Buenos Aires. La noticia del fallecimiento ayer por la mañana del abogado, pedagogo y defensor de derechos humanos Martín Almada, a los 87 años en Asunción conmovió a Paraguay, a nuestra región, y al mundo, porque su obsecada y valiente lucha por la justicia, la verdad y la memoria que lo llevó a investigar hasta encontrar, junto con el joven juez Agustín Fernández, los llamados Archivos del Horror sobre la larga dictadura del general Alfredo Stroessner, ocultos en una dependencia policial el 22 de diciembre de 1992.
Habiendo pedido un habeas data ante un juzgado donde Fernández no pudo lograr ninguna respuesta sobre el archivo de hechos criminales a manos de la policía; Martín Almada continuaba con sus investigaciones que lo llevaron a conocer información clandestina, por lo cual se logró llegar a la casa de Lambaré, que dio luz sobre las tinieblas del terror cometido por el Estado contra civiles.
Con su segunda esposa argentina, María Stella Cáceres, familiares de otra víctimas y dos periodistas de extrema confianza tomó el caso del médico Agustín Goiburú, y llegaron a una casa aún en construcción en Lambaré, barrio ubicado en los suburbios de la ciudad, sorpresivamente y no sin un intento de resistencia lograron entrar al lugar donde se encontraron toneladas de papeles sobre la dictadura paraguaya, pero también las comunicaciones con regímenes similares que en los años 70 controlaron a todos los países del Cono Sur.
Pruebas contra EU
Encontraron archivos que demostraban el papel de Estados Unidos en la instalación de las dictaduras y en especial sobre la Operación Cóndor, la alianza coordinadora de los gobiernos extremistas de la región con extensiones sobre otras naciones de gobiernos cómplices.
Todo esto fue clave para promover juicios que lograron horadar la impunidad y, especialmente en Argentina, se sometieron al Poder Judicial a varios de los responsables de crímenes de lesa humanidad en administraciones totalitarias.
También en Europa donde la intervención del juez Baltasar Garzón fue clave en la concentración de expedientes y pruebas que le entregaron los familiares de las víctimas.
Almada fue una víctima de la feroz dictadura, detenido y secuestrado en 1971, cuando estaba en el Instituto de Educación Especial, donde trabajaba con su esposa, Celestina de Almada, quien murió víctima de las torturas sicológicas a las que fue sometida, entre otras forma de castigos, haciéndole escuchar los gritos de su esposo cuando era martirizado.
Fue llevado a los centros de castigos especiales
, como la Policía Técnica. En cada cambio de un lugar a otro era víctima de castigos inhumanos, pero también testigo de los tratos que recibían aquellos con quienes compartió el terror de las mazmorras y recabó datos, y, finalmente, por una movilización internacional fue ser liberado y enviado a Panamá, cuando estaba el general Omar Torrijos en el gobierno de ese país, y después a Francia donde trabajó en organismos internacionales.
Martín Almada al recibir el Premio Right Livelihood 2002, o premio Nobel alternativo, por sus esfuerzos persistentes para “hacer rendir cuentas a los torturadores y encaminar a su Paraguay hacia un nuevo rumbo hacia la democracia”. Foto Afp
Desde que regresó a su país y habiendo seguido todos los movimientos policiales, logró reunir una cantidad de información, y al fin llegar a su objetivo. Aunque comenzó juicios en Paraguay una vez derrocado Stroessner por un golpe palaciego de sus propios funcionarios, pudo trabajar aun dentro de laberintos dictatoriales, pero no consiguió romper la impunidad en su país. Fue testigo en causas, tanto aquí en Argentina, como en los juicios en Italia, y otros países que fueron víctimas de la Operación Cóndor.
Los documentos sobre esa maniobra permitieron que se iniciaran, y aún siguen abiertos, varios juicios contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad. El hallazgo de los archivos, de lo que aún falta analizar una cantidad de documentación, creó una puerta que hoy se está intentando cerrar, situación que preveía Almada.
Martín y María Stella Cáceres ayudaron a esta corresponsal en la tarea de revisar los archivos y ver todo aquellos que guardaban en su propia casa, cuando fue enviada por La Jornada.
Precisamente algo que Almada comentaría años después: le dolía profundamente que no se hubiera dado la misma importancia a los archivos referidos al horror vivido durante casi 40 años bajo la dictadura que asoló a su pueblo. “Somos una sombra oscura, y falta una gran investigación, no sólo de estas dictaduras, sino de un pasado injusto donde se produjo un genocidio, como en la llamada Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay, a fines del siglo XIX) y la Guerra del Chaco, con Bolivia, en todos los casos manejados por potencias extranjeras, como Estados Unidos y Gran Bretaña por intereses económicos y geopolíticos.
En el momento en que vi aquella montaña de papeles que yo había imaginado en mis sueños de justicia, no pude contenerme y lloré de emoción, un asustado policía nos llevó hacia otra habitación donde había algunos archivos de las operaciones infames de la famosa Policía Técnica y luego pudimos desenterrar, a unos 60 metros de este local de Lambaré, una bolsa de documentos personales de paraguayos y argentinos; identificaciones de personas desaparecidas que estaban ocultas bajo la tierra en bolsas de plástico para protegerlas de la humedad
, recordó Almada en entrevista con La Jornada.
También con él revisamos expedientes de la cancillería paraguaya, en los que encontramos pruebas muy importantes, que aún estábamos trabajando
, me dijo en una ,larga entrevista donde escuché la historia de todos sus pasos por los caminos del horror, incluyendo su reclusión en el penal de La Emboscada, donde convivió con decenas de prisioneros enviados a una zona de arrestos en solitario.
Hace dos años su estado de salud comenzó a estar muy mal, aunque desde antes sus noches eran un suplicio, porque lo asaltaban todos los horrores del pasado y el clamor de las víctimas de las torturas que nunca pudo dejar de escuchar.
Almada estuvo en una reunión convocada por el entonces presidente Fidel Castro Ruz, en Cuba, la cual abordaba el terrorismo en la región, en la cual estuvieron familiares, sobrevivientes y abogados o especialistas en las distintas operaciones criminales como la Cóndor.