Firma o matamos a tu hija, le dijo el policía ministerial de Tlaxcala a Keren Selsy Ordóñez Hernández, después de torturarla. Tenía 11 horas sin ver a su bebé de un mes de nacida. Y sin dudarlo firmó un documento que ni siquiera le permitieron leer, donde reconocía haber participado en un secuestro.

Aquel 11 de diciembre de 2015, Keren, de 19 años, acudió una casa ubicada en Xalapa, Veracruz, donde estaba trabajando Fernando Hernández Martínez, quien le aseguró que le daría dinero para comprar pañales. Iba con su bebé en brazos, pero al llegar fue interceptada por policías federales y ministeriales de Tlaxcala que la detuvieron, junto a su ex pareja y otro hombre.

Sin orden de aprehensión, Keren y su bebé fueron subidas a un vehículo y trasladadas a una casa de arraigo en Tlaxcala. Durante el camino fue golpeada por los policías que además intentaron asfixiarla y la amenazaron con desaparecer a su bebé porque aún no tenía acta de nacimiento.

No sé si fue una trampa

Keren recapitula el momento más terrible de su vida: Ese día, a las 7:50 recibí una llamada del papá de mi hija, mi ex pareja, y me dijo que si podía acudir a una casa donde estaba trabajando haciendo limpieza. Yo ubicaba el lugar porque estaba a dos cuadras de la casa de mis papás. Eran las 8:10 de la noche, él ya estaba afuera y cuando yo iba llegando, también llegaron los policías. En unos instantes nos rodearon y nos detuvieron, dice a La Jornada desde el Cereso de Apizaco, Tlaxcala.

Añade: No sé si me tendió una trampa, no sé si él sabía; lo que me enteré después es que encontraron una persona secuestrada dentro de la casa, aunque a mi me detuvieron en la vía pública y aún así me relacionaron con el delito.

Keren sigue muy afectada sicológicamente y con evidentes traumas por su privación de la libertad: Mi mente se bloqueó, lo único que recuerdo es pedirle a Dios por la vida de mi bebé. La llevaba en brazos y le dije a Dios que no importaba lo que pasara conmigo, pero que cuidara a mi hija.

Cuenta que después de la detención la llevaron a una casa de arraigoPasaron muchas horas sin ver a mi hija, luego me la dejaban por ratos para que la alimentara. Perdí la noción del tiempo, después me sacaron de ahí y me subieron a otro vehículo. Nunca supe a donde me llevaban. Ahora sé que nos detuvimos en Huamantla, Tlaxcala.

En ese lugar la torturaron, la golpearon y la intentaron asfixiar varias veces con una bolsa de plástico. Los ministeriales le exigían que les dijera detalles del secuestro: Hija de tu puta madre dime la verdad, vamos a matar a tu bebé si no confiesas, le decía un policía ministerial. Y finalmente, en la Procuraduría de Justicia del estado de Tlaxcala le quitaron a su hija.

A continuación, la entonces procuradora de Tlaxcala, Alicia Fragoso Sánchez, emitió un boletín mostrando el rostro de Keren, señalando que gracias al trabajo coordinado del Grupo Especializado Antisecuestros habían rescatado a una joven de 20 años de edad que estaba secuestrada y detenido en flagrancia a los implicados.

Las denuncias por fabricación de carpetas judiciales contra la entonces procuradora y ahora contra la fiscal Ernestina Carro Roldán, abundan. Y a pesar de que los organismos de derechos humanos han notificado a la gobernadora morenista, Lorena Cuéllar Cisneros, de los casos de decenas de inocentes en las cárceles de Tlaxcala, nada ha hecho para remediarlo.

Múltiples irregularidades

Después de firmar la declaración fabricada, la bebé fue enviada al Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (Sedif) sin tomar en cuenta el interés superior de la menor, ni las medidas para salvaguardar su salud física y emocional. Las autoridades judiciales tampoco dieron aviso a sus familiares. La fiscalía de Tlaxcala presentó un certificado de integridad física donde refieren que se examinó a una niña de un mes de edad en calidad de detenida. Trece días después, la bebé fue recuperada por su abuela materna, Ciria Hernández García de 63 años: La estuve buscando y no nos daban razón. La niña no aparecía. Incluso ya la habían dado en adopción porque la bebé no tenía acta de nacimiento que la amparara, dice en entrevista.

Ciria llora desconsolada cuando recuerda lo que las tres vivieron: Mi hija le daba pecho a la niña y cuando la tuvieron en su cautiverio la escuchaba llorar y llorar porque la bebé tenía hambre. A mi hija le hicieron cesárea y yo le ayudaba con la bebé que no había cumplido ni el mes cuando pasó todo esto. Es ilógico de lo que la acusan.

Cuenta que consiguió todas las pruebas para demostrar la inocencia de su hija, pero luego las autoridades las desaparecieron: No existe nada en su expediente. Metí puros originales, de la cartilla, de citas médicas por el embarazo, el documento donde dio a luz a la niña, la mujer que donó sangre, la hoja con el pie pintado de la bebé, una acta de la jefa de manzana donde consta que vivía aquí; metí todos los certificados de sus estudios: prescolar, primaria y secundaria porque la acusaron de vivir en Tlaxcala y las autoridades decían que vivía en una casa en Huamantla y que era rica. Puras mentiras, todo se lo fabricaron.

