Omar Chávez, el menor de los hijos del legendario Julio César, volvió a perder. Ahora fue por decisión unánime ante el olímpico Misael Chino Rodríguez en San Luis Potosí. No hubo espectáculo cruento, y fue difícil discernir un pleito en el que no hubo golpes contundentes ni una iniciativa clara en ninguno de los contrincantes. Con todo, el ganador del bronce en Río de Janeiro 2016, tuvo un ligero mejor desempeño.

Este combate cobró más interés por el escándalo que por el boxeo en sí mismo. Ambos estaban programados para pelear en octubre de 2024, pero Omar pesaba más de 86 kilos el día de la función para un combate pactado en 76.200. Misael se rehusó a enfrentarlo ya con todo listo en la arena.

Un día antes de ese combate fallido, cumplieron con el peso: Chino registró 75.500 kilogramos, y Omar, 76.600. El conflicto fue justo antes del pleito y ya vestidos para la refriega, Omar presentaba un rebote de más de diez kilos, por lo cual Rodríguez no quiso pelear.

Con esos antecedentes había más morbo que interés por el boxeo. Chino Rodríguez levantó muchas expectativas por la medalla de bronce que ganó en Río 2016 -México no conseguía una presea en esa disciplina desde el año 2000-, pero hasta la fecha no ha logrado consolidarse.

Ayer, Omar se vio como siempre, fuerte pero romo, contenido hasta la desesperación. Si lanzaba un golpe no continuaba el ataque y se quedaba estático, era el mismo de antes. Misael fanfarroneaba demasiado, pero a pesar de que se veía ligeramente mejor, no hacía daño a su contrincante y tampoco se desbordaba con los puños.

Abajo del cuadrilátero, Julio César padre sufría como acostumbra cuando sus hijos pelean.

-¡Ciérralo, hijo! ¡Eso, hijo!-le grita Julio César padre y se retorcía en su asiento como el más fiero de los fanáticos.

Misael lució un mejor trabajo defensivo, pero en un descuido en el quinto giro, Chávez lo conectó y más que lastimar su cuerpo, le hirió el orgullo. El Chino se lanzó en busca de Omar, pero sin mayor estridencia terminaron el episodio. Todo quedaba en amagos y nada se hizo realidad.

Cuando Omar lograba impactar al Chino se notaba que le sacudía hasta los recuerdos. Pero no había seguimiento. El duelo terminó con una deuda enorme. Pasó lo peor, constatar que lo mejor de su rivalidad ocurrió en el escándalo y no en el boxeo.

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