Para Angélica Azuara, el puesto de periódicos donde trabaja desde hace 15 años es también su trinchera, en la que le ha tocado evadir y recibir los dardos de la censura de sexenios anteriores, así como de las mentes panistas cerradas de hoy día.

Así explica por qué le gusta leer y recomendar a sus clientes La Jornada, al cual describe como el diario más completo, el más verídico, no trae portadas amarillistas, la nota roja la manejan con moderación, siempre trae información relevante para el país, o de cultura, ciencias, de los estados; además, me queda claro que no está obligado a hablar bien del presidente.

A manera de felicitación por los 40 años que el periódico cumplió este jueves 19 de septiembre, la voceadora invita a quienes hacen La Jornada a que no desistan, a que sigan trabajando como hasta ahora, porque un país informado es un país poderoso, por eso se ha fortalecido México con Andrés Manuel López Obrador, porque con sus mañaneras nos mantiene informados.

Originaria de la Huasteca potosina, Angélica apenas pudo concluir sus estudios de secundaria porque tuvo que ayudar a su padre en la manutención de su familia de ocho personas. Sin embargo, su papá le dejó un legado que a la fecha es su orgullo: desde niña, al igual que a sus seis hermanos, le inculcó el hábito de leer buenos libros.

“Mi papá era gente de campo, pero le gustaba mucho leer. Terminó su primaria ya de adulto, pero nos hacía leer, no cuentos como el Semanal o cosas así, sino libros. Nos pedía el resumen y luego nos ponía a hacer crucigramas. Hoy se lo agradezco, porque, por ejemplo, los organilleros que trabajan en esta misma esquina me dicen que a ellos les aburre leer periódicos. ¡No es posible!

Hay que estar informados, no como la mayoría de las personas con mente panista, cerrada, que normalmente ya no se informan, van como borreguitos porque no quieren perder sus privilegios. Por eso en 2012 decían que AMLO era un peligro para la nación, pero no lo fue para nosotros, los trabajadores, sino para ellos que se sentían (y todavía se sienten) afectados en sus condiciones.

A sus 49 años, Angélica es mamá soltera de tres jóvenes, el más pequeño estudia segundo año de bachillerato en una preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus ojos se iluminan cuando narra que su hijo quiere ser médico y es muy estudioso; será el primero en su familia en tener un título universitario.

Él le ayuda a abrir el puesto de periódicos y a acomodar diarios y revistas en punto de las 6:30 de la mañana. Angélica cierra hasta las 9 de la noche, porque espera a que su hijo salga de la escuela.

Soy de las pocas personas con ideales

“A mi muchacho le digo: ‘vamos a echarle ganas, ni modo, nos tocó así la vida, uno no escoge sus circunstancias, pero tenemos que vivirlas y afrontarlas’. Aquí me han venido a ofrecer apoyos, pero me los condicionaban, me querían llevar a marchas, les dije: ‘o trabajo o marcho’. En esta colonia son muy panistas y algunas personas me han propuesto: ‘vente a trabajar conmigo, pero dame copia de tu credencial’. Buscan beneficios a través de la conveniencia política, pero soy de las pocas que tiene ideales; no podría estar en un lugar donde no creo.

Tampoco tengo ningún apoyo del gobierno de López Obrador, pero creo en sus ideales, porque hasta que él llegó mi hijo pudo conseguir una beca que antes le negaban. Cuando comencé a trabajar en esta esquina, mi niño estaba de brazos, yo vendía los periódicos entre los carros, traía a mi bebé enrebozado, y cuando se dormía lo guardaba en una cajita con tapa. Alguien me dijo que cómo era posible que hiciera eso y le respondía que a diferencia de mucha gente no tengo ni suegra ni conozco a nadie por aquí y mi mamá vive hasta San Luis Potosí, así que no podía dejar a mi hijo con cualquier persona. Y aquí seguimos, generando nuestro sustento. No me importa trabajar todo el día, pues sé que sin sacrificios no hay recompensa.

La entrevista con la voceadora se desarrolla en medio de interrupciones porque muchos automovilistas aprovechan el semáforo en rojo para pedirle algún periódico. También la saludan con afecto los vecinos de a pie que van rumbo al supermercado. Su puesto está por los rumbos de Coapa, y ella vive en Iztapalapa.

Reitera que su trabajo “es vender todos los diarios, tanto de izquierda como de derecha; no puedo omitir ninguno, pero en lo personal prefiero La Jornada, aunque también leo el Reforma porque hay que saber qué mentiras dice”, y suelta la carcajada para añadir: “tengo un cliente que diario se lleva El Metro La Jornada, un día le pregunté por qué lo hacía y me respondió: ‘hay que leer lo peor y lo mejor, para poder comparar’.

“Antes de pandemia vendía hasta 20 Jornadas, pero después bajó mucho porque ahora mis clientes la buscan en Internet, pero yo les digo que la magia de la lectura no se compara al tener un ejemplar impreso, además de que algunos números son de colección, por ejemplo cuando murió Alain Delon venía su foto en toda la portada de La Jornada de Enmedio, o cuando ganaron Los Diablos, vino un señor y se llevó todos los periódicos deportivos y La Jornada cuando vio que traía al equipo de beisbol en la contraportada.

“Lo máximo que he vendido de Jornadas es la edición de cuando AMLO llegó a la Presidencia; ese día me compraron 57 periódicos, tuve que conseguirlos en varios puntos de venta porque nos los limitan a los voceadores de la zona, pero aquel día hasta le pagué a un taxista para hacer el recorrido y conseguir más ejemplares.

“Mis clientes saben que me gusta La Jornada, que soy de izquierda; hay quienes se enojan y me han dicho: ‘pues ya no voy a venir a comprar aquí’, y les respondo: ‘así como hay libre expresión también hay muchos puestos de periódicos’. No tengo por qué convencer a nadie, si alguien no es consciente de la real situación que vivimos. No discuto con la gente ignorante porque por la experiencia de ellos, voy a perder, así que mejor los dejo pasar”, concluye.

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