Litigantes de oficio que nunca trabajaron

Keren tuvo un juicio y una sentencia de 50 años sin el debido proceso: “Sentí que se me cayó el mundo encima, entré en shock. A mi hija le pusieron abogados de oficio que nunca trabajaron, nos trataban con la punta del pie. Nosotros somos pobres, pero nunca hemos tenido ningún problema con las autoridades, siempre del trabajo a la casa. Mi hija es inocente”.

Añade llorando: Hemos vivido un proceso que ni a nuestro peor enemigo se le desea. A los seis meses fui a ver a mi hija, fue terrible. Aún cuando yo toco este tema mi herida sangra. Siento un dolor inmenso, un dolor como cuando la parí. Este dolor no tiene explicación.

Finalmente, Ciria crió a su nieta, bautizada con el nombre de Ashley Yaritza, actualmente de nueve años. La niña conoce la historia que mantiene injustamente a su mamá en una prisión: “La niña ya va creciendo y me hace muchas preguntas que no sé como contestar. Y me dice ‘Si mi mamá es inocente, ¿por qué no la han liberado?, ¿es por qué no tenemos dinero?’ Ella ya entiende que algunas veces las autoridades mienten y son corruptas y sólo con dinero liberan a los inocentes”.

Ashley conoció a su mamá a través de videollamadas. Hace unos días acudió a un plantón para exigir su liberación y sufrió un retroceso en su estado emocional y sicológico: Ahora moja la cama. Ya la estoy llevando a la sicóloga. Nosotros somos jubilados y yo cuido a mi madre. Me duele mucho todo lo que nos ha pasado, me duele el alma, pero andamos con nuestra cara en alto.

Ciria es una mujer creyente y lamenta que a Keren la hayan privado injustamente de ir a la escuela y de ver crecer a su hija: Alzo mi voz y pido que el juez actúe con justicia y con la sabiduría que Dios le ha dado. Lo que estamos clamando es justicia. Dios puso a estas autoridades para que sean justos. Algún día, Dios se los va a reclamar porque tienen en la cárcel a mucha gente inocente. Y a las personas que la pusieron ahí les deseo que sea la justicia divina la que se los cobre. Nadie se va sin pagar.

La ex pareja de Keren, que en el momento de la detención tenía 17 años, salió del tutelar de menores en 2019 porque fue juzgado como menor de edad y cumplió una condena de 5 años: Él anda libre. Nunca le habla a Ashley. Nosotros no sabemos nada de él. Arruinó rotundamente a mi hija y ahora anda como si nada.

Los tiempos son lentos y muy largos

Hace dos años el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) se hizo cargo de la defensa integral y representación de Keren, dando un giro a su situación legal, logrando la reposición del proceso a cargo del juez José Eduardo Morales Sánchez, del Sistema Tradicional Penal Especializado en Administración de Justicia para Adolescentes: La vulnerabilidad económica, la persistencia de la práctica de tortura en México y la discriminación y desigualdad de género colocaron a Keren en medio de un proceso de injusticia, señala el Centro Prodh.

Entre las principales violaciones a los derechos humanos que las autoridades judiciales de Tlaxcala han perpetrado contra Keren se encuentran detención arbitraria, retención ilegal, tortura y privación de la libertad de su bebé.

Estos nueve años en la cárcel, siendo inocente, han marcado mi vida de una manera muy trágica. Me arrebataron no sólo mi libertad, sino el estar con mi hija. Me arrebataron la posibilidad de cumplir mis sueños. No puedo decir que esos sueños se acabaron porque aún los tengo. A pesar de todo mantengo la esperanza de salir libre, sé que soy inocente, dice Keren sin poder contener el llanto.

Durante el juicio, para su sorpresa, la fiscalía la presentó como autora intelectual del secuestro de una persona que ni siquiera conoce. La sentencia de 50 años fue dictada por el juez sin ninguna prueba: “No tienen pruebas en mi contra. Todo partió de ‘pruebas’ que en realidad fueron fabricadas por el Ministerio Público”.

En la versión fabricada de la fiscalía de Tlaxcala, las mentiras abundan. Señalan que Keren fue encontrada dentro del domicilio, afirman que ella le daba de comer a la persona secuestrada: La declaración de la víctima donde supuestamente me inculpa, no cuenta con firma.

Después de la sentencia injusta, Keren apeló y se amparó, y finalmente sus abogados lograron la reposición del caso: El proceso ha sido muy largo, hemos estado dos años en lucha con el pretexto de unos careos. El sistema judicial y los tiempos son lentos y muy largos. Sin embargo, ya logramos un cierre de instrucción y estoy en espera de sentencia. Existe la probabilidad de una absolutoria al declararme inocente, pero también existe el riesgo de que me vuelvan a condenar a pesar de que no existen pruebas para hacerlo. Soy inocente, sólo pido mi libertad.

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