Colaboradora de las revistas Vanity Fair, Elle, Vogue, In Style, la fotógrafa Gabriela Saavedra fundó en 1992 la Escuela Activa de Fotografía en Cuernavaca, Morelos. En 1994 publicó Apuestas y certidumbres, con fotografías de artistas, intelectuales, políticos y personalidades destacadas de México, que causó revuelo. En 1995, Gabriela tuvo un reconocimiento en la séptima Bienal de Fotografía, y en 1996 ganó la Beca de Creadores con Trayectoria, que otorga el Fonca. En 2000 fue jurado de fotografía para las becas 2000-2001 del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos.
–Mírame bien, Elena, me llamo Gabriela Saavedra, tengo 52 años, soy fotógrafa desde 1992, o sea que llevo 30 años y pico totalmente dedicada al arte de la foto, que considero no sólo mi vocación, sino mi misión. Estudié en la Escuela Activa de Fotografía (EAF) en Coyoacán con tus dos hijos, Felipe y Paula, cuando eran pequeños, y te conocí cuando ibas a dejarlos. Es muy bueno que hayan asistido, porque la educación artística es indispensable.
Al terminar la carrera en México, estudié en Chicago cuatro años, en el Columbia College. Regresé, y con el director de la EAF de Cuernavaca, abrí otra a la que llamamos Ernesto Machado; era la única escuela de fotografía que había en México. Me asocié con el director de la EAF para lanzarla en Cuernavaca, y me encargué de dirigirla, y él se quedó con la de Coyoacán. La de Morelos cumple 33 años este 2025.
–¿Cuántos alumnos tiene?
–Han pasado cientos de jóvenes y no tan jóvenes. Iniciamos cursos en enero; la carrera es de dos años y tres meses de diplomado. Algunos estudian en línea y otros en presencial.
–¿Te dedicas por completo a tu escuela?
–Voy a presentar 100 retratos de mujeres mexicanas destacadas en todos los ámbitos, cultural, científico… hasta empleadas en trabajos que son pasatiempos o que antes eran exclusivos de hombres. Por ejemplo, antes no había bomberas, y si las había, se encargaban de dar el café a los hombres; no tenían nada que ver con un incendio, pero ahora salen a su lado y al igual que ellos salvan vidas.
“Mira la fotografía de esta mujer remadora en Xochimilco. Es la única que aguanta el peso de llevar en su trajinera a 20 personas bailando y cantando y los regresa a buen puerto, porque bailan, cantan y beben demasiado.
“También hay mujeres como la directora de teatro Sabina Berman, quien ha demostrado que tiene enorme empatía hacia las mujeres. Ella, como debes saber, escribe teatro, novelas y cuentos reconocidos en Europa y Estados Unidos. Es de las que saben todo, Elena. También te enseño mi foto de una militar de Fuerzas Armadas Especiales con su binomio, quien fue la primera mujer que terminó su servicio militar, superpesado. A las mujeres en el Ejército les exigen muchísimo más que a los hombres, porque ese oficio, vocación o como quieras llamarle, estaba diseñado para hombres, y esta mujer dijo: ‘Oye, pero yo también quiero ser militar’, y estudió día y noche, cuatro veces más que cualquier hombre, y pasó. Ahora es muy, muy importante, la teniente Pilar Roldán.
“Mira, Elena, está otra mujer que retraté, es saxofonista. El saxofón es un instrumento diseñado para manos de hombre; es muy complicado para una mujer porque las pisadas son duras. Esta chava saxofonista adecuó el instrumento de manera que pudiera tocarlo con menos dificultad. En las fotos que le tomé traté de cuidarla mucho. La mayoría de mis fotografías las capturé en la casa en el lugar de trabajo de las retratadas. Tengo una foto de la primer violín de la Orquesta Sinfónica Nacional, Sharif; a ella es a quien el director de orquesta le da todas las indicaciones, porque el primer violín es el que lleva la orquesta. Antes, en México no se le daba esa responsabilidad a una mujer.
Mira esta foto de Ana Laura Magaloni, es una jurista muy destacada. Ejerce una profesión en la que antes la mayoría eran hombres.
–Por lo visto, Gabriela, eres una feminista de hueso colorado.
–De eso trató el proyecto: buscar a mujeres valiosas y sacarlas a la luz; sobre todo, hacer que el público comprenda que las mujeres podemos hacer todo. Hace años, muchos empleos dependían de la fuerza masculina y se creía que en México no podían ser ejercidos por nosotras. Una mujer no podía ser albañil, porque no sabía ni cómo cargar un bulto de cemento; ahora resulta que ya no es necesario cargarlo, porque lo hacen unas máquinas. Claro que podemos ser albañiles. También retraté a una piloto de las Fuerzas Aéreas Mexicanas junto con su aparato.
Tengo aquí una fotografía de una árbitra de partidos de futbol de Mundiales. Antes nos rechazaban. Esta foto es de la doctora Bonifaz, del Instituto Mexicano del Seguro Social; es canceróloga y dice que cuando entró, 99 por ciento eran hombres que la veían raro. Tengo el retrato de una cocinera que ganó el premio de la mejor chef del mundo, Elena Reygadas. ¡No puedes creer cómo cocina, hace de las verduras una obra de arte!
–¡Qué padre, Gabriela!
–Esta mujer es la jefa de todos los policías de tránsito de la ciudad. Esta es la primera astronauta mexicana que ha ido al espacio. Mi proyecto también incluye a Flor Garduño, fotógrafa notable. También retraté a una cilindrera con el Zócalo de fondo.
–¿Y a la primera presidenta de México?
–Claro que queremos incluir a Claudia Sheimbaum. Me gustaría fotografiarla con la banda presidencial para que cualquier niña mexicana diga al verla: Yo puedo llegar a ser Presidenta
. También retraté a Cristina Rivera Garza, que ganó un Pulitzer, e incluí a la compositora Marcela Rodríguez, hermana de la imponderable Jesusa. Esta foto que tienes en las manos es de a una madre buscadora.
–Me conmueve mucho, porque admiré a Rosario Ibarra de Piedra, primera madre buscadora.
–Me hubiera encantado retratarla. Mira a mi pescadora en Cozumel. La doctora Alicia Frank, bioquímica, hizo un estudio sobre la retina. Esta foto es la de una empresaria creadora de un banco que presta dinero con menos intereses. Desarrolló una aplicación para quienes no necesitan tanto préstamo. Tengo aquí el retrato de una atleta paralímpica, que sin una pierna ganó medalla de oro al correr 100 metros.