Guadalajara, Jal. En enero de 1995 el fotógrafo Fernando Aceves, reconocido ya entonces por su calidad y vocación para retratar grupos y vocalistas de rock nacionales e internacionales, fue comisionado para tomar la fotografía fija de un video que vinieron a hacer los Rolling Stones a la Ciudad de México, teniendo por sede el ex templo de San Lázaro, a donde llegó puntual pero debió esperar varias horas hasta que finalmente le dieron acceso a la zona donde estaba la banda inglesa.

Se me da el acceso al ex templo por fin y al entrar había un tipo sentado, que me miraba de una manera tan despectiva, me barría varias veces de arriba a abajo como preguntándose qué hacía allí. Cuando llegué frente a él, lo primero que hizo fue agarrar la cámara y empezar a revisarla. Ese personaje era Mick Jagger, contó.

Fue una de varias anécdotas de su vida profesional que trajo a colación durante la rueda de prensa para presentar su libro Mexicanos en el cine, en el contexto del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), en respuesta a una pregunta respecto a si su vida como fotógrafo y autor podría también ser materia de una película.

Ensamblar un rompecabezas

Con modestia sincera, respondió: en mi trabajo documental de tantos años no creo que sea yo materia de una película (público y panel que lo acompañan protestan y dicen que sí). Aquí es un trabajo de recopilación de imágenes, ensamblar un rompecabezas, en realidad no tengo nada que ver como protagonista en esto.

Mexicanos en el cine es un texto que se presentó por segunda ocasión en Guadalajara, luego de que en la pasada Feria Internacional del Libro en diciembre también fue mostrado al público.

Aceves resumió el trabajo de ir durante varios años a la caza de los personajes del cine nacional, 150 en total, en unas cuantas palabras: fue buscar agujas en un pajar, pero sucedió. En sus casas, donde trabajaban, donde me los encontraba, donde ellos querían.

De su libro, compartió el recuerdo de cuando fotografió al director Alejandro González Iñárritu.

La cita era a las tres de la tarde en un estudio en donde el cineasta haría un trabajo de posproducción. Llegué un minuto antes de la cita y él estaba sentado frente a una consola de audio, me ve y mira el reloj para comprobar que yo estaba llegando puntual. Entonces pude comprobar la gran disciplina que implica el trabajo en el séptimo arte.

Y de Ignacio López Tarso, el histrión del cine nacional con quien abre el libro, Aceves evocó que siempre soñó fotografiarlo en compañía de Titino, el muñeco de El hombre de papel.

Finalmente di con el hijo de don Carlos (Luis Aguilar) el ventrílocuo y se logró hacer esa coincidencia de tiempos. Ahí está, abrimos con esta imagen de don Ignacio que se sorprendió mucho de verlo, fue como encontrar al hijo perdido por tantos años.

Aceves consideró que su texto está entre lo análogo y lo digital, una especie de obra bisagra que retrata el paso por la industria cinematográfica de una generación que se va y otra que llega con la modernidad de la tecnología del siglo XXI.

Mi libro es un híbrido, fue el momento justo de hacerlo, retrata el fin de algo y el principio de otra cosa, el acercamiento con los grandes maestros como Arturo Ripstein, por ejemplo, o Salvador Sánchez, un ícono absoluto al que a toda costa había que encontrar, di con él en un lugar en el estado de Morelos donde tiene su taller de teatro, porque el teatro tiene mucho que ver con el cine.

Para el autor, su libro también se trató de un proyecto de justicia que no se había hecho, al dedicarse no solamente a retratar a las caras conocidas del mundo cinematográfico, sino a las diferentes áreas que componen a una industria tan ligada al arte, incluyendo la parte técnica.

Lo mismo consideró Everardo González, documentalista invitado al panel de presentación, quien dijo que el texto específicamente es el fin de una transición.

En el libro vemos una camada de cineastas de un mundo que hoy es distinto, con nuevos realizadores, actores, actrices y oficios que no existían en la mayoría de los personajes que estamos aquí retratados. Me gusta pensar este texto como un corte de caja, un relevo a otras generaciones que además es saludable, la llegada de nuevas plataformas, espacios, entendimientos y lógicas de producción, de formas de acercarse al arte, indicó.

La actriz Luisa Huerta, quien compartió el panel junto a Aceves, señaló que cuando estuvo leyendo y viendo las imágenes del libro, ella como creyente de que la voz a final de cuentas es música, también percibió ésta en el ejemplar que tenía en las manos.

Además, Samuel Kishi Leopo, director tapatío, se dijo maravillado porque Aceves generó esta radiografía de la comunidad cinematográfica del país.

Fernando Aceves es un conocido documentalista con más de 5 mil conciertos fotografiados, con libros especializados en bandas de rock como Retratos del rock mexicanoIlusiones y destellos50 jazzistas mexicanosRolling Stones 40/20 y 50/20.

El fotógrafo mencionó que su incursión en el cine mexicano para el libro se trata, como en el caso del rock, de una labor inacabada, dinámica, y que él por tanto sigue con su objetivo de documentar, como dicen, 24/7.

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