Luis Alberto Venado López fue noqueado de manera brutal por Angelo Leo en agosto pasado cuando defendía el campeonato mundial pluma de la Federación Internacional de Boxeo (FIB). Una zurda se estrelló con potencia en el rostro del mexicano; su cabeza se sacudió por el impacto y al caer rebotó laxa sobre la lona. Tumbado boca arriba y con la mirada extraviada, parecía buscar algo inexplicable en las lámparas que iluminaban el cuadrilátero. Después de varios segundos, logró reaccionar y se puso de pie, algo que algunos médicos evitan por protocolo, y preguntó perturbado: ¿Dónde estamos? Como si ese golpe hubiera borrado los 10 episodios de aquel duro combate en el Coliseo Tingley, en Alburquerque, Nuevo México.

Unos días después, Venado López publicó un breve video grabado desde su automóvil en el cual desmentía que le quedaran secuelas, que sólo había sido el susto, aunque dijo que había sufrido una pequeña hemorragia en el cerebro. Esa declaración desató versiones de que el peleador de Mexicali tenía una lesión que ponía en duda la posibilidad de volver al cuadrilátero.

Ni la salud ni la carrera del Venado López están en riesgo, desmintió ayer su manejador Enrique Kiki Magaña en conversación con La Jornada.

Después de la pelea se le hicieron pruebas por un posible sangrado menor, pero nunca se detectó algún derrame, por lo que se le hizo una resonancia para descartar cualquier secuela, agregó.

El regreso a los entrenamientos

El peleador recién se incorpora otra vez a los entrenamientos, tras un descanso de un par de meses, cuenta Magaña, pero no tiene planeado volver antes de febrero. Es decir, no antes de seis meses de aquel terrible impacto.

Cuando ocurre un nocaut, las comisiones tienen protocolos para el regreso a la actividad de los peleadores. En la Ciudad de México, por ejemplo, se establece que las boxeadoras y boxeadores deben guardar un descanso de 30, 60 o 90 días según la severidad de la conmoción. Antes de volver a pelear, deben realizarse una serie de evaluaciones para recibir la autorización médica. En los casos como el que sufrió Venado López, suelen recomendar un receso de seis meses.

“Apenas regresa al gimnasio, pero sigue con vigilancia médica. Para poder volver a pelear, Top Rank, la empresa que lo representa, nos exige una serie de estudios rigurosos para descartar cualquier secuela y un peligro para la salud del Venado. Nosotros también lo haremos, jamás pondríamos en riesgo a uno de nuestros peleadores”, afirmó Magaña.

El verdadero riesgo –recordó Kiki– en aquella noche del nocaut al Venado fue la negativa de la Comisión de Nuevo México, que no quería hacerse responsable para el traslado al hospital donde le tenían que realizar una serie de exámenes.

Después de que López reaccionó y pudo mantenerse en pie, los representantes de la Comisión de Nuevo México querían que se retirara a descansar e insistían que no era necesario que lo llevaran a un hospital.

“Nos dijeron que estaba bien, que ya había reaccionado y no era necesario revisarlo en profundidad. Pero nosotros les reclamamos, nos aferramos a que tenían que hacerle una resonancia y otros estudios. Ellos querían que nos fuéramos, para así evitar hacerse responsables, porque una vez que sales de la arena, deja de ser un asun-to que involucra a la Comisión, pero nosotros les dijimos que no y que Venado iría a que lo evaluaran aunque se opusieran”, relató Magaña.

Es increíble que en Estados Unidos existan comisiones que pongan en peligro a los boxeadores con tal de no hacerse responsables por alguna lesión. Claro, no todas son así, pero las hay porque ya me ha tocado pelearme para que cumplan por el bien del peleador.

Pasados los meses, Magaña habló con Venado y le preguntó qué pensaba sobre su futuro, si deseaba continuar o si existía la posibilidad del retiro. Pero el peleador de Mexicali afirmó que si los exámenes no lo impiden, está convencido que desea seguir su carrera en el cuadrilátero.

Esa derrota ante Angelo trastornó todos los planes que tenía López. Si ganaba esa pelea buscarían a la estrella japonesa, Naoya Inoue, hoy campeón indiscutido en peso supergallo. Incluso su manejador asegura que le preguntaban desde aquellas tierras sobre tal posibilidad.

“Ahora todo es distinto, primero hay que ver el estado del Venado, aunque todo indica que está muy bien. Pero necesita regresar a probarse porque después de aquella derrota no tiene mucho tiempo; es un peleador de 31 años y a esa edad debe aprovechar lo antes posible”, comentó Magaña.

Venado López es un púgil que empezó tarde. En una carrera donde las promesas empiezan a destacar en la pubertad o adolescencia, el de Mexicali arrancó ya entrado en la veintena. Si es común que los peleadores alternen combates difíciles con algunos menos complicados, para un atleta maduro no hay tiempo para la especulación, reconoce el manejador.

Tiene una carrera en la que ha recibido muchos golpes, muchas guerras como se le dice, pero es que en este momento tiene que aprovechar para enfrentar a los mejores rivales y ganar las mejores bolsas, apunta Kiki.

Si está en orden su estado médico, nadie le puede negar el derecho a continuar de boxeador, aunque haya sido muy castigado en su carrera, expuso el manejador. Venado salió de un barrio muy pobre, la colonia Centinela, en Mexicali, Baja California. Una zona con calles sin pavimento, azotada por la marginación y por distintas formas de violencia.

Es un guerrero y no va dejar-se vencer tan fácil. Salió de ahí, de ese barrio, y el boxeo le cambió la vida; si nada se lo impide, no lo va dejar, de eso está convencido, finalizó Magaña.

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