Guanajuato, Gto. El Festival Internacional Cervantino (FIC), uno de los sucesos culturales más importantes de México y América Latina, fue inaugurado anoche con lo más representativo de los invitados de honor: Oaxaca y Brasil.

En su edición 52, la presentación de Les Ballets de Monte-Carlo es considerado uno de los espectáculos imperdibles del encuentro artístico.

Con más de 40 años de experiencia en la creación coreográfica, Jean-Christophe Maillot, director artístico de la compañía, en su obra Coppél-i.A. revitaliza la famosa historia de ETA Hoffmann, The Sandman, al explorar el mundo de las máquinas autómatas con el fin de reflexionar sobre el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) en la sociedad moderna.

A propósito del montaje de dicha puesta, que se presentará hoy y añana en el FIC, Maillot indica que como Coppélia proviene de un ballet tradicional, le interesó darle una actualización, porque “es importante encontrar una conexión entre el mundo tradicional y el de hoy. En esa reinterpretación hablamos de un robot autómata, e incorporo eso con la IA, que es algo actual para darle un sentido humano.

Tratamos de imaginar un mundo que quizás en algunos años se vea ya remplazado con robots; no estoy seguro si el mundo va en una dirección muy humana, pero creo que lentamente nos movemos en una dirección muy alejada de la humanidad, añade.

El ganador del prestigioso premio Benois de la Danza en 2008, nunca ha dejado de maravillarse con la mecánica corporal de los bailarines, por lo cual recurre a la coreografía para expresarse a través de ellos y contar la historia de Coppél-i.A., donde una robot irrumpe en la vida de Franz y su prometida Swanilda, lo que genera dudas y confusión sobre el amor de la pareja.

“Mi trabajo siempre es poner en escena lo que podría suceder en la vida real; trabajar con estos bailarines con dotes de actuación hace que cada movimiento tenga una intención; creo los pasos con la necesidad de demostrar un fin y esto lo he realizado en otros ballets narrativos, como Cenicienta Romeo y Julieta. Mis bailarines siempre deben sentir la emoción: si está enamorado, por qué está enamorado; si estira un brazo hacia una persona, por qué lo hace. Esa es lo primordial de mi trabajo: poner la esencia de la vida real en lo teatral.”

En blanco y negro

El coreógrafo francés sostiene que encontrar el equilibrio entre lo tradicional y lo moderno no ha sido fácil ni difícil, necesariamente, ya que vivimos en un mundo en el que todos sentimos las cosas que existen a nuestro alrededor, trabajamos con bailarines de danza clásica, son gente que vive nuestro tiempo, por tanto, combinamos las dos formas.

Al referirse a las particularidades de su Coppél-i.A., Maillot explica que el diseño de la escenografía de los dos actos son abstractos. “En el primero tenemos a los actores principales en un escenario completamente blanco, como símbolo de lo externo, lo que hay afuera, la luz humana, algo cercano a la vida perfecta, a lo sensible, a lo feliz; en el segundo acto, todo es negro, relacionado con Coppelius, quien trata de crear a este robot mujer que representa algo oscuro y complejo, así como Coppél-i.A. y los robots también tratan de ser independientes para ir al lado blanco”.

Sobre la música, el director de Les Ballets de Monte-Carlo comenta que es de Léo Delibes, pero con arreglos de su hermano Bertrand Maillot. Explica que para la composición también se recurrió a la IA, con el fin de hacerte creer que estamos escuchando la música original, pero totalmente transformada. Está rescrita con el propósito de que suene como la idea original; entonces le pedí a Bertrand que amplificara cómo dar respuesta a esos movimientos y sentimientos; al final, logra extender los momentos con la música.

En opinión del coreógrafo, la IA puede beneficiar de muchas formas al arte, “primero aceptando la idea de que esa tecnología ha llegado a la iluminación; por ejemplo, ayuda mucho a la complejidad en la que vivimos por las máquinas que son muy grandes, y en el video también puede ser un soporte interesante.

Creo que la IA puede aumentar las capacidades del cuerpo. Tal vez, en el caso de los bailarines, se lastimarían menos, saltarían más alto sin romperse o durar mucho tiempo; esos son los puntos positivos de su uso en la danza, pero el peligro, y que me da miedo, es que puedan crear al primer coreógrafo, que lo alimenten con todo el ballet y con todas las obras que existen en la historia y pedirle que cree algo totalmente nuevo o incorporando todos esos elementos. Ya lo vimos en la pintura y en la escritura, pero no sabemos cuándo pueda existir un robot coreógrafo, y creo que lo bueno de eso es que cuando suceda probablemente esté muerto, y no lo voy a poder ver.

Coppél-i.A., con Les Ballets de Monte Carlo, se presenta hoy a las 20 horas y mañana a las 12 y 18 horas, en el Auditorio del Estado de Guanajuato.

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