Nueva York. El experimentado documentalista Alex Gibney, quien en una carrera de décadas ha abordado muchos temas espinosos, no planeaba realizar un documental sobre Israel —hasta que un día del año pasado una filtración sorprendente cayó en sus manos.
La filtración resultó ser más como un diluvio.
Súbitamente, a Gibney —a través de una fuente que lo contactó en la aplicación de mensajería Signal— se le ofreció acceso a abundantes grabaciones de video de entrevistas policiales al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, a su esposa Sara, a su hijo Yair y a una serie de asociados y benefactores, todas realizadas como parte del extenso caso de corrupción contra Netanyahu. Se trataba de más de mil horas de grabaciones.
El cineasta ganador del Oscar no habla hebreo, pero sintió que esto era algo grande. Gibney recurrió a Raviv Drucker, un veterano periodista de investigación israelí, quien, refiere Gibney, analizó el material a profundidad y le mostró que “teníamos algo muy explosivo”. Después, Gibney contrató a su colega Alexis Bloom, quien había trabajado en Israel, para que lo dirigiera.
El resultado: The Bibi Files (Los archivos de Bibi, nombre con que se conoce coloquialmente a Netanyahu), un documental contundente que sin duda tiene el momento perfecto de su lado —esta semana, cuando se estrenó en streaming, Netanyahu subió al estrado en el prolongado juicio.
Si bien el momento es fortuito, el largometraje enfrentó otros obstáculos. Por un lado, Gibney y Bloom tuvieron que recaudar fondos sin revelar a los patrocinadores potenciales qué tenían, dado el secreto que implicaba. Dada la confidencialidad del proyecto, muchos posibles patrocinadores y distribuidores se mostraron nerviosos sobre participar, especialmente luego que estalló la guerra tras el ataque liderado por Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023.
Y luego estaba el mayor obstáculo de todos: el documental no se puede exhibir legalmente en Israel debido a las leyes de privacidad que regulan los procedimientos judiciales.
Pero eso no significa que los israelíes no lo estén viendo. Muchos han logrado ver el documental ya sea al usar una VPN para evitar las restricciones de streaming, o en versiones filtradas que llegaron a las redes sociales.
“El filme está siendo pirateado a gran escala en Israel”, señaló Bloom.
Y ha causado un revuelo previsible justo cuando Netanyahu se convierte en el primer mandatario israelí en funciones que sube al estrado como acusado penalmente. El martes, prometió de manera desafiante derribar las “absurdas” acusaciones de corrupción en su contra.
El primer ministro con más años en el cargo en la historia de Israel está acusado de fraude, abuso de confianza y aceptación de sobornos en tres casos separados. Se le acusa de aceptar decenas de miles de dólares en puros y champaña de un productor multimillonario de Hollywood a cambio de ayuda para sus intereses personales y comerciales, y de promover regulaciones ventajosas para magnates de los medios de noticias a cambio de una cobertura favorable.
En los videos policiales filtrados, el premier de 75 años está sentado en su escritorio en una oficina sorprendentemente abarrotada, con un mapa de la región detrás de él. Expresa indignación por el proceso, llama mentirosos a los testigos y señala que tiene asuntos mucho más importantes que atender. En un momento dado, cuando se le pregunta por el número de botellas de champaña, dice que pasa el tiempo contando los misiles que amenazan a Israel, no botellas. Con frecuencia, su respuesta es que no recuerda.
“Tenemos a varias personas que nos dijeron oficialmente lo extraordinaria que es su memoria”, afirma Gibney. “Y a casi todas las preguntas que podrían ser incriminatorias, él dice ‘No puedo recordarlo’”.
Las críticas de The Bibi Files en los medios israelíes han sido en su mayoría positivas, aunque señalan que a Netanyahu se le retrata bajo una perspectiva desfavorable. No es sorprendente que la reacción del público ponga de manifiesto divisiones arraigadas en torno al controvertido dirigente. Él y quienes lo respaldan dicen que es víctima de una cacería de brujas orquestada por una prensa hostil y un sistema judicial sesgado que busca derrocar su gobierno.
“Los oponentes de Netanyahu jurarán (que todo en) el filme es verdad y se convencerán aún más de que es corrupto, está mareado por el poder y nos está llevando a la destrucción”, escribió Nir Wolf, crítico de televisión del periódico Israel Hayom, afín a Netanyahu. “Sus partidarios querrán apoyarlo más”.
