Madrid. El rey Felipe VI se refirió por primera vez, aunque de forma indirecta, a la crisis diplomática abierta con México a raíz de las peticiones de perdón por los atropellos y expolio perpetrados durante la Conquista y la época colonial. El monarca pidió “hablar con franqueza de nuestras discrepancias inevitables desde el respeto a la amistad”, afirmó en un discurso en el marco del encuentro de Academias Hispanoamericanas de la Historia.

El rey Felipe VI no contestó en 2019 a la carta que le envió el ex presidente Andrés Manuel López Obrador en la que le pedía un gesto de perdón con los pueblos originarios de México. El monarca, que no tiene competencias ejecutivos, se limitó a dejar maniobrar en este asunto al gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, quien, junto con su entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, decidieron no contestar a la carta, supuestamente para evitar “polémicas inútiles”.

Tras el triunfo de la nueva Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se reavivó la crisis a raíz de la no invitación al monarca a la toma de posesión del pasado 1 de octubre, con lo que el presidente Sánchez decidió que ante ese rechazo a la jefatura del Estado español no enviaría a ningún representante oficial al acto.

Desde entonces el rey Felipe VI no ha tenido ningún acto público, hasta hoy, que inauguró el encuentro de Academias de la Historia de los países hispanoamericanos, entre los que había representantes de México, de Venezuela y Argentina, países con lo que España tiene abiertas sendas crisis diplomáticas.

El monarca rememoró una parte de su primer discurso como rey, en el que señaló que “con los países iberoamericanos nos unen la historia y lazos muy intensos de afecto y hermandad. En las últimas décadas, también nos unen lazos económicos crecientes y visiones cada vez más cercanas sobre lo global. Pero sobre todo nos une nuestra lengua y nuestra cultura compartidas. Un activo de inmenso valor que debemos potenciar con determinación y generosidad”.

Y añadió que “podría comenzar citando al Inca Garcilaso, el escritor e historiador de padre español y madre india, cuando proclamó, orgulloso: “de ambas naciones tengo prendas”. O podría aludir a la 1ª Constitución española, la de 1812, cuando, en su artículo 1º, hace reposar nuestra identidad en “ambos hemisferios”. O referirme a la lengua española, con sus cerca de 600 millones de hablantes; y a nuestra historia compartida, con sus frutos en ciencia, urbanismo, letras, artes o pensamiento; y sus conflictos y disputas”.

Y a continuación se refirió, aunque de forma velada, a la crisis con México: “Somos, los iberoamericanos, una unidad en la diversidad, una cultura de culturas. Nuestra relación es tan honda que nos permite, incluso, hablar con franqueza de nuestras posibles discrepancias −inevitables, por lo demás, en tantos siglos de historia compartida− pero siempre desde el respeto basado en la amistad”.

Y añadió que “no olvidemos que, en este tiempo actual de grandes desafíos globales que requieren del esfuerzo coordinado de todos, el foco de nuestra relación debe orientarse hacia el presente, para así preparar o construir un futuro aún mejor, de mayor provecho compartido, de mayores oportunidades.

Por eso lo esencial es tomar impulso en tanto que nos une, en nuestras afinidades, para a fin de cuentas alcanzar respuestas pragmáticas, útiles y equilibradas. Respuestas que lleguen a todos”.

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