Los recientes incendios en Los Ángeles, Estados Unidos, no son un caso aislado, sino una advertencia sobre cómo el cambio climático y la urbanización descontrolada están intensificando los riesgos, sostuvo el doctor Juan Manuel Núñez, académico e investigador del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberamericana (Ibero).

El experto acotó que las comunidades de alto poder adquisitivo como Pacific Palisades y Malibu son el ejemplo de que incluso las medidas individuales más sofisticadas pueden fallar, ya que en esas zonas muchas residencias contaban con sistemas avanzados de rociadores automáticos, alarmas conectadas directamente con los departamentos de bomberos y sistemas privados de suministro de agua.

No obstante lo anterior todo eso fue insuficiente y “las llamas arrasaron sin piedad con propiedades multimillonarias, incluidas las de empresarios, políticos y celebridades, dejando en claro que la seguridad individual no basta”.

En un artículo de opinón en la página de la Ibero, Núñez indicó que “construir comunidades resilientes exige repensar cómo planificamos y gestionamos nuestras ciudades. Esto incluye desde la preservación de los ecosistemas naturales hasta la promoción de políticas públicas que prioricen el bienestar colectivo por encima de intereses individuales”.

Detalló que la infraestructura casa a casa debe complementarse con estrategias más amplias, en donde la prevención no sea sólo responsabilidad individual, sino un esfuerzo colectivo.

“Un cambio de paradigma hacia la resiliencia comunitaria es la única forma de enfrentar un futuro donde los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes. Es hora de actuar pensando en el bien colectivo”, consideró.

El aadémico añadió que la ciudad de Los Ángeles, una urbe acostumbrada a convivir con incendios urbanos y forestales, “enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia. Los recientes siniestros, catalogados como los más destructivos jamás registrados en la región, han evidenciado la insuficiencia de los sistemas actuales de prevención y combate contra incendios ante fenómenos cada vez más extremos”.

Indicó que pese a contar con uno de los departamentos de bomberos más avanzados del munso con casi 140 años de experiencia e infraestructura como una red de hidrantes altamente desarrollada -con espaciamientos promedios de 76 metros en áreas comerciales e industriales y de entre 122 a 152 metros en zonas residenciales-, los recursos de la ciudad son dieron abasto.

En los incendios, la demanda de agua destinada al sistema de hidrantes cuadruplicó lo habitual durante más de 15 horas, vaciando tres tanques en un millón de galones cada uno y reduciendo la presión en los hidrantes. Este colpaso mostró las limitaciones de las infraestructuras tradicionales, diseñadas para escenarios menos extremos.

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