Madrid. La mayoría de los países europeos fueron imperialistas y, por tanto, su historia, la remota y la reciente, está plagada de atropellos, masacres, expolios, genocidios y la imposición de sistemas segregadores que perpetuaron una de las mayores vergüenzas de la historia de la humanidad: la esclavitud.

Destacan, por la gravedad del daño causado a las poblaciones originarias Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Portugal, Dinamarca y España. Los únicos que han tenido algún gesto de disculpa o perdón por sus crímenes colectivos son Países Bajos, Bélgica, Italia, el Vaticano, Portugal, Dinamarca y Alemania.

Uno de los detonantes para que los políticos europeos entendieran que ese pasado de agravio seguía vivo y era necesario mirarlo de frente fue el movimiento Black Lives Matter, que surgió en Estados Unidos pero que se extendió a todo el mundo y situó a la esclavitud, el racismo y la explotación humana por el color de la piel como un asunto de actualidad. Esta semana, el gobierno español rechazó asistir a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, porque no fue invitado el rey Felipe, debido a que él rehusó la solicitud del presidente Andrés Manuel López Obrador de pedir perdón por los abusos cometidos durante la colonia y así empezar una nueva etapa en la relación entre ambos países.

Algunos países europeos dieron los primeros pasos para resarcirse con su propio pasado y con las sociedades de sus ex colonias, donde se sigue exigiendo verdad, justicia y reparación.

En Namibia y Tanzania

Alemania fue el primer país en manifestarse y asumió sólo una parte de esa historia de oprobios, la que se refiere a la masacre de miles de personas de las etnias herero y nara en Namibia y Tanzania, que fueron exterminadas por el ejército del Imperio germano entre 1904 y 1908. El gobierno alemán, entonces presidido por Angela Merkel, lo definió sin paliativos como un genocidio, y pidió perdón de forma pública en mayo de 2021, y luego en la propia Tanzania, en una visita oficial del jefe del Estado alemán, Frank-Walter Steinmeier, en noviembre pasado. Me inclino ante las víctimas del dominio colonial alemán, y como presidente alemán, me gustaría pedir perdón por lo que los alemanes hicieron aquí a sus antepasados, expuso Steinmeier ante el monumento conmemorativo en Songea, ciudad del sur de Tanzania, región que fue escenario de desmanes hace algo más de un siglo. Entre 1905 y 1907, soldados alemanes causaron la muerte de entre 200 mil y 300 mil personas en la rebelión Maji-Maji de varios pueblos nativos, que se levantaron contra el trabajo forzoso al que les obligaba la potencia ocupante. Junto con ustedes me duelo por los demás que fueron ejecutados; cualquiera en Alemania que sepa más sobre la historia colonial alemana debe estar horrorizado por la magnitud de la crueldad, afirmó Steinmeier.

El pasado Congo belga

Uno de los pasajes más crueles del colonialismo europeo lo tiene Bélgica, que desarrolló un régimen de terror, explotación y segregación en sus colonias africanas, pero sobre todo en el Congo, donde sometió a su población a largas jornadas laborales con el único fin de aumentar las arcas del Estado y de la monarquía belga. En junio de 2020, el rey Felipe envió una carta al gobierno del Congo expresando su más profundo pesar por las heridas causadas en el pasado, así como por el sufrimiento y la humillación.

El monarca señaló: Quiero expresar mi más profundo arrepentimiento por las heridas del pasado cuyo dolor revive hoy por la discriminación aún demasiado presente en nuestras sociedades, en un discurso en el que no se refirió al principal responsable del asesinato y las mutilaciones de millones de congoleños, su antepasado en el trono Leopoldo II.

Desde Mauritania hasta Senegal

El expediente de Francia como país colonizador es también desolador, sobre todo en naciones como Argelia, donde impuso un régimen de terror. El país no ha pedido perdón de forma expresa, pero sí comenzó una campaña por la reconciliación, que consistió en varios viajes del presidente Emmanuel Macron, en 2017, a las antiguas colonias, sobre todo allí donde se registraron los principales actos de violencia y esclavismo, como Mauritania, Costa de Marfil o Senegal. En cuanto a Argelia, en un discurso, el jefe del Estado francés reconoció que su colonización fue un crimen contra la humanidad y lamentó las torturas perpetradas contra la población del país.

