Sichuan. La conservación de espacios naturales se ha vuelto parte de la política de desarrollo en algunas zonas rurales de China; ahí, donde la ganadería de yak lo abarcaba prácticamente todo, la protección de los ecosistemas y el cuidado de la biodiversidad ha dado paso a nuevas actividades económicas, entre ellas los trabajos de conservación mezclados con servicios turísticos.

La Reserva Natural Nacional del Humedal Ruoergai, dentro de la prefectura autónoma de Aba, se presenta como ejemplo de territorios protegidos por su importancia ambiental, que han llevado a la transformación de actividades económicas. El énfasis se da en la restauración de las turberas –humedales compuestos por la acumulación de residuos de plantas–, que en esta región son el hábitat de 137 tipos de aves, como la grulla de cuello negro, y otras especies.

En un recorrido por parte de la reserva, el lago Huahu (o de las flores), un guía explica que en la década de los sesenta los habitantes pedían obras de drenaje y araban zanjas para el cultivo de pastizales que sirvieran de alimento a los yak –un bóvido que se mantiene como eje de las actividades económicas de esta región–. Esto redujo la superficie del Humedal Ruoergai.

Hace tres décadas que esta zona se fundó como reserva y cuatro años después, en 1998, se le dio el estatus de Reserva Natural Nacional del Humedal Ruoergai. Con ello llegaron las inversiones en infraestructura para aumentar el nivel de agua y compensaciones económicas a criadores de yak que solían modificar el terreno para cultivar pastizales, al tiempo que el turismo se ha vuelto una nueva fuente de ingresos.

Para la conservación del espacio –considerado el humedal de montaña más grande del mundo y un sitio ramsar, como el lago de Texcoco– se usa tecnología y trabajo humano. Una serie de cámaras monitorea y sigue el movimiento de los animales, sobre todo aves, y 96 trabajadores, antes pastores de yak, están a cargo de los trabajos de conservación de la reserva.

En general, a los pastores afectados se les da una compensación económica a cambio de preservar el espacio, pero también una parte de sus ingresos es el turismo. Entre junio y julio, cuando se reducen las lluvias con aire frío en esa meseta que alcanza los 3 mil 697 metros sobre el nivel del mar, el número de visitantes al humedal llega a 13 mil por día, comentan autoridades del complejo.

También en la provincia de Sichuan, pero a casi 200 kilómetros de Ruoergai, el Valle Jiuzhai –conformado por tres valles y considerado por agencias de Naciones Unidas como Patrimonio Mundial y Reserva de la Biosfera– combina un modelo de conservación ambiental mezclada con ecoturismo. En esta zona formada por tres valles, el número de turistas puede llegar a 41 mil en un día regular.

El Valle Jiuzhai cuenta con una superficie de 720 kilómetros cuadrados, de los cuales 643 kilómetros son protegidos y sólo 55 están abiertos al turismo. En medio de esa área protegida se encuentran aldeas tibetanas, de las que sus mil 500 habitantes se han abocado a los servicios turísticos en lugar de la crianza de yaks.

Cascadas y lagos que por su azul apenas son imaginables en una película animada son el hábitat de pandas, monos dorados, panteras nebulosas y pandas rojos. Todos monitoreados por tecnología infrarroja. En lo que va de este año, 3.8 millones de personas han visitado el Valle Jiuzhai, una cifra que todavía se encuentra por debajo de los 5 millones anuales que promediaba antes de 2017, cuando un terremoto deterioró el paisaje natural, explican guías y voluntarias del complejo.

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