Pekín. La inteligencia artificial (IA) se está volviendo relativamente “objetiva” en cuanto a los empleos que afecta con su desarrollo. No sólo tiene consecuencias en los empleos de traductores, contadores, burócratas e incluso en el de creativos; también, en una suerte de parricidio, su avance está modificando y reduciendo la demanda de programadores en el mercado laboral.

“Actualmente necesitamos ingenieros de inteligencia artificial para construir sistemas más potentes, pero si la IA es lo suficientemente poderosa, necesitamos menos programadores”, reconoció Liam Lee, presidente de Qingbo, empresa de IA que desarrolla y comercializa tecnología para medios de comunicación y otros sectores creativos.

Esta especie de parricidio a manos de la IA ya tiene efectos. “Muchos ingenieros en China pierden sus trabajos porque la IA es lo suficientemente potente como para construirla”. Sin embargo, esto no elimina del todo la demanda de programadores, que se requieren cada vez más capacitados para construir tecnología más poderosa, explicó el directivo.

La modificación en la demanda de fuerza laboral de programadores se refleja en los costos de la IA. Tan sólo en Qingbo, compañía desarrolla avatares hiperrealistas basados en presentadores de televisión, el costo de uno de sus principales productos ha caído 99.5 por ciento en tres años y prácticamente se ha vuelto asequible para cualquier compañía.

Frente a una serie de pantallas que muestran los avatares hiperrealistas de presentadores de televisión –en concreto de CCTV, la televisión central de China, con la que Qingbo trabaja– Lee detalló que se necesitan apenas 10 segundos de un registro de voz y 5 minutos de video para recrear la versión digital de un reportero o lector de noticias.

Es decir, una persona puede ser replicada por un software que no sólo capta los aspectos físicos más evidentes (como altura, complexión, tono de cabello, piel y ojos) sino también los gestos, la voz y la entonación. En China varias plataformas usan estos avatares basados en personas reales para dar noticias o vender productos con sólo introducir un texto.

Hace tres años, explicó el directivo, se necesitaban 4 horas de video para que la IA pudiera replicar los gestos y voz de un presentador humano. Ahora son sólo 5 minutos y 10 segundos de voz. Con ello también ha caído el costo de adquirir esta tecnología, al pasar de un millón de yuanes (2 millones 771 mil 657 pesos mexicanos) a 5 mil yuanes (menos de 14 mil pesos) en ese mismo lapso de tiempo.

“Si lo necesitas puedes tener un humano virtual”, enfatizó el directivo de Qingbo. La caída en el costo de esta tecnología va en función del número de ingenieros que se necesitaban para echar a andar la herramienta. Hace tres años se requería una mayor fuerza laboral para desarrollar la IA, ahora esta demanda es mínima.

“No necesitamos tantos ingenieros (…) esta tecnología evoluciona realmente rápido”, resumió Lee, quien lidera un equipo que viene de la Escuela de Periodismo y Comunicación y de la Escuela de Inteligencia Artificial de la Universidad de Tsinghua. De ahí que los principales desarrollos de su empresa se han enfocado en herramientas para los medios de comunicación, pero también cuenta con robots hiperhumanos y software que realiza diseño de modas.

Al igual que otras profesiones que trabajan con un lenguaje, los ingenieros se enfrentan a herramientas que “facilitan” su trabajo, pero que al mismo tiempo están teniendo efecto en el número de plazas laborales. Entre ellas se encuentran IAs que asisten la programación GitHub Copilot, Tabnine, Codeium e incluso el famoso ChatGPT.

Como en cualquier otra profesión que trabaja con lenguajes, el debate sobre qué tanto la IA podrá reemplazar los trabajos de programadores está abierto. Además, Lee aceptó que entre los pendientes está el desarrollo de tecnología que pueda reconocer a los avatares hiperhumanos de un humano real.

Hasta ahora se pueden generar videos e imágenes usando la figura de una persona, hacer que su rostro aparezca diciendo cualquier cosa que se indique mediante una entrada de texto en un software, pero “es difícil” el desarrollo de tecnología para advertir que un video es falso, reconoció el directivo de Qingbo.

“Hoy en día se puede diferenciar porque la imagen producida por el modelo no es lo suficientemente real, como debería ser si se está frente a una cámara (…) en el futuro será difícil hacer esta distinción”.

*Esta nota se reporteó y escribió durante un envío a China, que concluyó este diciembre.

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