Netanyahu también está consciente del documental. En septiembre, su abogado pidió al fiscal general del país que investigara a Drucker, quien es coproductor con Gibney, y lo acusó de tratar de influir en los procedimientos legales. No se ha iniciado ninguna investigación. (En el largometraje, Drucker señala que Netanyahu lo ha demandado anteriormente tres veces).
El filme, que intercala imágenes policiales con comentarios de ex funcionarios, asociados de Netanyahu, periodistas y otros analistas —incluido, con frecuencia, Drucker—, comienza con el primer ministro sentado para su primera entrevista.
“Con Netanyahu, nada concentra más su mente que (pensar en) el sonido de la puerta de la prisión al cerrarse de golpe a sus espaldas”, comenta Nimrod Novik, exasesor del difunto primer ministro Shimon Peres. Uno de los argumentos clave de Gibney y Bloom es que el miedo de Netanyahu a una posible condena de prisión ha influido en sus decisiones políticas —desde la reforma judicial hasta la guerra.
Netanyahu parece indignado todo el tiempo. “Me están haciendo preguntas absurdas”, les dice a sus interrogadores. “Esto es ridículo y demente”.
En otras imágenes, Arnon Milchan, magnate multimillonario de Hollywood, amigo de Netanyahu y, más recientemente, testigo de la fiscalía, describe cómo entregaba champaña rosado de alta gama a pedido para Sara Netanyahu, a veces llevándolo él mismo en una hielera, como parte de un presunto plan de regalos a cambio de favores. En otra parte, Sara Netanyahu se sienta para ser interrogada también. “¿Cómo es que no se avergüenzan de ustedes mismos?”, amonesta con dureza a los entrevistadores. Les dice que fuera de Israel, su esposo es recibido con justicia como un rey.
El documental también incluye entrevistas con Sheldon y Miriam Adelson, multimillonarios israelí-estadunidenses. Sheldon Adelson expresa su malestar por la amistad —“No creo que continúe la relación con ellos”— y su consternación por el costo de los puros cubanos preferidos de Netanyahu: mil 100 dólares por una caja de 10.
Y un combativo Yair Netanyahu, el hijo de 33 años de la pareja, dice a sus interrogadores: “Me están investigando porque la policía israelí se ha convertido en la policía secreta de la Stasi, que quiere derrocar al gobierno”.
La directora Bloom insiste en que el documental no tiene la intención de predicar a los simpatizantes férreos —que fue realizado no para los opositores izquierdistas de Netanyahu, sino para los centristas.
“Ya sabes, un ‘Bibi-sta’ incondicional probablemente seguirá siendo un ‘Bibista’ incondicional”, dice la directora. “Pero hay muchos centristas. … Y es en gran medida el retrato de una familia. No creo que sea anti-Israel, en lo más mínimo”.
Los cineastas apuntan que hicieron una pausa después del ataque del 7 de octubre para tratar de descifrar cómo abordarlo. Como parte del contexto histórico en el documental, incluyen escenas escalofriantes del ataque a Israel y la posterior guerra en Gaza.
“¿Qué iba a significar esto?”, refiere Gibney que se preguntaron. “Con un poco de tiempo, quedó claro que esta historia que comenzamos antes del 7 de octubre aún era una historia de corrupción —el tamaño de la corrupción se hacía cada vez más grande, más grande, más grande”.
El filme, que comenzó a transmitirse el miércoles en el nuevo servicio Jolt.film, establece una conexión directa entre los problemas legales de Netanyahu y la guerra. A través de varios comentaristas, argumenta que los casos penales llevaron al primer ministro a lanzar una campaña para debilitar al poder judicial del país, lo que a su vez provocó protestas masivas y divisiones que crearon una imagen de debilidad nacional y llevaron a Hamas a atacar. Netanyahu rechaza todas esas acusaciones.
Bloom dice que espera que después de ver The Bibi Files, la gente considere la idea de que “los límites de mandato son una buena idea”. Netanyahu ha servido un total de 17 años como primer ministro.
Y también espera que se lleven un concepto simple. “Está bien criticar al primer ministro de Israel, y eso no es antisemita ni anti-Israel”, dice la directora. “Él es un líder político, como cualquier otro”.