión de JxCat, que es a su vez el nacionalismo tradicional de la derecha. Y el discurso de este nuevo partido, además de pugnar por la independencia, es de alto voltaje xenófobo, con su líder, Silvia Orriols, que es a su vez alcaldesa de una de las ciudades más pobladas de la región. Ripoll, que se declara abiertamente “islamófoba”: “Catalana soy, islamófoba también”, afirmó, además de sostener que “cualquier persona que venga de fuera de Cataluña es un inmigrante”. Su partido también aboga por luchar contra “la entrada masiva de migrantes musulmanes; se trata de un error que podemos pagar muy caro, porque básicamente los musulmanes no reconocen las democracia europeas ni nuestras leyes civiles”. Las encuestas le dan hasta tres diputados autonómicos, que podrían ser cruciales en la formación de mayorías para formar un gobierno de cara a los próximos cuatro años.

 

 

 

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