Ciudad de México. Efraín Juárez, ex jugador de Pumas de la UNAM, llegó al banquillo del Atlético Nacional, el club más popular del futbol colombiano, con las reticencias de quien se hace cargo de una misión importante cuando se es un desconocido en esas tierras. La incipiente carrera del mexicano como entrenador hizo arquear la ceja de los más escépticos que lo consideraban un inexperto sin pendones. Ese mismo técnico le devolvió el esplendor al equipo verdolaga y lo convirtió en campeón de la Copa Colombia, la séptima que conquista el equipo paisa, y en posibilidad de lograr el doblete con el título de Liga que disputará esta semana ante el Tolima.

El Atlético empató sin goles en su visita al América de Cali, pero la victoria global de 3-1 le dio el trofeo, uno más para el equipo más ganador de las tierras cafetaleras. El partido tuvo que ser interrumpido al minuto 85 por desórdenes en las tribunas y la invasión de algunos aficionados a la cancha que se indignaron ante la posibilidad de que el rival celebrara en estadio ajeno.

La ventaja que consiguió el cuadro verdolaga en el Atanasio Girardot de Medellín le permitió administrar las emociones y el juego. Todo a su favor. Juárez dispuso que su equipo fuera ordenado y muy prudente, sin arriesgar de manera necesaria, porque lo que estaba en juego no era un espectáculo, sino el campeonato de Copa. Y ese, había que ganarlo a toda costa porque el compromiso del entrador mexicano estaba empeñado.

América estuvo presionado desde el inicio y se notó. Fue un equipo muy ofensivo y con iniciativa de balón, pero con ese nerviosismo que lejos de abonar en el cometido, puede ir en contra. Avanzaban lo minutos y el conjunto de Cali movía su líneas para estar en terreno enemigo. Querían acortar la distancia en cualquier forma.

Mientras que el Nacional aguantaba y defendía, con orden y paciencia porque el desgaste ofensivo ya lo habían hecho en casa durante el juego de ida. Juárez se notaba nervioso, como cualquier técnico en una final, pero al mismo tiempo se le veía con el control que garantiza saber que se había invertido un buen dividendo en el primer juego; había que consumar lo que ya habían avanzado.

Llegar a esta instancia significó recorrer demasiado para el Nacional y para Juárez. Había sido expulsado en un duelo ante el acérrimo rival Deportivo Independiente Medellín por una supuesta celebración para provocar a la afición de los adversarios. Unos días después volvieron a echarlo de la cancha por un festejo similar aunque iba dirigido al suelo. La sanción que quería imponerle la autoridad de aquella ciudad era prohibirle la entrada a estadios por tres años. El castigo fue interpelado y solo recibió la suspensión por varios partidos. La final de ida en esta Copa tuvo que dirigirla en el banquillo el también mexicano Luis Pérez.

Juárez regresó triunfal del castigo para ganar esta Copa al frente del equipo paisa. No pudo festejar esta vez, pues cuando faltaban cinco minutos los aficionados del América protagonizaron disturbios. El duelo se suspendió y minutos después se dio por terminado el encuentro. Atlético Nacional es campeón y Efraín Juárez, el hijo pródigo.

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