Ciudad de México. Y de repente, en el Palacio de los Deportes comenzó a sonar la voz de Chavela Vargas cantando La Llorona como preámbulo a la aparición de René Pérez Joglar, nombre real del rapero Residente, para dar inicio a su concierto en el Domo de Cobre ante unos 20 mil asistentes.
Quizá el cantante puertorriqueño quiso preparar a sus seguidores ya que, de golpe y porrazo, los acordes de René comenzaron a sonar y estremecieron al recinto. En la canción, narra pasajes de su vida que van de su infancia a la edad adulta, las dificultades que enfrentó desde niño por el trastorno de déficit de aprendizaje y el papel que su madre jugó para que pudiera salir adelante.
La emoción expresada en la letra de hizo palpable en los asistentes, muchos de los cuales corearon la canción y otros más no pudieron sino dar rienda suelta a sus emociones a través del llanto, a la vez que en la pantalla del escenario se alternaban imágenes de una mujer pintando una acuarela al ritmo de la música junto a la de otra mecanografiando la letra de la canción.
En un escenario dispuesto con dos atriles, como si fuera más un debate político que un concierto, Residente comenzó a soltar sus rimas y versos con Pecador, de ritmos más cercanos al trap y dar paso así a la Music Session 49, grabada con el DJ argentino Bizarrap, en la que suelta una tiradera donde los dardos de sus versos se ceban contra la industria musical y los artistas más comerciales, a los cuales acusa de falsedad y ser solo caras bonitas y que en 2022, año en que fue publicada, desató polémica al tener como destinatario directo al reguetonero colombiano J Balvin, con el que ya en el pasado había tenido diferencias.
El concierto empezaba así con una mezcla de tristeza, rudeza y rabia en sus rimas que, sin embargo, dieron paso a Ron en el piso, canción de su disco más reciente donde, con botella de ron en mano, cantó a la vida y llamó a los asistentes a vivir momento a momento, a lo que el público respondió con aplausos y la primera ovación al cantante.
No podía faltar en el concierto que el boricua recordara sus orígenes con Calle 13 y, con un violonchelo marcando los acordes, El baile de los pobres levantó de sus asientos al público, que respondió a la canción con sus mejores movimientos y luego continuar el recital con No hay nadie como tú, La cumbia de los aburridos y así dar paso a Atrévete-te-te, su primer éxito musical, y con la que invitó al público a moverse en sus lugares, lo que fue correspondido por estos.
Así, René volvió a pedir al respetable ponerse a brincar en su sitio y comenzaron a sonar los ritmosde El aguante, que los asistentes corearon de inicio a fin entre brincos y levantando sus vasos para, como dice la canción, “brindar por el aguante”.
La calma musical llegó con Muerte en Hawaii, con ritmos más cercanos al reggae acompañados por los cantos del público, que también se entregó cuando después comenzó a sonar La vuelta al mundo, melodía más sentimental a la que el respetable hizo segunda voz, mientras que en la pantalla aparecía la creación de otra pintura relacionada con la pieza interpretada.
Por el fin de las guerras
Tras este bloque, el boricua clamó por el fin de los conflictos armados en el mundo, haciendo énfasis en la invasión israelí en la Franja de Gaza, la guerra en Ucrania y los conflictos en Myanmar y diversos países de África, saliendo a relucir entre el público las banderas palestinas, de Puerto Rico y México para pasar entonces a interpretar Guerra, con la que dió la tónica para su siguiente bloque de canciones, al reivindicar la identidad de América Latina con This Is Not America, cuyas poderosas percusiones hicieron cimbrar al recinto y después, precedida de un arreglo de guitarra bastante virtuoso, dar paso a Latinoamérica, sin duda, la canción más política y poética de su repertorio, que los asistentes cantaron a todos pulmón, incluso la parte interpretada en portugués.
Un nuevo bloque musical comenzó con Ojos color sol, compuesta con Silvio Rodríguez, donde el puertorriqueño volvió a la senda de las baladas y el amor, en un tema en el cual su corista y acompañante en su travesía musical, Kiany Medina, tuvo un destacado desempeño, al hacer suyas las estrofas que en la versión de estudio son cantadas por el trovador cubano.
El propio René le cedió el protagonismo a su corista en Desencuentro, melodía entonada mitad español, mitad francés. Mientras tanto, en la pantalla se mostraban las imágenes de una acuarela donde se veía el desencuentro de una pareja y el público, con las linternas de sus teléfonos encendidas, dotó a la atmósfera del concierto de un toque más emotivo, seguido de Que fluya, en la misma línea de una música más calmada y con letras más reflexivas.
Terminado este bloque, René tomó el micrófono para agradecer al público y explicar porqué decidió iniciar el concierto con la canción homónima. El cantante explicó que la letra de René surgió durante una gira en México, en la que tuvo el deseo de quitarse la vida, pero ese concierto y la contención de su madre y amigos evitaron eso y dieron vida a las letras de este tema.
Tras esta explicación, comentó que lo que quería era volver a levantar la energía del público y procedió así a subir la energía del público con Fiesta de locos y Vamo’ a portarnos mal, donde la emoción del respetable fue tal que los vasos con liquido que arrojaron cayeron en la consola de audio, dejando al recinto sin el sonido de los instrumentos, pero sí con las voces de Residente y su corista que, acompañados por el público que coreó de principio a fin, pudieron salir airosos de ese contratiempo.
Después de una amistosa reprimenda por el contratiempo, el show entró en su etapa final con Problema cabrón, que interpreta con el rapero argentino Wos y El futuro es nuestro, que con sus ritmos de música balcánica inspiró al público en el último baile de la noche.
René y sus músicos salieron del escenario por un breve momento y después volver para rubricar su presentación con 313, también de su nuevo disco, dónde las bocinas del recinto reprodujeron la voz de la actriz española Penélope Cruz y en la interpretación de la canción se veía la última acuarela de la noche, dedicada a una amiga fallecida del cantante que inspiró dicha composición y cerrar así un concierto lleno de emociones de principio a fin.