Las distintas formas, miradas y realidades de narrar historias de memoria y resistencia a través de la cinematografía, resurgieron en la inauguración de la Muestra de Cine de los Pueblos Originarios y Afrodescendientes, que se inauguró ayer en el Zócalo de la Ciudad de México con la cinta Mi no lugar, de Isis Ahumada, hablada en náhuatl y español.

En el encuentro fílmico, que subraya: el cine mexicano es hoy más diverso que nunca, se presentan nueve de las 68 películas que se filmaron a lo largo de seis años con el apoyo del Estímulo a la Creación Audiovisual para Cineastas Indígenas y Afrodescendientes de México y Centroamérica (Ecamc), de las cuales habrá funciones gratuitas hasta el 14 del mes curso, tanto en la plancha capitalina como en la Cineteca Nacional de las Artes, con la finalidad de visibilizar la enorme riqueza cultural y lingüística del país.

La muestra ofrece testimonios de las cosmogonías, saberes y cotidianidad que se recuperan del pasado, pero también, la novedad y la urgencia que se manifiesta en las imágenes de historias de resistencia, de nuevas formas de organización, fiestas y familias, preservación del territorio y desafíos comunitarios o individuales.

A la apertura del encuentro fílmico acudieron María Novaro, directora de Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y Cristián Calónico, titular del Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en la Ciudad de México (Procine CDMX), así como realizadores que compartieron reflexiones sobre su quehacer.

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Asimismo, se presentó la Memoria Ecamc 2019-2024: cineastas de los pueblos originarios y afrodescendientes, México y Centroamérica, cuya versión digital se encuentra disponible en las páginas de Imcine y Procine CDMX.

Novaro expresó: Este día iniciamos lo que será un largo recorrido de la muestra y celebramos seis años de un programa de Imcine llamado Ecamc, que ha buscado fortalecer, acompañar y entender los procesos para que el cine que se realiza desde las comunidades, pueblos y personas de esos lugares enriquezcan el quehacer mexicano y sus voces formen parte de la filmografía nacional.

La funcionaria destacó que en los trabajos se incluyen muchas lenguas y pueblos, aunque nos faltan más. A lo largo de seis años hemos acompañado la producción y posproducción de 68 cintas, lo cual nos enorgullece.

A su vez, Calónico subrayó: Esta memoria que se presenta es un clamor a muchas voces de los cineastas de pueblos originarios y afrodescendientes que dicen aquí estamos, y aquí están ahora en el centro político, social, económico y cultural del país.

La programación incluye Mamá, de Xun Sero (Chiapas, hablada en tsotsil -bats’i k’op); Ndatu Savi, la suerte del agua, de Ignacio Decerega Barrientos y Cristóbal Jasso (Oaxaca, en lengua mixteca-ñuu savi); A través de Tola, de Casandra Leyva Casasola (Oaxaca, en español); Ch’ul be, Senda sagrada, de Humberto Gómez Pérez (Chiapas, en tsotsil -bats’i k’op), y Valentina o la serenidad, de Ángeles Cruz (Oaxaca ñuu savi-mixteco).

Además, Huachinango rojo, Behua Xiñá, de Cynthia Lizbeth Toledo Cabrera (Oaxaca, en zapoteco); Nyanga, de Medhin Tewolde Serrano (Veracruz, en español) y La espera, de Celina Yunuen Manuel Piñón (Michoacán, en tarasco- p’urhépecha) y español.

Con este estímulo se han apoyado los procesos de producción o posproducción de 68 cortometrajes, largometrajes de ficción, documental y animación, realizados por 31 mujeres y 35 hombres de pueblos originarios y afrodescendientes de México y Centroamérica, así como dos mexicanas no indígenas.

En conjunto, estos proyectos son representación de 32 lenguas originarias. Durante la presentación de Memoria Ecamc 2019-2024… el coordinador del volumen, Noé Pineda, dijo que está construido con muchas voces, historias dolorosas y doble esfuerzo de construir esta comunidad de cineastas que han sido inspiración para otras personas.

La realizadora Luna Marán dijo: Humberto Gómez nos comparte que la importancia de nuestras películas radica en que son testimonios vivos que desafían la percepción errónea de que los pueblos indígenas son inferiores y nos brindan la oportunidad de demostrar que poseemos una cultura rica, una filosofía propia; que nos enfrentamos y adaptamos al mundo globalizado con una resistencia admirable.

No olvidemos, que quienes hacemos cine desde los pueblos originarios cargamos con una historia de racismo, discriminación y exclusión, a través de las películas estamos honrando nuestras historias.

La directora Ángeles Cruz señaló: Alma, corazón. ¿Qué es la memoria? Un puñado de recuerdos archivados en algún lugar del cuerpo, un grito desde los diversos territorios, un oasis en el cerebro, en algún libro o documento. ¿Qué es la memoria? Algo mío o algo comunitario, a través de pequeños fragmentos que decidimos recordar y compartir.

Puntualizó: Nuestra memoria se resiste a morir. Como comunidades indígenas y afrodescendientes, peleamos por existir, sobrevivir, subsistir y resonar con nuestras voces desde la comida, la lengua, la vestimenta, la terquedad, la poesía, la siembra del maíz; con nuestras películas hacemos memoria y con ello, resistencia.

En el Zócalo hoy habrá seis funciones, a partir de las 12 horas; mientras, del 8 al 14 de julio serán en la Cineteca Nacional de las Artes.

Todas las proyecciones serán gratuitas y algunas contarán con la presencia de las y los directores de las películas. Además, del 7 al 31 de julio los filmes podrán disfrutarse en distintas sedes del país, televisoras públicas y nuestrocine.mx, la plataforma en línea de Imcine.

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