El trabajo del grabador e ilustrador José Guadalupe Posada es como México: infinito, asegura el caricaturista Gonzalo Rocha, quien pasado mañana inaugura su exposición Posada: La vida no vale nada… Y la hoja suelta un centavo, en el Complejo Cultural Los Pinos.

Tras seis años de profunda admiración y estudio, el colaborador de La Jornada presenta una colección de 30 piezas que exploran diversos aspectos de la creación posadista, desde litografías hasta grabados y serigrafías. Posada logró desarrollar un estilo muy mexicano, explicó Rocha en entrevista, quien rinde homenaje a este ícono de la gráfica nacional.

Entre risas y reflexiones, destacó la versatilidad de Posada: “Él hizo de todo: ilustraciones para niños, recetarios de cocina, calaveras, cartón político… y siempre encuentra uno algo nuevo. Es como si su obra estuviera viva, revela cosas que no habías visto antes”.

Esta inmensidad de posibilidades ha mantenido a Rocha cautivado, permitiéndole redescubrir a Posada desde diferentes ángulos. Es un trabajo que nunca se agota, afirmó.

Sin embargo, la conexión entre Posada y Gonzalo Rocha (Ciudad de México, 1964) va más allá de la admiración. Como caricaturista, este último también enfrenta la presión de entregar su trabajo en plazos ajustados. Reconoce que mucho de la técnica de Posada tiene que ver con desarrollar una manera rápida de hacer las cosas.

A diferencia de Posada, quien trabajaba con rapidez al utilizar sus máquinas, Rocha prefiere tomarse su tiempo ahora que esas técnicas han quedado obsoletas. No obstante, su labor en el cartón político refleja la urgencia de capturar la realidad de su época.

La muestra, que también incluirá la presentación de la novela gráfica homónima el próximo 2 de noviembre, en el mismo espacio cultural, es una reinterpretación personal de la obra del grabador. Rocha no sólo admira a Posada como caricaturista, sino que también utiliza su trabajo como base para experimentar con otros estilos.

De repente hago cosas picassianas, otras veces me voy a lo pop, siempre abordando a Posada. Lo uso como referencia para transformar su trabajo, dijo, y añadió que este ejercicio creativo le ha permitido explorar facetas que Posada no tocó, como el erotismo, presente en varias piezas de la exposición.

Muerte y violencia, siempre presentes en México

El título de la muestra, que evoca la célebre canción de José Alfredo Jiménez, no es casualidad. Rocha señaló que podría ser un vaso comunicante entre ambos: Posada retrató una vida muy violenta y catártica, llena de muertes, como lo hace la canción. Desafortunadamente, esa violencia sigue siendo vigente en México. Parece que siempre hemos sido un país donde la muerte está presente, y Posada lo reflejó mejor que nadie.

Además, Rocha integra la crítica social y política en su obra, herencia de Posada. Aunque simpatiza con el actual gobierno, sostiene que el papel del caricaturista es ser crítico.

El poder nunca es perfecto. Hay que encontrar espacios para la crítica, y eso es algo que Posada también hacía. A pesar de que los muralistas mexicanos lo mitificaron como un artista comprometido, Rocha lo considera más bien un retratista de la vida cotidiana, quien capturaba las tensiones sociales sin ser necesariamente activista.

Rocha reflexionó sobre las técnicas que utiliza, muchas de las cuales comparten raíces con las que empleaba Posada en el siglo XIX. Posada usaba la litografía, el grabado y la serigrafía, que en su momento eran medios de reproducción. Hoy se ven como técnicas artísticas, pero en su tiempo buscaban hacer su obra más accesible.

El montaje, que incluirá 47 de las 150 páginas de la novela gráfica, se realizó con la beca del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales. Rocha comenzó este proyecto en plena pandemia, cuando la posibilidad de exponer parecía lejana. Sin embargo, tuvo la oportunidad de llevarlo primero a Oaxaca, luego a Mérida, Durango, San Luis Potosí y Querétaro, hasta llegar finalmente a la Ciudad de México.

La trayectoria del monero en La Jornada se presenta como un viaje de aprendizaje continuo, donde cada página del periódico se convierte en una lección de arte y política. Aquí ha sido una escuela, sostiene, ya que en sus años de trabajo ha tenido la libertad de explorar y experimentar, lo que ha permitido que su obra se enriquezca con las voces y las historias que giran en torno a la realidad mexicana.

“Siempre he estado muy vinculado al arte y a la gráfica. Rindo homenaje a nuestro director y mentor, Carlos Payán, quien siempre nos auspició en nuestros experimentos creativos. Fue gran amigo de Rufino Tamayo y Francisco Toledo, quienes aportaron sus obras para financiar un periodismo independiente.

La obra de Posada es una fuente inagotable de inspiración y un espejo que refleja la realidad mexicana a través de los siglos. En muchos aspectos, continúo con su legado: una obra profundamente nacional y, al mismo tiempo, universal, con gran capacidad de síntesis, sofisticada, y siempre enfocada en el presente, concluyó.

La exposición Posada: La vida no vale nada… Y la hoja suelta un centavo se inaugurará el próximo sábado a las 12 horas en la cabaña 1 del Complejo Cultural Los Pinos.

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