La Paz, BCS. Considerada una especie en peligro de extinción, la tortuga caguama (Caretta caretta) realiza cada año un viaje transoceánico de 11 mil kilómetros desde el archipiélago de Japón hasta las aguas del Golfo de Ulloa, en Baja California Sur, donde encuentra abundante alimento y permanece alrededor de cuatro meses. Sin embargo, no todas llegan a su destino: en este litoral occidental cientos de estos quelonios enfrentan riesgos, como el cambio climático y las redes de enmalle donde quedan atrapados y mueren ahogados.

Ante ello, la Secretaría de Marina (Semar) desplegó un equipo multidisciplinario como parte de un ambicioso esfuerzo científico para estudiar y proteger el hábitat de la también conocida como tortuga amarilla. Lo hizo a través del buque de investigación oceanográfico ARM Sayulita, que después de dos semanas de navegar a 32 kilómetros de la costa, arribó ayer al puerto de Pichilingue.

En la zona de refugio marino, establecida hace 10 años con una superficie de un millón 989 mil hectáreas, se tomaron parámetros físicos, químicos y biológicos, para caracterizar oceanográficamente el área y conocer las condiciones en que se encuentra el hábitat de la tortuga caguama, que entre mayo y agosto viene a alimentarse de salpas y medusas, explicó el teniente de navío Diego López Andrés, jefe del crucero.

Frente a las costas de los municipios de Comondú y Mulegé, donde los pescadores ribereños dependen de esta actividad, el sol cae a plomo. En una patrulla interceptora de la Semar, La Jornada zarpó con personal naval al buque Sayulita, donde se constataron las labores de investigación que realizan con una roseta oceanográfica para analizar la temperatura y salinidad del agua.

El objetivo, abundó, es definir áreas de protección más específicas para preservar esta especie, que se caracteriza por tener aletas frontales pequeñas, cabeza grande y triangular, y un caparazón que resalta por sus tonos marrones.

Este primer crucero, de un total de tres programados, es parte de la estrategia integral del gobierno federal para revertir la certificación negativa impuesta por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica en agosto de 2023, debido a que México está al borde de que Estados Unidos le imponga un embargo contra la pesca comercial del país.

Hay mucho interés del gobierno mexicano para conocer más del hábitat de la tortuga en el Golfo de Ulloa; estimo que en un par de meses se tenga un informe preliminar que forma parte de un compromiso de México ante el T-MEC, señaló César Augusto Salinas Zavala, investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, quien forma parte de la tripulación del buque.

En abril pasado, la Comisión para la Cooperación Ambiental, órgano creado al amparo del acuerdo comercial, publicó un expediente de hechos en el que señala presuntas omisiones a la legislación ambiental con la muerte masiva de más de 3 mil tortugas amarillas en los últimos seis años, cuyos cuerpos inertes son arrastrados por las corrientes y algunos terminan en la orilla de la playa San Lázaro.

Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, explicó que de acuerdo con estudios científicos, por cada tortuga varada encontrada muerta en la playa hay otras tres que son arrastradas por las corrientes mar adentro.

Salinas Zavala señaló la termorregulación como una de las hipótesis de mortandad de tortugas, es decir, no regulan su temperatura corporal por sí solas, sino están a expensas de la del medio ambiente. Si las temperaturas son frías, ellas se aletargan y son vulnerables a enfermedades o depredadores, dijo.

El Golfo de Ulloa es una de las zonas pesqueras más productivas y ricas en biodiversidad marina de las costas de Baja California Sur. De las seis especies de tortugas existentes en el mundo, México posee cinco. La Caretta caretta llega en su etapa juvenil para alimentarse y regresa a anidar a Japón, de donde es originaria.

 

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