Si durante el partido el técnico de Uruguay, Marcelo Bielsa, movió los brazos muchas más veces que cualquier portero, en la tan-da de penales trató de contener esa fuerza interior que le pedía expresar su alegría por la victoria. El Loco caminó de un lado al otro sobre su zona técnica, aguardó el último cobro del mediocampista Manuel Ugarte y respiró profundo, seguido por las cámaras de televisión, con el gol que le dio el triunfo a la Celeste en la tanda de los once pasos ante Brasil 4-2 (0-0 en los 90 minutos), para avanzar a las semifinales contra Colombia en la Copa América.

Como Bielsa, los uruguayos encontraron en ese momento la mayor recompensa que tiene el fut-bol y la cual consiste en sufrir juntos, en ser un bloque entre la gente y el equipo, para luego imponer-se a un rival de proporciones gigantes en Sudamérica. La tarea no fue sencilla. Con intensidad y dureza, los dos equipos se fueron a la lucha táctica hasta el exceso, intentaron cortar los circuitos de uno y otro, pero ofrecieron mayor desgaste que oportunidades de gol en 90 minutos.

Brasil sufrió en el corto reco-rrido. Exhibió que sus alcances dependen sólo de sus estrellas, sobre todo del talento de Vinicius Jr. Rodrygo provocó con su habilidad la expulsión del mediocampista Nahitan Nández a falta de un cuarto de hora para el final, luego de una dura entrada sobre su tobillo. Pero ni eso ni la lesión del zaguero uruguayo Ronald Araújo, quien aquejó dolencias musculares, motivó a la Canarinha a salir de su telaraña.

Ya en la definición por penales, la experiencia de Bielsa se hizo notar en el banquillo. Eligió uno por uno a sus tiradores en una libreta y esperó hasta el final para cantar victoria. Con los fallos de Éder Militao y Dougla Luiz, el último cobro de Ugarte terminó con el sufrimiento de la Celeste en el estadio Allegiant, en Las Vegas.

Ilusión cafetera

En menos de 45 minutos, Colombia acreditó su pase a las semifinales de la Copa América sin dejar espacio a las dudas. Decidida a competir hasta el final por el título que sigue en manos de Argentina, la selección cafetera goleó 5-0 en el estadio de la Universidad de Phoenix a Panamá y con ello completó la serie restante de la siguiente ronda.

Con mecanismos rudimentarios ante el nerviosismo, los tres delanteros de referencia de la Tricolor se hicieron cargo de sus tareas al momento de organizar a su tropa. El ex jugador de Jaguares de Chiapas, Jhon Córdoba, abrió el marcador con un remate de cabeza tras perder la marca (8); James Rodríguez convirtió el 2-0, de penal (15); mientras Luis Fernando Díaz, anticipando la salida del arquero Orlando Mosquera (41), Richard Ríos (70) y Miguel Borja (90+4) sellaron el pase.

A diferencia del nivel que mostró Canadá en su serie contra Venezuela, los panameños estuvieron lejos de ser una sorpresa como representantes de la Concacaf. Cuan-do sus futbolistas intentaron plantarse decididamente en el campo, el partido ya estaba resuelto. Si acaso el atacante de la Universidad Católica ecuatoriana, José Fajardo, con ayuda del velocista Édgar Bárcenas, lograron inquietar al portero Camilo Vargas, pero sólo en acciones aisladas.

Tan superior fue Colombia que el técnico argentino, Néstor Lorenzo, empezó a administrar el desgaste de sus elementos titulares a fal-ta de 30 minutos para el final, dándole oportunidad de ingresar al campo a varios suplentes ya con el 3-0. Muy a pesar de eso, el lateral del Palmeiras, Richard Ríos, aprovechó la ley de la ventaja del árbitro italiano Maurizio Mariani, quien dejó correr la jugada luego de una falta, y venció con un derechazo a Mosquera para el cuarto tan-to tras un inicio arrasador.

Ya en tiempo de compensación, José Córdoba derribó con una patada a Santiago Arias y provocó el penal convertido por Miguel Borja (90+4).

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