El juego y la diversión son inherentes a la vida y la obra de Gabriel Orozco, el más internacional de los artistas mexicanos hoy día, de quien a partir de este primero de febrero y hasta el 3 de agosto se presentará en el Museo Jumex una revisión de sus recientes 35 años de trabajo bajo el nombre de Politécnico Nacional.

Se trata de la primera muestra de este creador en un espacio museístico nacional desde 2006 y a la que llega después de haber coordinado de 2019 a 2024 el Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura, que con sus 10 mil 500 millones de pesos fue una de las más importantes obras públicas del anterior gobierno federal.

Cuando me divierto es cuando me salen las cosas. Hay veces que es un poquito aburrido lo que uno hace; también, hay que ser disciplinado en aspectos que no son tan divertidos de hacer. Pero, en general, las mejores ideas salen de investigar algo, una especie de curiosidad que impulsa a pensar en cosas, y eso es divertido, afirma.

Desde muy chavo me gustaban el futbol y el ajedrez, e inventar juegos con mis amigos. Eso me pasa también en el arte. En ocasiones, cuando empezaba a pintar, de pronto me aburría saber cómo tenía que ser la pintura, y entonces empezaba a chorrearla y a hacerle otras cosas; muchas veces la echaba a perder, pero al final es lo que hace el trabajo más llevadero y amable.

El creador veracruzano (Xalapa, 1962) charla con La Jornada mientras ultima detalles de su exposición en aquel recinto, ubicado en Miguel de Cervantes Saavedra 303, colonia Granada.

De una mesa repleta de objetos variados, toma dos cestos llenos de corcholatas de cerveza Sapporo, una de sus favoritas, y las coloca sobre una plataforma blanca de unos 3 metros cuadrados.

Lo mismo hará con un collar elaborado con vértebras de serpiente, micas transparentes con bocetos geométricos pintados de diferentes colores, un boleto de avión intervenido con uno de sus dibujos, una reproducción a escala en latón de su moto schwalbe, pelusa de ropa recuperada de una lavandería, restos de material que ha utilizado en sus obras, como cera, e incluso piezas inacabadas… ¿Gabriel, también tienes huesos?, repara una de los presentes al descubrir un fragmento óseo que yace sobre la mesa. ¡Claro que tengo! No soy puro sentimiento ni espíritu, responde en son de broma el artista, para luego precisar que se trata de la quijada de un animal.

Así, entre divertido y concentrado, va disponiendo sobre la plataforma esos objetos que conforman las mesas de trabajo que presentará ahora como parte de las 300 obras de esta nueva exposición, las cuales provienen de 36 instituciones y colecciones privadas de América, Europa y Asia, así como de la suya.

Esta muestra da cuenta del extraordinario rango creativo del creador, al abarcar gran variedad de medios que incluyen pintura, escultura, fotografía, dibujo e instalación, así como sus proyectos arquitectónicos y diseños para jardines, parques y puentes. Entre las piezas destacan la Caja vacía de zapatos, que tanto impacto y controversia causó con su exhibición en la Bienal de Venecia en 1993, así como el Citroën DS que recortó para convertirlo en un monoplaza, la mesa de billar ovalada y una escultura en piedra de una mesa de pimpon modificada para que puedan realizarse dos partidas simultáneas.

Desde 1996, Gabriel Orozco realiza una mesa de trabajo cada cinco o 10 años, y en cada una dispone de todo tipo de objetos y materiales, ya sean encontrados, ready-made, inacabados, maquetas o residuos de algún otro proyecto. La primera de las dos que ahora exhibe la integró a lo largo de la primera década de este nuevo siglo en Nueva York y la otra es de sus recientes 10 años de residencia en Tokio, Japón.

Es lindo conservar estos objetos y después ponerlos juntos. Es como llegar a un taller mecánico y tener a la mano una mesa con herramientas, tuercas y tornillos, todo lo que necesitas para la reparación de una cosa. Un poco ése es el espíritu de mis mesas de trabajo; han sido mi manera de operar desde los primeros años y se convierten en una obra (artística) por sí mismas. Una mesa de trabajo es para mí como el tablero de ajedrez, como un juego de mesa, y las piezas son todos esos diferentes elementos que he encontrado en distintas partes, explica.

En Politécnico Nacional, curada por la historiadora del arte británica Briony Fer, se exploran temas claves en la práctica de Orozco, quien ha desafiado constantemente lo que puede ser arte y cómo puede hacerse. Establece, asimismo, un campo de juego para mostrar de qué manera ha desarrollado múltiples técnicas y estrategias a lo largo de una importante carrera que comenzó a principios de los años 1990.

“Es una compilación, no le llamamos retrospectiva, porque no es cronológica ni histórica; está dividida en términos temáticos.

“Por las condiciones del museo, la curadora decidió dedicar cada piso (del recinto) a diferentes temas. Así (de arriba hacia abajo), uno está dedicado al aire o lo que flota; el siguiente, a la tierra, lo que crece en ella, las plantas; una más, a la parte submarina, donde va a estar la ballena azul que hice en Londres después de la de la Biblioteca Vasconcelos (Mátrix móvil), y en el último estará una zona que llamamos composta, donde habrá paneles informativos de mi trabajo”, detalla el artista, quien aclara que el título de la muestra hace referencia a las técnicas que ha debido aprender en el transcurso de su vida, viajes e intereses.

Esa división no es exactamente el estereotipo de lo que está en el cielo, la tierra y el mundo submarino, pero sí hay referencias; porque, finalmente, mi trabajo ha tocado bastantes temas político-naturales o ecológico-económicos con relación a su producción, distribución y formación, agrega.

“Por eso las mesas de trabajo son obras en proceso que tocan desde el mundo orgánico hasta el geométrico, la fantasía o el accidente y la materialidad de las cosas que nos vamos encontrando.

Las asociaciones de significado entre una cosa y la otra son los caminos que uno va andando y en los que va generando interconectividad entre culturas, generaciones, signos, disciplinas y técnicas. Eso, creo, es lo que hará que esta exposición no sea aburrida.

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