Ciudad Juárez, Chih. En la presentación de su libro La Pintura en la Pared, Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales, en esta población fronteriza, Luis Hernández Navarro recordó a la corresponsal de La Jornada en Chihuahua, Miroslava Breach Velducea, asesinada el 23 de marzo de 2017 en la capital del estado.

El caso, puntualizó el escritor y periodista, así como coordinador de Opinión de La Jornada sigue reinando en la impunidad como el de muchos estudiantes y profesores egresados de las normales rurales del país, temática del texto publicado por el Fondo de Cultura Económica.

“Hablar de normales rurales en México implica pedagogía transformadora del mundo rural y político como muestran las de Salaices y Saucillo en el estado de Chihuahua, por lo que pasó ahí”, expuso Hernández Navarro.

“Estudiantes y profesores se vincularon a las tomas de tierras, movimientos sociales y campamentos de apoyo y luego al surgimiento del Grupo Popular Guerrillero, que realizó el ataque al cuartel militar de la ciudad de Madera, el 23 de septiembre de 1965”, agregó.

Esta epopeya, abundó el autor de La Primavera Magisterial, el ataque al cuartel trajo experiencias políticas y ataques a las normales con el argumento de que eran nidos de comunistas, lo que ocasionó que durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz al menos la mitad de ellas fueran cerradas.

El libro La Pintura en la Pared, Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales fue presentado durante la Feria del Libro de la Frontera (FELIF) 2024, que se celebró del 21 al 30 de junio en las instalaciones del Centro de Convenciones Injectronic; como comentarista del texto participó César Silva.

Un capitulo especial del volumen que presentó Luis Hernández ante activistas y maestros rurales es el de la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando fueron desaparecidos 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

Este evento, recordó, “desató una campaña de intimidaciones contra los estudiantes, tanto los desaparecidos como los que siguieron en el plantel, con información basura por parte de la mayoría de los medios; responsabilizando a los padres de familia de esta situación”.

Luis Hernández, quien ha documentado las luchas sociales en México (entre ellas la del magisterio y el normalismo), refirió que cuando se fundaron las primeras normales rurales en 1922 en Michoacán y durante el cardenismo, la iglesia católica atacó a las normales rurales, “diciendo que eran escuelas del diablo, y presionando a los papás para que sacaran a sus hijos con la amenaza de excomulgarlos”.

También se generó una campaña de persecución contra los egresados de estos planteles, quienes al salir estaban comprometidos con el agrarismo mexicano, con las demandas de la revolución mexicana y la educación socialista.

Hernández Navarro subrayó que las normales rurales llevan aguantando 102 años o más de ser estigmatizadas. Dijo que no hay que olvidar que estas escuelas surgieron el mismo año que se da el muralismo mexicano y en las paredes de la mayoría de estos planteles se encuentran plasmadas grandes murales con temas sociales.

Mencionó que al egresar de sus planteles y hacer prácticas o tener una plaza, los normalistas se encuentran con la realidad rural en sus lugares de origen, donde se vinculan a las luchas por tierra, mejores condiciones de vida y otras demandas.

Luis Hernández apuntó que en la actualidad las normales siguen teniendo problemas para obtener presupuesto suficiente, ya que ser parte de este sistema educativo implica tener un dormitorio y comedor para los alumnos.

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