El pasado viernes se publicó en el Diario Oficial de la Federación un acuerdo firmado por el arquitecto Román Meyer Falcón, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), en el que se avisa que del 4 de marzo al 14 de julio se suspenden todos los trámites y servicios del Archivo General Agrario (AGA), con motivo de su cambio de domicilio. Para hacerlo, había que dejar resueltos los asuntos pendientes relativos al Tren Maya y otros proyectos estratégicos y dejar de atender temporalmente a los pueblos y comunidades, a las comuneras y ejidatarias, a los tribunales agrarios, los historiadores, los ciudadanos que cotidianamente requieren de sus servicios.

El AGA y el Registro Agrario Nacional (RAN) son resultado de la revolución agraria iniciada en 1910 (https://acortar.link/cs7oe3). El RAN es el guardián de la propiedad social de México y el AGA, el custodio de la documentación que ampara la propiedad social: los decretos de restitución, dotación de tierras, ampliación de ejidos y derechos de agua; los planos y polígonos de esas acciones agrarias, la documentación de la lucha agraria, constituyen el segundo acervo documental más importante del país por la cantidad de material ahí custodiado: más de 45 mil metros lineales de documentación y cerca de 400 mil planos.

Ese acervo se empezó a formar con la documentación presentada por pueblos y comunidades que buscaban la restitución de las tierras, montes y aguas usurpadas por “los hacendados, científicos y caciques a la sombra de la corrupción y la justicia venal” (artículo 6 del Plan de Ayala, firmado por Emiliano Zapata). El archivo nació con la documentación histórica entregada por los pueblos para iniciar sus respectivos expedientes agrarios.

Hoy, el AGA resguarda los documentos y planos que explican la historia de la propiedad social (51 por ciento de la tierra de México): los límites de la propiedad comunal de los antiguos pueblos de indios, sus bienes de comunidad, su relación con la corona española, así como los conflictos por límites entre haciendas y comunidades. También, las formas del despojo que sufrieron los pueblos durante el porfiriato (“abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos”, dice el artículo 3 del Plan de San Luis, promulgado por Francisco I. Madero en 1910). Tras la institucionalización de la Reforma Agraria en 1915 (y su elevación a rango constitucional en 1917), en el AGA se pueden documentar las razones por las que los pueblos exigían la dotación de tierras, la ampliación de ejidos, la erección de nuevos núcleos de población, así como sus conflictos con neolatifundistas… Ello, a través de 54 grupos documentales, entre los que destacan restitución, dotación, ampliación, expropiación, reconocimiento y titulación de bienes comunales. Hace unos meses un comunero de la Sierra Juárez me contó que, en su variante de lengua zapoteca, “Registro Agrario Nacional” se traduce como “la casa donde guardan nuestros papeles”.

Este maravilloso material, patrimonio de la nación, será trasladado desde las tres bodegas en que ahora está repartido, a un edificio diseñado ex profeso para el RAN y el AGA por la Sedatu. Esas bodegas no cumplen los requisitos indispensables para garantizar la integridad y seguridad del archivo y su personal: además su dispersión obliga a trasladar todos los días la documentación vital para los pueblos y comunidades en viejas y destartaladas camionetas de una bodega a otra y de ahí a las oficinas centrales del RAN.

El nuevo edificio, en avenida Juárez número 92, está física y simbólicamente en el centro, es decir, saca al RAN y su archivo, guardianes de la propiedad social, del abandono, la marginalidad, la precariedad en que lo arrinconaron los neoliberales. Algunos se quejarán del centralismo; nosotros, que trabajamos con los comuneros y ejidatarios, sabemos que, si tienen que viajar, les es mucho más fácil acudir a la Ciudad de México, aunque siempre que es posible les enviamos la documentación que solicitan (previa asesoría del personal del AGA) a la delegación del RAN correspondiente, de las 33 que existen en el país (una por cada estado y otra para una región particular, de la que ya informaré).

El AGA se traslada. En tres meses se tendrán que mover 88 mil 481 cajas acomodadas en 5 mil 50 tarimas, para 421 viajes de camión tipo Torton. Además de los cerca de 400 mil planos y 120 planeras y muebles especialmente diseñados para el AGA. Posteriormente viajarán las oficinas del RAN, el site de 400 terabytes que atiende un AGA ya casi totalmente digitalizado y un RAN que responde de manera cada vez más ágil vía electrónica. Y en cuatro meses y medio tiene que estar todo acomodado y en su sitio para atender al público.

El RAN no sólo estará en el centro, sino que deberá encarar nuevos desafíos: convertirse en un centro de investigación y divulgación de la historia y la realidad del México agrario… e impulsar uno de los pendientes de la #4T: la reforma al artículo 27 constitucional con sentido humanista, social y comunitario.

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