Tratados por mucho tiempo como maestros de segunda, los técnicos académicos constituyen uno de los puestos docentes que más han crecido en los últimos años en la UNAM. Debido a su gran número y por la vaguedad con que aparecen en la normativa institucional, el rector Leonardo Lomelí Vanegas ha considerado prioritario reformar esa figura docente este año.

El tema comenzó a mencionarse en las recientes sesiones del Consejo Universitario, y su pronta resolución sería un acto de justicia, pues esos trabajadores podrían alcanzar los mismos beneficios que los profesores de tiempo completo o los investigadores, cuyas tareas ya realizan en algunos casos, pero sin las mismas prerrogativas.

De acuerdo con el artículo 74 del Estatuto General de la UNAM y el 9 del Estatuto del Personal Académico, los técnicos académicos ordinarios son quienes hayan demostrado tener la experiencia y las aptitudes suficientes en una determinada especialidad, materia o área para realizar tareas específicas y sistemáticas de los programas académicos y/o de servicios técnicos de una dependencia de la institución.

El propio Lomelí, en el plan de trabajo que entregó a la Junta de Gobierno cuando se registró como aspirante a rector, hizo ver que esa definición es extremadamente vagay se refiere a dicho sector más bien como personal que hace tareas de apoyo a las actividades de investigación y docencia, como si fueran simples auxiliares.

Mismo trabajo, menos paga

No obstante, el panorama es más complejo, expone Valeriano Ramírez, técnico académico adscrito a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Si bien algunos trabajadores de esta categoría –surgida en 1971– sí hacen labores estrictamente técnicas, como apoyar en laboratorios y bioterios o dar mantenimiento a maquinarias especializadas, muchos otros nos dedicamos a la docencia, hacemos investigación, escribimos libros y artículos y damos conferencias.

Sin embargo, la misma carga laboral no conlleva el mismo sueldo ni los mismos derechos que un maestro de tiempo completo o investigadores titulares C, quienes ganan 8 o 9 mil pesos más que los técnicos académicos titulares. Al mes, nuestro salario base es de unos 12 mil pesos y puedes llegar a unos 15 mil, con estímulos, pero también hay otros compañeros que ganan entre 6 y 8 mil, entre otras circunstancias.

Los técnicos académicos aceptaron dichas condiciones porque hacerlo era una forma de garantizar una carrera académica. Fue un paliativo para la regularización de un personal académico con formación y trayectoria, pero que no ingresó como profesor porque no hay presupuesto.

De acuerdo con la Agenda Estadística 2023 de la UNAM, en la institución laboran actualmente 4 mil 561 de estos trabajadores en 281 de sus entidades, los cuales participan en las tres tareas sustantivas (docencia, investigación y difusión de la cultura).

No obstante, dice Luis Torres Monroy, actual representante de los técnicos académicos ante el Consejo Universitario, “en el EPA –cuya última reforma data de 1974– prevalece una caracterización que, por su ambigüedad, suele dar pie a incertidumbre jurídica y situaciones de inequidad”.

Para remediarlo, dijo, en 2004 se instaló el llamado Claustro Académico para la Reforma del EPA, integrado entre académicos y representantes de rectoría, quienes trabajaron seis años para dar a conocer en 2011 una propuesta de cambio normativo, pero ésta nunca se llevó a la práctica.

Con la reforma en el tintero desde entonces, los técnicos siguieron aumentado y son la figura académica que más ha crecido en los últimos años. En su plan de trabajo ante la JG, Lomelí destacó que entre 1998 y 2023 crecieron 55.9 por ciento, frente a 39 por ciento de los investigadores y 14.4 por ciento de los profesores de tiempo completo.

Diversas voces de universitarios coinciden en que una de las razones que ha frenado la actualización de las condiciones de los técnicos académicos es que implica mayor erogación de recursos económicos.

Propuesta en análisis

Mientras, ante cuestionamientos de miembros del Consejo Universitario en una reciente sesión, el rector Lomelí indicó que la muchas veces postergada reforma al EPA a la figura de los técnicos académicos se echará a andar en breve y tendría que concretarse en 2024.

Estamos en el tema y tenemos ya una propuesta que están trabajando en la Dirección General de Asuntos del Personal Académico. El tema es prioritario y estamos próximos a tenerles una propuesta y a volvernos a reunir, dijo Lomelí a quienes le preguntaron. Primero nos reuniremos con los consejeros, conoceremos sus propuestas y después comenzaremos a procesarla a través de los conductos del Consejo Universitario, que son las comisiones de Trabajo Académico y de Legislación Universitaria, pero ya está avanzada y, de que es este año, es este año.

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