Además, Francia reconoció su responsabilidad en otro de los pasajes más dramáticos de la historia reciente en África, el genocidio en Ruanda, en el que alrededor de 800 mil personas, pertenecientes a los tutsis y hutus, fueron ejecutadas.

Heridas en Libia y la religión

Italia y el Vaticano también han entonado un mea culpa por su historia colonial. El gobierno del entonces primer ministro Silvio Berlusconi en una visita a Libia habló de las profundas heridas causadas por su pasado imperialista y se comprometió a llevar un paquete de inversiones de 4 mil millones de euros destinados a proyectos de infraestructura, como un gesto para resarcir las heridas.

Desde el Vaticano, el actual papa Francisco se disculpó por la complicidad de la Iglesia católica en los episodios violentos de la Conquista: Alguno podrá decir, con derecho, que cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia, al tiempo que reconoció estar consternado porque se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios.

Sudáfrica y el apartheid

Los Países Bajos también sembraron de terror sus ex colonias y en algunos casos, como en Sudáfrica, sus colonos fueron, junto con los británicos, los responsables de desarrollar e implementar el apartheid, el sistema de segregación racial que fue abolido en 1992. Pero en 2020, Países Bajos indemnizó por primera vez a las víctimas de la violencia colonial en Indonesia y se disculpó por la violencia de sus tropas, sobre todo la relativa a la década de 1940 cuando miles de varones fueron asesinados.

Las denominadas acciones policiales de las tropas neerlandesas contra los rebeldes nacionalistas que pretendían la independencia fueron sangrientas. En marzo de 2021, el rey Guillermo fue el responsable de exponer su perdón por lo que llamó abuso de violencia.

Con más culpas en África

Reino Unido, quizá uno de los países con más culpas que purgar, sí pidió perdón parcialmente y sólo por alguno de ellos, al disculparse con el pueblo kikuyu de Kenia por los ultrajes a los que fue sometido en los años 50 del siglo XX, durante la campaña de contrainsurgencia contra la guerrilla Mau Mau. Además, durante su visita a India, el entonces primer ministro, David Cameron, se disculpó por la masacre de Amritsar, que data de 1919, la cual dejó al menos 400 personas muertas y mil heridas.

Los agravios del imperio británico son muchos más y se extienden por todo el mundo, desde Tasmania a Jamaica, pasando por Irak, Malasia, Afganistán, África, India y, por supuesto, los pueblos originarios de lo que hoy es Estados Unidos.

Tráfico de personas

El pasado colonial de Portugal, que durante una época llegó a dominar una buena parte del continente africano y en América extendió sus garras en Brasil, pidió perdón por su participación en el tráfico de esclavos, al que puso fin en 1836; se calcula que los barcos portugueses y brasileños transportaron a cerca de 6 millones de esclavos durante 400 años, casi la mitad del total de personas que cruzaron el Atlántico como mano de obra.

Imposición en Groenlandia

El país nórdico pidió perdón a su ex colonia Groenlandia por uno de los programas más siniestros de su historia reciente: el secuestro de 22 niños de familias groenlandesas para trasladarlos a su país en un intento por cerrar la brecha cultural con su entonces dependencia administrativa. El experimento consistía en llevar a los niños a Dinamarca, donde se les prometió una vida mejor, pero alejada de sus familias de origen. La idea era que tiempo después regresaran a Groenlandia como daneses asimilados para formar una futura élite que enlazara Copenhague (capital de Dinamarca) con Nuuk (capital de Groenlandia). No podemos cambiar lo que sucedió. Pero podemos asumir la responsabilidad y disculparnos con aquellos a quienes deberíamos haber cuidado pero no lo hicimos, dijo en su perdón público, 70 años después, la primera ministra Mette Frederiksen.

Compartir