Mientras dedicarse a la política sea la manera más rápida y fácil de enriquecerse y hacer negocios, la política en México seguirá siendo el paraíso de oportunistas, ambiciosos y con vocación para servirse a sí mismos y a sus líderes, mas no a la población que dicen representar. Es inaceptable que mientras 50 por ciento de la niñez padece pobreza y pobreza extrema, los legisladores y funcionarios mexicanos se sirvan con cucharas gigantescas.
Se debe legislar al respecto y, sobre todo, se necesita una ciudadanía que exija filtros de selección para que los listos (esos de la Balada imprecatoria… de Álvaro Mutis) queden fuera, y sólo lleguen a tales puestos quienes posean una auténtica inteligencia moral.
Ya hace décadas que el filósofo Theodor Adorno (1903-1969), uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración Marxista, señaló claramente que la inteligencia es una categoría moral. En su libro Mínima moralia: Reflexiones desde la vida dañada, nos muestra que el pensar es indisoluble del vivir, y nos ofrece su mejor y más elevado legado crítico: el arte de resistir
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Más recientemente, el filósofo Luis Fernando Vílchez, profesor emérito de la Universidad Complutense publicó La inteligencia moral, obra indispensable para educadores, sicólogos, filósofos, políticos y para todos los interesados en mejorar la vida social. En él muestra cómo la emoción es un auténtico motor moral, que debe ser pasada por el filtro de la razón, del discernimiento.
Se pueden tomar en cuenta las reflexiones y escritos sobre el mismo tema de San Pablo en el siglo I dC con su ser necio por Cristo
. Entre 500-1450, en la Europa Medieval se populariza la visión alternativa del mundo representada por la idea de la locura santa
. Ya en el siglo XX se registra un auge global de los medios de comunicación de masas que plantea también nuevas cuestiones éticas
Después de Adorno, en la Escuela de Fráncfort, en 1994 el neurólogo portugués Antonio Da-masio publica El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro hu-mano. Y en el siglo XXI el filósofo y sicoanalista esloveno Slajov Zizek estudia la dimensión política, social y ética de la cultura popular.
Deseo un 2024 de plena recuperación de la conciencia moral y amorosa.
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