Moscú. El presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, a partir de este lunes disfruta de su séptimo periodo consecutivo al frente del país eslavo más pequeño de la antigua Unión Soviética, que gobierna desde 1994, tras ganar las elecciones presidenciales del pasado domingo.
De acuerdo con los datos preliminares (los definitivos se conocerán el 3 de febrero), dados a conocer la madrugada de este lunes por Igor Karpenko, jefe de la Comisión Central Electoral bielorrusa, Lukashenko obtuvo 86.82 por ciento de los votos, su mejor resultado de los últimos 31 años, y podrá gobernar hasta 2030.
El mandatario bielorruso no se enfrentó a ningún rival en las urnas, al tiempo que en la boletas figuraban otros cuatro candidatos, aprobados por las autoridades, cuya campaña se centró en elogiar a su contrincante formal, Lukashenko, de manera abierta y sin rubor.
En su conjunto, los cuatro sacaron apenas 9 por ciento: el comunista Serguei Sirankov, 3.21 por ciento; el jefe del Partido Liberal Democrático, Oleg Gaidiukevich, 2.0 por ciento; la empresaria Anna Kanopatskaya, 1.86 por ciento; y el presidente del Partido Republicano del Trabajo y la Justicia, Aleksandr Jizhniak, 1.76 por ciento.
La opción “contra todos”, con 3.60 por ciento, quedó como la más votada después de Lukashenko.
Desde las elecciones de hace cinco años –cuando ciento de miles de personas en un país de nueve millones de habitantes, entre ellos muchos tienen que emigrar en busca de mejores condiciones de vida, salieron a la calle para protestar durante meses contra lo que llamaron “indignante fraude” electoral– la represión que se desató en Bielorrusia hizo que todos los líderes de la oposición estén en el exilio o en la cárcel.
Lukashenko no reconoce tener presos políticos, sino dice que hay personas que “eligieron estar entre rejas” después de cometer “un delito” como Ales Bialiatski, activista de derechos humanos y premio Nobel de la Paz, que cumple una condena de diez años por contrabando que él niega, aunque la mayoría perdió la libertad por expresar su malestar contra las “falsificaciones masivas” que despojaron del triunfo a su candidata, Svetlana Tijanovskaya, ahora en el exilio.
El presidente Vladimir Putin felicitó este lunes al gobernante bielorruso por su “convincente triunfo” en las elecciones presidenciales, lo cual –de acuerdo con el comunicado de su servicio de prensa– “certifica la alta autoridad política de Lukashenko y el indudable apoyo de la población a su política”.
Para el Kremlin, a través de un comentario de su portavoz, Dimitri Peskov, en Bielorrusia “se llevaron a cabo unas elecciones absolutamente legítimas, bien organizadas y transparentes”. Y en cuanto a las críticas que llegan de Occidente, “era algo bastante previsible y que no merece nuestra atención”.
Peskov se refería así a que Estados Unidos y sus aliados europeos no reconocen la victoria de Lukashenko y se negaron a enviar observadores a unos comicios que de antemano calificaron de “farsa”, además de que las autoridades bielorrusas no permitieron que medio millón de compatriotas ejercieran su derecho al voto en el extranjero.
Analistas políticos bielorrusos –Aleksandr Klaskovsky, Ilia Saley y Ryhor Astapenia, entre otros– creen que Lukashenko seguirá haciendo “algunos gestos” hacia Occidente (por ejemplo, indultó ya a cerca de 300 prisioneros) para posicionarse como eventual mediador en caso de que sus vecinos eslavos, Rusia y Ucrania, se sienten a negociar un arreglo político, a la vez que tratará de consolidar su poder en este séptimo mandato mientras encuentra un “sucesor fiable”
Por lo pronto, el propio Lukashenko reconoció no tener a nadie en mente para entregarle el relevo: “Cuando llegue el momento lo pensaré”, afirmó y, preguntado por los reporteros si ésta era su última reelección, en un arranque de sinceridad respondió: “No tengo pensado morir todavía”.