Guadalajara, Jal. El escritor José Agustín fue un personaje “fuera de serie, generoso e innovador excelente. Lo amé intensamente. Doy gracias de haber disfrutado con él. Su obra prevalecerá por el gran esfuerzo que desarrolló día a día en su escritura”, dijo Margarita Bermúdez sobre su esposo, fallecido apenas iniciado este año.

En el homenaje José Agustín: de La tumba al infinito, realizado la noche del viernes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la compañera del narrador añadió que se sentía muy contenta de “estar aquí hoy con el amor que le tuvimos a José Agustín”.

Contó que ha pensado en cómo manejar el duelo y destacó que lo mejor sería “evocar su originalidad y sentido del humor”, como una persona fabulosa y controvertida. “A diario nos hacia bromas y como era tan ingenioso nos soltábamos de la risa pero, por otro lado, era enigmática e impredecible, que no sabíamos por dónde vendría la broma o el poema”.

Bermúdez refirió que ver a su esposo era excepcional y deseó que “encuentre la luz de los escritores en el más allá y ojalá podamos ver unos fragmentos de lo que para muchos de nosotros era la originalidad total”. En respuesta por su intervención, recibió un sentido aplauso de la concurrencia.

A partir de ahí, el homenaje convocó el alegre del contagio de la vitalidad del autor de Ciudades desiertas, quien legó multitud de anécdotas cada cual más divertida que la anterior, grabadas con claridad en la memoria de los presentes; así como una obra literaria en donde brilla la libertad e inclusive la poesía.

Así fue la participación del editor Andrés Ramírez, hijo de José Agustín, y los poetas Ricardo Castillo y José Eugenio Sánchez, quien contaron con emoción sus contactos con el querido escritor. Fueron sus intervenciones ese detalle que provocó la carcajada sostenida durante casi una hora en reconocimiento del agudo humor, la inteligencia extraordinaria y talento del homenajeado.

Ramírez avisó desde el inicio que el acto no sería ni un poco solemne y que a su padre le hubiera gustado semejante celebración de su vida: “aunque fue el niño terrible de la literatura, un rebelde hasta el último día de su vida, por supuesto que quería ser reconocido, leído, comentado y celebrado”. Además, que sea en Guadalajara, donde nació el 19 de agosto de 1944, aunque Acapulco fue importante en su vida.

Sostuvo que la poesía siempre estuvo presente en la vida de su padre. “Escribió mucha poesía en su juventud. Una noche quemó un montón de poemas. Ahí se acabó su carrera poética. ‘Gracias a Dios’, dijo él, porque no servía para nada”.

José Agustín “fue un gran hedonista y un gran musicólogo. En sus últimos días le pusimos innumerable cantidad de canciones que toda su vida estuvo escuchando. La música, que es un vehículo ineludible de conocimiento y de disfrute, entonces hizo maravillas con él”.

Ricardo Castillo destacó el acierto de Andrés Ramírez de “invitar a dos poetas para celebrar al autor, aunque es más normal buscar su impronta en la narrativa que en la poesía; sin embargo, José Eugenio y yo somos una muestra evidente de que la influencia de José Agustín corrió por el lado de la poesía”.

Añadió que José Agustín “va más de ser una influencia literaria, es sociológica. Nos hace falta porque nos gustaría saber qué opina él de tantos temas. Es una voz que a México le gustaría escuchar”.

José Eugenio Sánchez expresó su gusto por la literatura de José Agustín, que “lucha contra la censura. Es un mosaico distinto de lo que significa este país. Reivindica la libertad, la música y pasársela padre. Siempre había un vínculo entre la alegría, el desmadre, la felicidad y la literatura” del narrador.

Al final, los asistentes contaron historias de cuando tuvieron contacto con el autor de La tumba, durante hace décadas. Reconocieron su afabilidad y generosidad, su goce por la vida en todo. Las generalizadas risas dieron fe de cómo José Agustín continua provocando la alegría a casi un año de su desaparición física. El corolario fue un aplauso atronador de la totalidad de los presentes en la sala.

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