Washington y Nueva York. La candidata demócrata Kamala Harris encabezó un mitin masivo en el llamado Elipse, al lado de la Casa Blanca, donde enfatizó dos temas centrales de la campaña: la integridad del sistema democrático y la economía, mientras su contrincante viajó al estado clave de Pensilvania para continuar con su argumento de que sólo él puede componer a Estados Unidos y salvarlo de manos de la camarada Kamala y la invasión inmigrante.

Harris ofreció, ante lo que su campaña dijo eran 50 mil simpatizantes, lo que llamó un argumento de clausura –en referencia a sus años como fiscal y la presentación al concluir un juicio– después de presentar la evidencia durante meses sobre por qué es tiempo de dar la vuelta a la página a Trump y trazar un nuevo camino hacia el futuro. Dijo que la opción en esta elección es entre un país basado en la libertad o un país gobernado por caos y división.

El lugar del acto fue seleccionado ya que fue aquí que Trump instó a sus fanáticos el 6 de enero de 2021 a ir al Capitolio, que después fue tomado por asalto, un evento sin precedente en este país, con la intención de frenar la certificación de la elección presidencial que había perdido (pero que hasta hoy día rehúsa reconocer) en lo que algunos califican de intento de golpe de Estado. Con el trasfondo de la Casa Blanca y con vista a algunos de los monumentos nacionales en la capital, Harris recordó el acto de Trump ese día y declaró que ahora él “tiene la intención de emplear a las fuerzas armadas de Estados Unidos contra ciudadanos estadunidenses que sencillamente están en desacuerdo con él, gente que él llama ‘el enemigo interno”. Subrayó: “eso es quien es… pero eso no es lo que somos”. El país, añadió, no pasó por todas las luchas de su historia sólo para regresar a someterse a un pequeño tirano.

Harris afirmo que ella representa una nueva generación de liderazgo; tal vez por ello también estaba ausente, a pesar de que el acto se realizó en el parque detrás de su casa, Joe Biden. Reiteró su biografía y sus propuestas para el futuro en beneficio de las mayorías.

Fue notable que haya declarado que somos una nación de inmigrantes y se comprometió a promover una reforma migratoria con una vía a la ciudadanía para algunos sectores migrantes, aunque insistió en que regresará a quienes cruzan de manera irregular.

A la vez, aseguró: no rendiré el liderazgo mundial de Estados Unidos y advirtió que para siempre este país permanecerá como el campeón de libertad.

Por su lado, Trump repitió durante las últimas 48 horas que no es un fascista, que él es lo opuesto a un nazi. Acusó en sus mensajes diarios emitidos por su campaña que “la camarada Kamala dedica los días de su horrible campaña desvanecida… atacando al movimiento más bello de la historia estadunidense, MAGA”. En una conferencia de prensa y más tarde en un mitin en Pensilvania regresó a sus temas favoritos sobre los inmigrantes criminales, ofreciendo ejemplos de familias que han sido víctimas de delitos cometidos por ilegales, y hasta acusó que Harris y el gobierno de Biden son cómplices en las muertes de algunas de estas víctimas por dejar libres a estos monstruos en nuestro país.

Anunció una propuesta en la cual promete confiscar los bienes de bandas criminales y cárteles de droga con el fin de usar esos bienes en un fondo de compensación para víctimas de crimen migrante. Afirmó que Harris y el gobierno de Biden han destruido el país, que ella promueve un mensaje de odio y división, mientras mi mensaje es sobre salvar nuestra economía, asegurar nuestra frontera y juntar la coalición más grande y amplia en la historia estadunidense, revirando así el mensaje que los demócratas han empleado contra él. Repitió lo que ahora es una nueva consigna: Ella lo rompió, yo lo voy a componer.

En el día de su mitin en Allentown, Pensilvania –en una indicación de qué tan preocupante y volátil es el ambiente electoral–, las escuelas públicas cancelaron clases y cerraron por abundancia de precaución.

Mientras, ambos partidos han desplegado a sus candidatos vicepresidenciales, líderes políticos y figuras del mundo de los espec-táculos por el país, pero sobre todo enfocados en los siete estados considerados claves y que probablemente determinarán el resultado final de la elección nacional.

Nadie se atreve a hacer un pronóstico

Entre el torbellino de encuestas, el ruido de los comentaristas, el desfile de expertos y las estrellas en esta elección aberrante llena de advertencias apocalípticas sobre lo que le espera al país, nadie se atreve a pronosticar el futuro más allá de que podría ser volátil, violento y bajo amenaza de un posible proyecto fascista.

Como para comprobar que aparentemente no es inusual sentirse loco en esta coyuntura estadunidense, un mensaje del complejo hospitalario Weill Cornell en Nueva York ofrece un pódcast de una conversación entre dos médicos sobre cómo manejar el estrés generado por esta elección al explorar la intersección entre la salud mental y la política.

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