Salem, Virginia y Nueva York. “Jesús es mi salvador, Trump es mi presidente”, decían muchas camisetas de seguidores que empezaron a llegar a este pueblo este fin de semana más de 12 horas antes de que su candidato apareciera en el escenario para reiterar su mensaje sobre los peligros al país que representan los millones de inmigrantes indocumentados, los que promueven los derechos de los transgénero y la economía en declive.

“¿Están mejor ahora que hace cuatro años?”, preguntó el candidato presidencial republicano Donald Trump a sus seguidores, quienes respondieron que “Nooooooo”.

Les prometió que “pondré fin a la inflación, frenaré la invasión de criminales a nuestro país y regresaré el sueño americano” ante la aprobación vocal de su publico.

La candidata demócrata Kamala Harris tiene a muchas estrellas en sus eventos, desde Beyonce a Bruce Springsteen entre muchos otros, pero para este público (y para el propio candidato), la única superestrella es Trump. “Este es el movimiento político más grandioso en la historia de nuestro país, probablemente en la historia del mundo”, declaró Trump desde el podio. En otro momento, empezó a decir “si yo gano”, y se interrumpió, y corrigió: “no se trata de mi, es si nosotros ganamos”. Mucha de la atención en esta contienda es sobre el personaje de Trump, pero no está equivocado de que el movimiento que encabeza es algo extraordinario en la historia política del país.

Uno de los oradores en el mitin del sábado fue Stephen Miller, el asesor de Trump quien fue el arquitecto de sus políticas antimigrantes en su gobierno y quien ahora está elaborando los planes para deportar un millón de indocumentados cada año si gana Trump. “No vengan a este país, no están dispuestos a obedecer a las leyes estadunidenses, y a la cultura americana”, dijo, aunque que significa “obedecer” a esta cultura no lo aclaró. Su acusación de que “extranjeros ilegales” están violando y matando a estadunidenses provocó aplausos, pero ni Miller, ni el gobernador de Virginia y otros políticos que ofrecieron discursos aquí elevaron la energía de este publico. Habían llegado para escuchar a Trump, y no a sus servidores.

Tanta gente llegó que cuando se abrieron las puertas a la arena donde se realizaría el acto de campaña para iniciar las verificaciones de seguridad, los 6 mil 200 asientos del Centro Cívico de Salem se agotaron en unos 90 minutos, con tres veces ese número quedado fuera para ver si lograrían ver a su presidente (quien seguramente ganó la elección del 2020 que le fue robada, según ellos) y después para escucharlo en grandes pantallas afuera de la arena.

Seis horas antes de la llegada del candidato, ya había un mar de gorras rojas con el acrónimo MAGA (Make America Great Again – la consigna de este movimiento) en el campo alrededor de la arena con una fila de otros por mas de medio kilómetro. La gente le comentó a La Jornada que habían escuchado de este evento en sus iglesias, en su clubes de armas de fuego, por Facebook, de sus vecinos, y repetían que sintieron que tenían que estar aquí presentes. “Se que tal vez no logremos ingresar a la arena, pero esto es histórico, tenía que estar aquí”, comentó una mujer con otros al alrededor de ella asintiendo.

El público abrumadoramente blanco incluyó a muchos jóvenes, adolescentes con crucifijos colgando de sus collares y varias familias con bebés en brazos, como también gente de avanzada edad, todos tolerando quedarse parados durante más de cinco horas bajo el sol, un tipo de prueba para la gente que no era fácil ni para este reportero. Muchos de los hombres tenían un físico y apariencia que mostraban que eran trabajadores manuales. Casi todos tenían una gorra o camiseta que expresaba algo sobre lo que consideran una causa rebelde.

“Estoy votando por el criminal”, decía una de las camisetas más populares, en referencia a lo que consideran un juicio políticamente motivado donde Trump fue convicto por el manejo ilegal de pagos para silenciar a una estrella de porno antes de la elección presidencial del 2016. Otra era “Solo tú puedes prevenir el socialismo… vota Trump”.

Un camión de recolección de basura estaba estacionado con una pancarta que decía “Basura, deplorables”, en referencia a una declaración del presidente Joe Biden llamando a los simpatizantes de Trump “basura” hace poco días, como también a la famosa frase de Hillary Clinton llamando a las bases de Trump “los deplorables” en la campaña de 2016. Para muchos aquí, los ataques contra su candidato solo comprobaban que es un “rebelde”, y que el es el único que está de su lado contra el sistema. “Impeached, acusado, convicto, baleado… aun de pie”, decía otra camiseta, quien estaba parado junto una mujer cuya camiseta decía sencillamente “Trump contra todos”.

Los mitines de Trump frecuentemente parecen como actos religiosos, congregaciones pero la música no es religiosa. Mientras esperaban en la enorme fila para intentar ingresar a la arena, el sistema de sonido deleitó a los creyentes con una rola de Jimmy Buffett (Son las cinco en algún lugar) festejando el arte del trago y Sweet Caroline de Neil Diamond, a It’s a Man’s World de James Brown cantada por Pavarotti y, como siempre, uno de los favoritos de Trump, YMCA por los Village People.

Aunque su candidato es un autoproclamado multimillonario, la ruta sonora en este acto festeja a la gente trabajadora, como “9-5” de Dolly Parton y otra que dice “He estado vendiendo mi alma, trabajando todo el día/horas extra por pago de mierda” que se ha vuelto en un éxito. Para gran parte de ese público, la economía no los está beneficiando, la cultura en que fueron criados está cambiando, sus vecinos se mueren de sobredosis de drogas y el sistema político que este en este país no está resolviendo nada de eso – más bien, lo perciben como empeorado cada vez más.

Antes de los discursos, la gran pantalla fuera ofreció múltiples mensajes: “Trump tenía razón en TODO”, “Sueña en grande” y, por supuesto, “Vota”. Cuando Trump por fin llegó al podio, tarde como siempre, había menos público y el sol se ponía, pero el público estaba de pie. Ofreció algunas palabras sobre sus propuestas políticas, y después se desvió al contra una larga historia sobre como su nuevo amigo Elon Musk” estaba lanzando cohetes al espacio, de un “donante muy importante” que mantuvo esperando a Trump por 45 minutos y el endoso que le dio el gremio de los empleados de la Patrulla Fronteriza la semana pasada.

Se elogió sobre cómo no sigue su propio guion, y de nuevo se interrumpió cuando se dio la vuelta y vio su imagen proyectada en una gran pantalla. “O, mierda, estoy viendo detrás de mi cabeza, es día malo para mi pelo”, ante la risa de sus seguidores. Unos 75 minutos después de llegar al micrófono, dejó el escenario para irse a su tercer mitin del día.

Si el ex presidente de 78 años de edad logra ganar la elección el martes, será en gran medida por esta energía, entusiasmo y amor que esta gente tiene para su salvador.

Muchos comentaron después de pasar casi un día entero en espera, que estaban felices “ser parte de este momento histórico”.

Compartir
Exit mobile version