La expectación por apreciar las obras de grandes artistas como Vincent van Gogh, Pierre-August Renoir, Édouard Manet, Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Edvard Munch y Piet Mondrian se hace patente antes de ingresar al Palacio de Bellas Artes.
Una extensa fila serpentea de la puerta de acceso hacia la explanada contigua a la Alameda Central. No disminuirá de 100 personas a lo largo del día. Ni siquiera cuando el áspero sol está en el cenit. Los más precavidos se resguardan con gorras, sombreros o sombrillas, y los que no, improvisan con alguna prenda una especie de turbante.
La espera es de entre 15 y 20 minutos, aunque personal de seguridad del recinto aclara que en ciertos momentos puede ser de media hora y hasta un poco más.
La revolución impresionista: De Monet a Matisse del Museo de Arte de Dallas apunta a ser una de las exposiciones más visitadas de los últimos años en el recinto cultural más importante del país.
Tres semanas después de su apertura, el pasado 25 de marzo, ha recibido a 40 mil asistentes, de acuerdo con un corte efectuado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) el 11 de abril.
La marca en el actual lustro la ostenta Federico Silva, lucha y fraternidad: El triunfo de la rebeldía, presentada del 30 de noviembre de 2022 al 20 de abril de 2023 en las salas Nacional y Diego Rivera, con una afluencia de 251 mil 242 personas, según esa misma dependencia.
En sus 120 días de exhibición, recibió un promedio de 2 mil 93 visitantes diarios, mientras aquélla 2 mil 500 hasta la fecha. De mantener esa tendencia, acogerá a alrededor de 267 mil 500 espectadores durante sus 107 días de estancia en México, que concluyen el 27 de julio.
En este periodo vacacional de Semana Santa se estima que la asistencia promedio por día se incremente: el Museo del Palacio de Bellas Artes permanecerá abierto en su horario regular, de martes a domingo, de 10 a 18 horas. La última visita ingresa a las 17 horas.
Aficionados y expectativas
La revolución impresionista es una muestra que ha convocado a muchos enterados o aficionados de esta prominente corriente pictórica surgida en la Francia de postrimerías del siglo XIX, que en 2024 celebró el sesquicentenario de su primera exposición.
Tanto en la fila de espera como dentro de las salas de Bellas Artes es común encontrarte con varios seguidores del impresionismo, como Rocío y Alberto Pinales, de 24 y 25 años.
Provenientes de Monterrey, la pareja destinó más de dos horas de su visita a la capital del país para recorrer este conjunto de 45 obras de 26 artistas proveniente del Museo de Arte de Dallas.
El joven norteño esperaba encontrarse con más obra de Monet y Van Gogh, de los que se declara “auténtico fan”. Pensó que podría apreciar Impresionismo, sol naciente, pintura del primero que, de hecho, fue la que dio nombre a ese movimiento artístico, así como La dama con sombrilla, del mismo autor.
Lo que nos encontramos fue con toda la historia del impresionismo y la revolución que provocó. Es muy interesante cómo se aborda todo ese movimiento, dijo Rocío.
Javier y su novia Gabriela, en tanto, han esperado 10 minutos para ingresar al museo. Tienen amplias expectativas. Tanta es su afición por estos pintores que han viajado a varios museos del mundo, como el Van Gogh en Ámsterdam, el Louvre en París y el MoMa en Nueva York.
Queremos ver qué hay aquí, conocer un poquito más de las obras de otros museos, comparte la joven comunicóloga. Espero que sea una muestra muy ordenada, como en otros lugares, y que no esté enfocada en un solo artista.
Agrega Javier: “Soy superfán de Van Gogh y los demás pintores de esa época. Me encanta la época del impresionismo; he recorrido el mundo siguiéndolos. Tengo muchas expectativas de esta muestra, porque sé que la obra proviene de un museo de Estados Unidos. ¡A ver qué tal!”
Entre ese mar de gente hay también quienes no sólo desconocen ese movimiento estético, sino que, incluso, es la primera ocasión que acuden a un museo. Quetzalli, Fernanda y Ángel, estudiantes de la Secundaria 111, de la alcaldía Álvaro Obregón, se dicen muy emocionados por este primer encuentro.
Vinimos para hacer un trabajo de la materia de Formación, cuentan luego de afirmar que lo que han visto está muy padre y bonito y que les quedan muchas ganas de seguir yendo a museos.
Un ordenado hormiguero
Ya en las salas, el visitante se topa con una especie de hormiguero humano que, sin que nadie se lo indique y de manera ordenada, conforma una fila para emprender el recorrido en el sentido de las manecillas del reloj. El límite de público por hora, según el Inbal, es de 700 personas.
Una paradoja: tal orden provoca aglomeraciones en ciertos momentos, sobre todo en el punto inicial de la visita. Personal del museo, de vez en vez, invita a la gente a romper la fila y hacer el recorrido como prefiera.
Así transcurre esta experiencia que muchos registran en sus celulares, sea en fotos de las pinturas o selfis con ellas; otros explicando lo que saben del impresionismo o de determinado autor; algunos chacoteando, y otros más haciendo infidencias, como el joven que le cuenta a su ligue que su abuelita tenía un antiguo espejo de mano con una de esas pinturas.
Siempre es hermoso poder ver estas obras y lo que nos quisieron expresar sus autores. Estoy aquí porque quiero reconocerlos y entenderlos más. Siempre se captan nuevas ideas y nuevas sensaciones, expresa la señora Elizabeth Manzano, acaso resumiendo el sentir de varios visitantes.
Acercar estas obras nos da oportunidad, más que de aprender, de sentir lo maravilloso que es la experiencia de estar frente al gran arte de la pintura.
La revolución impresionista explora la fascinante historia del impresionismo, desde su nacimiento en 1874 hasta el legado que alcanzó en los primeros años del siglo XX. La conforman cuatro núcleos temáticos: Rebeldes con causa, Notas de campo, Efectos secundarios y Para siempre.