Desde hace 65 años, Donaldo González, conocido por su nombre artístico, Hugo Jordán, aseguró que ha sido salvado por su canto y el tango, pero su mayor agradecimiento de vida es hacia su esposa, su ángel mexicano que le dio una familia y otro país que lo acogió con calidez desde hace décadas.

Fuimos muy felices; conocí a una morenita que cantaba y se llamaba Celia Esther, de 17 años, quien me dio dos hijos, Grisel y Hugo. y, a mi nieta, Sofía. Mi esposa se fue al cielo hace 12 años y por ella me quedé en México. El canto nos alimentó, nos dio un hogar y un modo de vida. Y si me preguntas, qué es el tango para mí, es vida.

El intérprete de 83 años de edad, definido –alguna vez por el periodista Jacobo Zabludosky– como un mexicano nacido en Argentina y difusor de este apasionante género en el país, charló con La Jornada sobre su trayectoria y vida dedicada desde muy pequeño a cantar, lo cual –prometió– seguirá haciendo para regocijo de sus seguidores y de los amantes de este género que alude a la sensualidad y expresa amor, melancolía, nostalgia, entre otras emociones.

Además de sus presentaciones, viajará a su tierra natal para visitar a su familia y grabar material nuevo; asimismo prepara el lanzamiento de un disco con temas de Luis Demetrio que presentará en diciembre en Mérida en homenaje a ese compositor y, en 2025, hará conciertos de tango con orquestas sinfónicas, de cada una de las provincias que tengan esas agrupaciones. Será la primera vez que un cantante de tango haga algo así y seré yo, incluidos dos de mis músicos con bandoneón y una pareja de baile.

Al hablar de sus inicios, Hugo Jordán recordó las palabras de su padre cuando lo visitó en México, luego de que se había quedado a radicar en la patria que había adoptado: ¿Por qué no te quedas en Argentina? Allá está tu tierra, tus tangos, tu gente. Pero le respondí: Papá, en Argentina son 30 millones, de los cuales 20 cantan tangos y sobresalen. Pero yo voy a probar en un país de 100 millones y seré el único. Gracias a Dios, México me dio esa oportunidad y privilegio.

El cantante dijo que a sus nueve años se fascinó con las canciones camperas, de los gauchos que escuchaba a mi padre; pero no eran tangos; al pasar el tiempo ya cantaba algún tanguito en la escuela y los cambiaba por las matemáticas.

Después “estuve en una escuela de curas, donde fui monaguillo, pero como no la hacía, comencé en el coro. Luego ya cantaba en las misas de bodas o 15 años y cobraba 10 pesos para interpretar el Ave María. Siempre cantaba, pero descubrí que el padre pedía 20 pesos y me daba la mitad y tras decirle sobre ello, me respondió que era el diezmo de Dios”.

Incursión al mundo artístico

Luego a su memoria llegó su época en el Coro Polifónico de Santa Fe, donde a los 14 años estudió canto y música. Mi tío que era el rey del tango de esa ciudad, me invitó a cantar en la Orquesta Florida y fui la voz juvenil de tango en mi tierra. Ya ganaba mis pesitos y ayudaba a mi mamá.

Donaldo González también trabajó en el ferrocarril y en su servicio militar le tocó la bola negra en la marina, pero cuando fue asignado a la infantería, un general lo escuchó cantar en la fiesta de despedida y me propuso quedarme en una orquesta de tango que él tenía. Otra vez me salvó el canto.

Así el joven se fue adentrando en el mundo artístico, viajó por diversos países y a su regreso a Santa Fe, a los 20 años, le dijo a su padre que se iría a Buenos Aires a cantar y éste le respondió: los cantores se mueren de hambre; nunca vas a tener una vida, casa, auto; mejor ve a estudiar. El día que me traigas un título y quieras cantar con mucho gusto. Él era chef. Y yo me fui a la Escuela de Arte y Oficios y la carrera más corta era de cocinero, dos años después me recibí.

Siguió buscando un lugar en el medio, picando piedra, hasta que conoció al actor Hugo del Carril, quien le dijo que el nombre de Donaldo no pega; voy a ser tu padrino y te llamarás Hugo, pero ahí también estaba el gobernador de Santa Fe: por qué no aprovechamos y le ponemos Jordán como Anita Jordán, actriz fallecida a los 31 años. Desde entonces soy Hugo Jordán.

También rememoró los años vividos con la compañía de Juan Carlos Copes, Tango Argentino, con la cual recorrió 90 países; le canté al Sha de Irán, a la reina Isabel y María Callas, entre otras personalidades.

Además, Hugo Jordán, también le hizo a su padre un gran regalo, que fueron las escrituras de la casa que aún pagaba. Ahí le mencioné: ya ves papá, sólo quiero decir dos cosas: tú me diste la vida y con esto te digo que los cantores no se mueren de hambre. Él fue un ejemplo de vida para mí.

Ahora Jordán considera que el gusto por el tango se ha extendido. Hay muchos parques en donde los domingos hacen milongas, lugares donde se baila tango. Y en los parques, aquí en México, lo hacen y eso me parece muy bonito. Después de que llegué y no vi nada, ahora observo que hay jóvenes que bailan; pero en esto tiene que ver que le echamos muchas ganas los que llegamos hace tiempo. Si vas a Veracruz, Hermosillo, Mérida y Cancún se escucha y baila tango.

El señor tango, con su imponente presencia y voz, continúa con su camino llevando la música en el corazón y tocando fibras en sus audiencias, así como cocinando como los grandes chefs para sus agradecidos invitados y comensales.

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