Morelia, Mich., El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se rindió ante la productora Bertha Navarro y la condecoró con el Premio El Ojo y la develación de una butaca con su nombre, para que pase a engrosar la sillería de la sala cuatro del Cinépolis Centro Histórico de esta ciudad.

Navarro dijo al recibir su par de reconocimientos: Gracias por tanto amor. Estoy muy emocionada, yo los necesito, y un grito desde la parte trasera reviró: ¡y nosotros te necesitamos, Bertha!

La galardonada también agradeció al FICM, por ser un encuentro “tan importante, y donde veo las películas mexicanas que se están haciendo, es un espacio fundamental y también desde aquí las cintas han crecido y han agarrado camino. Es tan fundamental este festival que agradezco que sea una ventana para el cine nacional.

Como he dicho antes, he realizado cine y seguiré haciéndolo, y si no lo hago, siempre estaré por ahí con mis películas cuando se vean, ya que quiero que mis filmes se sigan viendo, especialmente por las nuevas generaciones.

En charla con La Jornada se le preguntó si había formado parte del nuevo cine mexicano, periodo en el que algunos consideran que sólo hubo unas cuantas películas buenas. Navarro respondió: Los cineastas de diferentes épocas hemos luchado por consolidar la cinematografía mexicana y lo seguimos haciendo. Pero actualmente creo que las cintas nacionales son importantes en México y en el mundo porque la actual generación de directores es más robusta. El gran problema de nuestra filmografía, y creo que en el resto del mundo, es la exhibición. Todo el tiempo hablo de ese tema con Alejandro Ramírez, el presidente de Cinépolis.

La nueva directora de la Cineteca Nacional, Marina Stavenhagen, fue la encargada de presentar a Navarro y dijo: si una palabra define a Bertha es que ha sido incansable en estos 50 años y visionaria. Ha sabido ver más allá, siempre piensa en qué es lo que sigue para el cine mexicano.

Batalla inmediata y perpetua

La plática con la productora de películas como Cabeza de Vaca y Cronos continuó: El cine para el país es algo muy importante, no es sólo un pasatiempo, es cultura, es talento y es identidad. Actualmente hay más recursos, pero éstos también ya se volvieron chiquitos, porque todo sube.

Conmovida por el homenaje en el FICM, Navarro agregó: “aún hay muchas batallas que debemos dar por la cinematografía mexicana, por ejemplo que se exhiba más cine mexicano para que la gente lo vea, es la batalla inmediata y perpetua.

Nuestras películas pasan tres semanas y para afuera, te das de santos que se exhibieron, y a los productores nos queda un porcentaje ridículo, y no hay manera de que una cinta recupere su inversión, por lo menos en México.

Bertha Navarro también hizo un flashback en su memoria y recordó: “Inicié en la década de los años sesenta con Julio Pliego quien me enseñó mucho de edición e hice un par de cortometrajes con él. Luego en 1968 conocí a Paul Leduc y comenzamos hacer cortometrajes, fuimos a Chiapas y otros lados, después trabajó el guion de Reed: México insurgente, empezamos a rodarlo en 1970. Esa película cambió el lenguaje del cine comercial mexicano, que ya estaba en picada. Posteriormente, conocí a toda la generación de los años setenta: Felipe Cazals y Jorge Fons, entre otros. Después llegó la década de los años 80 que fue difícil, como todos sabemos, pero siempre hubo películas y directores que dieron la batalla”.

Siguiendo su recuento, la productora pasó a la década de los años noventa: “Ahí fue cuando hice mucho cine. Cabeza de Vaca es la primera coproducción que hago con España, con fotografía de mi hermano, precisamente ahí conocí a Guillermo del Toro que hizo todo el maquillaje de las diferentes tribus que se encontró en la cinta. Me entregó el guion de Cronos e inmediatamente la hicimos cuando terminé Cabeza de Vaca. En ese momento se creó la otra generación talentosa de cineastas donde están Alfonso Cuarón y Del Toro, sobre todo ellos.

“Me seguí con Guillermo haciendo El espinazo del diablo. Pedro Almodóvar, que había visto Cronos, se entusiasmó mucho y nos ayudó a hacerla. Años después hicimos El laberinto del fauno, también en España, que es la película más bonita de Guillermo y de lo mejor. De hecho, él me pidió seguir siendo su productora, pero le dije que él ya estaba hecho, que yo me quedaba a apoyar otros talentos, a hacer más cosas. Así que me quedé a hacer los laboratorios para consolidar a los nuevos talentos mexicanos.”

También recordó que en 2018 presentó Sonora, “una película durísima, yo tenía 70 y pico de años. Próximamente voy hacer en cine Balas de plata, de Elmer Mendoza, y otras novelas de las que tengo los derechos. Soy así, muy entrona, cuando me dicen ‘no se va a poder’, yo digo ‘cómo que no se puede’, y lo hago”.

Asimismo, se definió como una luchadora y celebró que ahora existan colegas suyas, mujeres productoras y directoras buenísimas. Se está abriendo el espectro de este trabajo y de este logro.

Finalmente, mencionó que ella anhela que ahora que habrá tres cinetecas en la Ciudad de México y otras tantas en varios estados del país, se vuelva a exhibir nuestro cine, que los jóvenes sepan de qué va, que no sólo mediante las plataformas se pueda ver mi trabajo. Todos los que estamos en esto tenemos que seguir batallando.

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